Durante la peste negra en 1348, muere en Aviñón Laura Sades, quien pasó a la Historia simplemente como Laura, la mujer amada y celebrada por el poeta italiano Francesco Petrarca, quien compuso en su honor los 366 poemas que comprende su Canzionere.
Petrarca se quejaba amargamente por la peste: «Historiadores que enmudecen; médicos que no saben; filósofos que fruncen el ceño y elevan los brazos desconcertados» y desconfiaba de los médicos: «Si cien hombres, o mil de la misma edad y constitución general y habituados a la misma dieta cayeran todos víctima de enfermedad al mismo tiempo, y la mitad siguiera las prescripciones de nuestros contemporáneos doctores, y la otra mitad se guiarán por su natural instinto y sentido común sin doctores, no tengo dudas que el último grupo estaría mejor» (Carta a Boccaccio, 10 de diciembre de 1365).
Así como Petrarca, en las muchas epidemias a las que el mundo conocido fue sometido desde los tiempos bíblicos hasta ahora, el hombre en su impotencia e ignorancia buscó los motivos del porqué de las pestes. Las primeras atribuciones fueron al «castigo divino», al «paso de un cometa» o la creencia de que los judíos envenenaban las aguas.
Siempre fue necesario culpar a algo o a alguien: La peste negra vino de Catay (China); En Europa antes del siglo XV no había sífilis, entonces se culpó a América; hasta 1830 no había cólera y se culpó a India; no había SIDA antes de 1981 y se culpó a Haití y luego al África; así en 2020 aparece el coronavirus y volvemos a China (Wuhan).
Un grupo de familiares de víctimas del covid-19 presentaron el pasado miércoles una querella ante el tribunal de Bérgamo, en el norte de Italia, por negligencia y errores en el manejo de la pandemia que causó la muerte de más de 34.000 personas. Se trata de la primera acción legal en grupo presentada en la península, entre los países más golpeados por el coronavirus.
«No queremos venganza, queremos justicia», dicen los fundadores del grupo en Facebook. La mayoría tienen algún familiar fallecido en el contexto de la pandemia. Los familiares presentaron 50 denuncias a la fiscalía de Bérgamo, la ciudad mártir, «porque se ha convertido en el símbolo de esta tragedia, aunque provienen de todo el país», y estudian presentar 150 denuncias más.
Acusan a las autoridades por haber tardado en declarar la ciudad «zona roja»,
algo que la asociación, así como algunos partidos y sindicatos, atribuyen a que se
antepusieron los intereses económicos a los de la salud ya que se trata de una próspera zona industrial.
«Lo que queremos es que nos expliquen qué pasó y por qué esta crisis fue subestimada, todavía no sabemos quiénes son los responsables, si la región de Lombardía, si el Estado central, si las autoridades sanitarias, si el alcalde. Y lo peor es precisamente esto: no saber nada» -dicen los familiares-.
En Italia se debate desde hace semanas, si no han sido presiones de algunos sectores del empresariado italiano los que evitaron un el cierre de las lucrativas fábricas de Lombardía, una de las regiones más ricas e industrializadas de Italia.
Es necesario entender que en el contexto de esta pandemia, como en todas de las anteriores, se han cometido errores, desde los especialistas, pasando por los gobernantes y llegando a los integrantes de cada comunidad, porque las epidemias son siempre un estado de máxima fragilidad de las sociedades que nos afecta a todos, independientemente del rol social que cumplamos.
Y es aquí donde debemos preguntarnos respecto de cómo fue posible que esta pandemia esté sucediendo, que nos haya sorprendido de la forma en que lo ha hecho y mucho más aún cuando recientemente nos enteramos masivamente de que líderes de opinión como Bill Gates, Barack Obama y hasta el mismísimo George W. Bush (h) habían advertido sobre la probabilidad de su ocurrencia.
La gran opinión pública recién ahora está pudiendo tomar conocimiento de tales mensajes, lo que equivale decir que fue muy tarde para conseguir el efecto deseado de la toma de conciencia respecto de la amenaza.
En este punto debemos mencionar por lo menos dos alertas tempranas, efectuadas una por el Foro Económico Mundial en Global Risks 2007 – A Global Risk Network Report- y otra realizada por Los Directores de Suscripción de Riesgos (Chief Risk Officers) de los 20 grupos de aseguradores y reaseguradores más relevantes quienes publicaron el informe titulado “Gripes Pandémicas” en 2007.
Estas dos alertas seguramente encontrarán su correlato en otros tantos documentos, pero hace que debamos preguntarnos que hicieron los estados, corporaciones y medios de comunicación para propiciar que toda la humanidad esté informada respecto de la situación.
Es por ello que me permito reflexionar respecto de que existe una responsabilidad global de parte de los organismos multilaterales, estados, clases políticas y empresariales corporativas que permitieron que esta catástrofe epidemiológica se trasunte en la crisis económica global que estamos por atravesar y que tiene por víctimas a las personas.
Esperemos que ellos se encuentren a la altura de las circunstancias y que actúen en consecuencia. De lo contrario, existe un gran riesgo de proliferación de autoritarismos de derechas, izquierdas y cibernéticos y nos espera un tiempo de graves enfrentamientos sociales que ya comienzan a visualizarse y a expresarse con distinta intensidad en varias ciudades del mundo y que sólo exponen el nivel de exclusión que el sistema económico reinante ha generado a casi toda la humanidad.
Y como en La Peste de Camus los personajes dudan, retroceden, se desdicen, pero se convierten en una suerte de héroes modernos que dan lo mejor de sí mismos en lo que hacen. Aunque no todos.
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Claudio Rosso es Analista y especialista en Seguros.