Ante la caída en las ventas, el cierre de locales y la decisión de varias editoriales de comercializar sus títulos en forma directa, más de cincuenta locales se asociaron para crear la Red de Librerías Independientes, en la que participan representantes de todo el país. Debido a las restricciones del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO), la crisis en el sector editorial se agravó y, como señalan algunos libreros, varias editoriales “rompieron los códigos” al comenzar a vender sus catálogos en forma directa en páginas web o por redes sociales, con promociones de todo tipo o, como en el caso del Grupo Planeta, en sociedad con el coloso del e-commerce Mercado Libre .
Según la opinión de algunos editores, la pandemia no hizo sino acelerar procesos que se estaban dando desde hacía años, además de acentuar la necesidad de “hacer caja” de manera urgente para pagar salarios y servicios de proveedores. La cadena de pagos del sector editorial está rota desde abril. Aunque hubo muchas protestas cuando Planeta decidió abrir una tienda oficial en Mercado Libre, no había ocurrido lo mismo cuando otros sellos comenzaron a vender sus libros y a ofrecer promociones (dos libros al precio de uno, tres al precio de dos) en sus páginas web o cuentas de Instagram. Nadie infringe la ley con esas estrategias, pero las librerías salen perjudicadas.
La creación de la Red de Librerías Independientes “va por la positiva”, según indica Edio Bassi, de la librería Fedro e integrante de la Ruta del Libro en el barrio de San Telmo . “Estamos dialogando con el Ministerio de Cultura de la Nación, el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y la Cámara Argentina del Libro (CAL) para programar acciones –anticipa–. Necesitamos discutir el rol de las librerías en una nueva etapa en la industria del libro para defender la bibliodiversidad”. Funcionarios del Ministerio de Cultura de la Nación y del de la ciudad de Buenos Aires, además de legisladores nacionales y porteños, coincidieron en que las librerías deben ser consideradas espacios culturales y no solo comercios minoristas.
Se espera que la existencia de la red cree mejores posibilidades para que las editoriales puedan planificar, junto con las librerías, estrategias de comercialización que no excluyan a ningún actor. Un ejemplo de esto es la inminente edición virtual de la Feria de Editores, del 7 al 9 de agosto, que incluirá a las librerías como puntos de venta. “Editoriales y librerías tienen intereses y problemas complementarios que no podrán ser re sueltos con decisiones excluyentes ni cor top la cistas–destaca Bassi–. Es imprescindible una discusión abierta entre todos, no solo por el interés de los actores involucrados, sino también para el beneficios de los lectores”.
Los libreros confían en que la red se convertirá en un interlocutor más dentro del ecosistema del libro argentino. Entre otras, la conforman De la Mancha, Tiempos Modernos, Norte, Biblos, Ávila, La Libre, Musaraña, Del Pasaje y otras de las provincias, como Utopía, de Chaco; Malapalabra, de Neuquén, y Pulpería Las Rosas, de Córdoba. Las librerías ubicadas en localidades de las provincias cuya actividad está permitida desde hace semanas informaron a la CAL que no llegan al 50% de la facturación de los días previos a la irrupción del Covid-19. “A raíz de la pandemia las librerías nos empezamos a unir y conformamos esta red con el fin de armar una asociación, cámara o algo que nos agrupe –dice Mónica Dinerstein, de Tiempos Modernos–. Estamos trabajando en varios frentes, tuvimos varias charlas con el gobierno de la ciudad y con el gobierno nacional y se están organizando mesas de trabajo para continuar con esta tarea”.
Muchos libreros se adaptaron a la fuerza al comercio digital. “Estuvimos un mes sin vender nada y luego empezamos vendiendo con mucha dificultad por WhatsApp, Instagram, Facebook, entregando por delivery, por correo o como pudimos”, dice Dinerstein. Una vez abiertas, las librerías se encontraron con un nuevo problema: la llegada del libro a las librerías. “Las editoriales están vendiendo directamente y, por otro lado, las tiradas de ejemplares son menores, no salen muchas novedades y las reediciones casi no existen”, agrega. Las editoriales, al priorizar los canales de venta online, “van vaciando” de ejemplares a las librerías.
Los libreros se reunieron con funcionarios del Ministerio de Cultura porteño, entre ellos, el ministro Enrique Avogadro, e idearon en conjunto estrategias digitales de comunicación para fortalecer la presencia de las librerías independientes en los barrios, con los hashtags #RegaláLibros y# Conocé La Librería De Tu Barrio. Además, se van a hacer campañas gráficas y audiovisuales, y orientar el consumo del Programa Pase Cultural a la compra de libros (por un tiempo, los adolescentes no podrán usar el pase en cines, teatros ni recitales). “Desde Impulso Cultural, y con apoyo de la CAL y la Fundación El Libro, desarrollamos acciones que buscan promocionar, difundir y visibilizar las librerías independientes de la ciudad de Buenos Aires”, confirma a la nacion Javier Martínez, gerente de Desarrollo Editorial del Ministerio de Cultura.
Por otra parte, en la Secretaría de Industrias Culturales de la Nación, a cargo de Lucrecia Cardoso, se trabaja en la elaboración de un programa orientado a espacios culturales, dentro del que estarían las librerías. Su nombre sería Marca y funcionaría como el Mercado de Industrias Creativas de la Argentina (MICA). Se evalúan además subsidios y los planes federales de acceso a la lectura y el libro, en los que las librerías cumplen un rol clave.
Fuente: Daniel Gigena, La Nación