La música negra norteamericana tiene una historia riquísima: blues, jazz, rock, soul, funk, hip hop … Existe una producción monumental en términos de cantidad y calidad que permitiría armar infinitas listas de recomendaciones. Aquí va una que recorre géneros y épocas diferentes. Y permite al mismo tiempo imaginar otras que prolonguen la inestimable experiencia de sumergirse en una tradición subyugante.
«Nobody Knows You When You’re Down and Out» (Bessie Smith, 1929)
Escrita por Jimmy Cox en 1923, esta canción refleja el punto de vista de un fugaz millonario que, durante la época de la Ley Seca en los Estados Unidos, reflexiona sobre la naturaleza efímera de la riqueza material y la desgracia de los amigos por conveniencia. La popularizó Bessie Smith, una formidable cantante de bluesnacida en Tennessee y fallecida cuando tenía apenas 43 años, y también fue grabada por Eric Clapton en su MTV Unplugged de 1992. Entre los admiradores de Bessie, una vocalista que instaló en el vodevil un lenguaje musical nacido como expresión rural, estuvieron John Coltrane, Arteha Franklin y sobre todo Janis Japlin, una fan especialmente fervorosa.
«Someone To Watch Over Me» (Ella Fitzgerald, 1950)
La sociedad entre un compositor extraordinario como George Gershwin y una cantante que con poco más de 30 años ya pintaba para convertirse en leyenda de la música popular contemporánea dio como resultado momentos de alto vuelo como este.Interpretada también por artistas de la talla de Frank Sinatra, Chet Baker, Ray Charles y Rickie Lee Jones , esta canción reluce especialmente en la voz de una artista que, como ninguna otra en la historia del género, tradujo al jazz vocal el legado de los mejores compositores norteamericanos del siglo XX ( Ella Fitzgeraldtambién cantó temas de Irving Berlin, Cole Porter y Duke Ellington) y es una exhibición categórica de su depurada técnica y su inigualable glamour.
«Strange Fruit» (Billie Holiday, 1957)
La expresión strange fruit alude a la matanza de gente de la comunidad negra en el sur de los Estados Unidos, particularmente a los ahorcamientos: la «fruta extraña» era la persona que colgaba de la rama de un árbol con una soga al cuello. Billie Holiday fue una de las precursoras en términos de expresar en música inolvidable el dolor y la indignación provocados por el racismo . La voz angustiada de esta mítica cantante de Filadelfia conserva un magnetismo impresionante y eriza la piel. Su pasado, marcado por el rechazo familiar, la prostitución y el abuso, es un fantasma que recorre su repertorio, que es atrapante aun en la época de este tema, cuando había perdido elasticidad y volumen como vocalista pero conservaba su alma y su corazón intactos.
«I’ve Been Loving You Too Long» (Otis Redding, 1965)
Una balada que se transformó en un clásico instantáneo del soul , punta de lanza de un disco, Otis Blue: Otis Redding Sing Soul , que fue una de sus cumbres artísticas y el de mayor éxito comercial de su trayectoria. Así como fue un soulman de incomparable voz de trueno en tiempos más rápidos, Redding sabía cómo deshacerse en murmullos febriles en los versos de canciones más relajadas pero pletóricas de emotividad como esta. La música que lo apoya tiene la calidez necesaria como para realzar el poder sugestivo y el tono confesional de un cantante que sabía cómo habitar el desconsuelo. No es casualidad: en el disco en el que está incluido el tema tocan Booker T. Jones, Steve Crooper e Isaac Hayes.
«Get Up Feel Like Being a Sex Machine» (James Brown, 1970)
Temas como este dejan claro por qué James Brown es uno de los padres de la música negra moderna : los riffs de guitarra filosos y repetitivos, una base rítmica monolítica, metales que prefiguran el auge del loop y un estilo interpretativo que también establece patrones para el rap. Con los bramidos que lo transformaron en elshouter más reconocible del funk como una de sus marcas registradas, Brown produjo una obra que sigue siendo hoy pura dinamita. El éxtasis con el que celebra su status de «sex machine» es el mismo que predomina en muchas de las ceremonias religiosas de la comunidad negra. Sus performances en vivo siempre fueron inolvidables. Y esta canción, uno de sus caballitos de batalla indiscutidos.
