Bajo el agua. En Japón, extrañas estructuras sumergidas en las costas de la isla de Yonaguni.
En una era en la que los viajes se volvieron masivos (bueno, al menos hasta esta pandemia), es común pensar que estamos conociendo casi todo el planeta, y que vamos desentrañando sus secretos y sitios más recónditos. Sin embargo, distintos puntos en todas las latitudes nos recuerdan que, en realidad, es mucho más lo que ignoramos, sobre todo de nuestro pasado más lejano, y para aquellos que se apasionan por el tema, de posibles fuerzas ocultas o seres inexplicables.
Aquí, una pequeña muestra de sitios cuyos misterios, ya avanzado el siglo XXI, aún no han sido explicados
Monumento Yonaguni, Japón
Una versión dice que las encontró en 1985 por casualidad el submarinista japonés Kihachirō Aratake; otra, que las hallaron en 1986 científicos del Centro Geológico Oceanográfico de la Universidad de Ryūkyū en una inspección submarina rutinaria.
Pero lo importante es que estas sorprendentes estructuras sumergidas en las costas de la isla de Yonaguni, en el extremo sur de Japón, cerca de Taiwán, bien podrían ser las ruinas de una antigua ciudad, ya que parecen haber sito talladas por seres humanos.
Las ruinas cubren un área de 300 por 150 metros, y aunque hay científicos que dicen que se trata de formaciones naturales, otros sostienen que son restos de una enorme y antigua ciudad sumergida. Una teoría dice que pudo haber sido parte de la antigua civilización Mu, ya desaparecida, como la Atlántida o Thule, y para Misaki Kimura, geólogo marino que lleva más de 20 años buceando en la zona, quien mapeó y midió el “Monumento Yonaguni”, se trata de una gran red de construcciones que incluye castillos, monumentos y un estadio, todo conectado por carreteras y vías fluviales.
Y destaca que el lugar presenta varias similitudes con sitios arqueológicos en tierra, como dos piedras erguidas en forma de enormes megalitos de 6 metros de alto junto a una pirámide, similares a otros como el de Monte Nabeyama, en la prefectura de Gifu. O una enorme piedra redondeada que se asemeja a un rostro humano, como los moai de la Isla de Pascua, varios miles de km al sudeste.
De ser una construcción humana, podría tener unos 10 mil años, por lo que sería la estructura arquitectónica más antigua conocida.
Lo más probable, se dice, es que haya quedado sumergida luego de un gran terremoto y posterior tsunami, nada infrecuentes en Japón. De hecho, luego del terremoto que destruyó partes de la isla en 1998, se descubrieron estructuras no vistas antes, con una forma similar a la de los Zigurats de la antigua Mesopotamia. Un misterio extraordinario.
Ojo del Sahara, Mauritania
Ya que se mencionó a la Atlántida, aquí otro lugar enigmático que la trae a colación. El “ojo del Sahara”, en el desierto de Mauritania, es para algunos una formación natural, y para otros, los restos de aquella mítica ciudad desaparecida, descripta por Platón.
Por su magnitud -unos 50 km de diámetro-, el lugar sólo puede apreciarse en forma completa desde el aire,
a una buena altura. De hecho, el primer registro es de astronautas de la NASA que en 1965 giraban en torno a la Tierra, en una de las primeras misiones espaciales: en ese interminable desierto amarillo vieron sobresalir una particular formación de líneas concéntricas, en forma de espiral.
Está cerca de la ciudad de Oudane, y su origen es desconocido. Una de las teorías es la del impacto de un meteorito, y otra, que podría tratarse de una estructura simétrica de un domo anticlinal, creada por efecto de la erosión a lo largo de 2.500 millones de años, que es cuando comenzó el Proterozoico, período que se extendió hasta hace unos 542 millones de años. De ese tiempo son las rocas que forman el centro del “ojo”. Las que conforman las partes externas, en cambio, datan del Ordovícico (entre 485 y 444 millones de años atrás).
Lo cierto es que este enigma, claro, genera versiones de todo tipo. Una que entusiasma a muchos es la que dice que es llamativamente similar a la descripción que de la Atlántida hizo Platón: contó que aquella mítica ciudadisla erigida por Neptuno era circular, y se dividía en círculos concéntricos de tierra y agua intercalados.
Curiosamente, en la novela “L’Atlantide”, de 1919, el escritor francés Pierre Benoit presentó la teoría de que la mítica ciudad en realidad no se hundió en el mar, según la interpretación clásica del Critias de Platón, sino que alrededor de ella emergió la tierra.
Así, para él, la Atlántida se localiza en el macizo del Ahaggar, en medio del Sahara, rodeada por océanos de arena, y en ella reina aún una descendiente de la dinastía atlante, la reina Antinea (“la nueva atlante”). Una ciudad “hundida” en las arenas del desierto.
Triángulo de Bridgewater, Estados Unidos
Es un área de unos 520 km2 en el sudeste de Massachusetts, y desde hace siglos hay testimonios de que allí ocurre todo tipo de fenómenos misteriosos, de apariciones a luces inexplicables, muertes y criaturas fantásticas.
Los vértices del Triángulo de Bridgewater son las ciudades de Abington, Rehoboth y Freetown, y dentro hay otras localidades como Brockton, Whitman, Bridgewater, Middleboro y Lakeville, entre otras.
Dentro está también el pantano Hockomock, nombre que le dieron los indios algonquinos: “El lugar donde moran los espíritus”. Para ellos era un lugar de temer, y sobre él lanzaron una profecía: “Los hombres blancos jamás podrán habitar este sitio y jamás podrán sentirse seguros aquí”.
Algo de eso podría haber, porque en el área son comunes los reportes de fenómenos extraños, que incluyen informes de ovnis, animales misteriosos -como un perro fantasma, un ave de 10 metros de envergadura y el mismísimo Pie Grande-, fantasmas, pol
tergeists, mutilaciones de animales, asesinatos y suicidios.
Entre sus varios misterios está Dighton Rock, una gran roca de 40 toneladas repleta de tallados sin descifrar, con teorías que van desde antiguos símbolos nórdicos hasta garabatos son sentido que habrían sido hechos enforma bastante reciente.
Además, se dice que el bosque estatal Freetown-Fall River fue escenario de actividades de culto, incluidos sacrificios de animales, suicidios y asesinatos rituales y de pandillas. Y que en Perfil Rock se suele ver el fantasma de un hombre sentado en la roca.
Como si faltara algo, en el lugar hay un cementerio de mascotas, cerca del cual pasa una autopista que también rebosa de actividades paranormales, como personas que hacen dedo y desaparecen misteriosamente.
Stonehenge, Inglaterra
Cada 21 de junio, solsticio del verano boreal, el sol sale atravesando justo el eje de este centro ceremonial, un claro indicio de que quienes lo construyeron sabían bastante de astronomía. Hace miles de años, se supone, ese mismo 21 de junio, el sol se ocultaba atravesando el eje del Woodhenge, donde se encontraron huesos de animales y objetos que evidencian que se celebraban fiestas, probablemente al anochecer.
El punto central: aunque existen explicaciones parciales y teorías, todavía no se sabe a ciencia cierta para qué fue construido Stonehenge, un conjunto formado por dos círculos de piedra concéntricos, ubicado en la planicie de Salisbury, en el condado de Wiltshire, a unos 130 km de Londres. Y también se desconoce quiénes lo construyeron.
Sí se sabe que surgió a fines del Neolítico, aproximadamente en el 3100 aC., pero su construcción se atribuyó a romanos, sajones, daneses, el mago Merlín, los druidas y las primeras comunidades agrícolas de Gran Bretaña. Dicen unos que era un templo; otros, un observatorio astronómico; y otros, un calendario prehistórico. Con varias teorías y pocas certezas, permanece desde hace milenios en la campiña de Wiltshire, cerca de Salisbury.
Fuente: Clarín