«Family Affair» (Sly & the Family Stone, 1971)
Esta banda interracial liderada por uno de los artistas más atrevidos y talentosos de la música de raíz negra consiguió que una canción que toca un tema muy espinoso, el incesto, se mantuviera durante varias semanas en lo más alto de los charts estadounidenses. En los albores de la década del 70, Sly Stone construyó un repertorio empujado por los ideales difusos del sueño lisérgico y el deseo manifiesto de confrontar con el discurso bélico y racista que era moneda corriente en el Estados Unidos de esa época. Muy pronto su adicción a la cocaína afectaría su salud y una producción artística que en temas como «Family Affair» revelaron una sagacidad inusitada para combinar soul, R&B, funk, rock y psicodelia.
«Living for the City» (Stevie Wonder, 1973)
En un período muy corto, apenas cinco años, Wonder grabó lo mejor de su obra, un puñado de discos brillantes entre los cuales está Innervisions(1973), un álbum donde exploró sus mágicas visiones interiores, las recargó de rabia y erotismo y a la vez reflejó con mucha fidelidad la energía que en ese momento propagaban las luchas de la comunidad negra por los derechos civiles . También denunció el racismo sistematizado en Estados Unidos en canciones como esta, que cuenta la historia de un joven que escapa de la pobreza de Mississippi e intenta instalarse en Nueva York. El tema captura con gran precisión y además poetiza el fenómeno de la Segunda Gran Migración que se dio en el país entre las décadas del 40 y del 70, cuando millones de afroamericanos se mudaron del sur al noreste, el medio oeste y el oeste.
«Upside Down» (Diana Ross, 1980)
Con el sello inconfundible de la producción de Nile Rodgers, este clásico inoxidable de la música disco fue una de las joyas más valiosas de la Motown de los 80 y también el elegido para abrir el fuego de un álbum excepcional que incluye otro gran hit, «I’m Coming Out». Fogueada primero en la inmejorable escuela de las Supremes, Diana Ross se convirtió, cuando emprendió su carrera solista, en una máquina de disparar grandes éxitos en formato soul-pop , música para la pista de baile y baladas para el público adulto, siempre con un estilo propio. Por más bajo que esté el volumen de la radio en un bar o un taxi, la singular voz de Ross siempre cortará el aire como un rayo láser.
«Shame On a Nigga» (Wu-Tang Clan, 1993)
Con Enter the Wu Tang Clan (36 Chambers) , este enorme grupo de Staten Island sentó las bases para el renacimiento del hip hop neoyorquino , que se presentaría en los 90 como una alternativa sofisticada a la banalización en la que se había sumergido la producción del género en la Costa Oeste. RZA es el artesano que puso la primera piedra del rap moderno con su sonido puro, pesado y marcado por beats ralentizados. Adictos a los arcades de shopping y el cine de cinturones negros, losWu-Tang Clan también se ocuparon de la violencia interna de la comunidad negra en temas como este, lleno de rimas frescas, punzantes, de una gran inventiva. Combinaron en su obra la fascinación por la cultura pop con la conciencia de la alienación que produce la sociedad de consumo.
«Drunk in Love» (Beyoncé, 2014)
La gran diva de Houston, Beyoncé , se deja arrastrar por pesados ritmos de hip hop sureño en este tema que arranca con aires orientales y crece paso a paso, apoyado por una ensoñadora oleada de sintetizadores y un nivel altísimo de arreglos que van edificando con equilibrio un impresionante edificio sonoro en el que de repente emerge una voz muy familiar, la de Jay-Z, el otro protagonista de una noche de pasión amorosa en la cocina, entre restos de una cena romántica regada con botellas de Burdeos. Una vez más, Beyoncé le canta sin pudores al sexo como fuente insuperable de placer. Con el respaldado de una intachable nómina de compositores y productores: Timbaland, Pharrell Williams, Justin Timberlake y The-Dream.
Fuente: Alejandro Lingenti, La Nación