Hace 50 años, Let it be llegaba a las bateas de las disquerías. A pesar de que algunos tuvieran esperanzas de que así no fuera, se sabía que sería el último álbum de los Beatles. La noticia de la disolución del grupo había conmocionado al mundo entero un mes antes. Cada uno de los cuatro integrantes ya se encontraba abocado a sus proyectos personales.
La crítica fue dura con el disco. No recibió los elogios unánimes que cada LP de la banda de Liverpool cosechaba. Sin embargo son pocos los álbumes como este que pueden jactarse de contener temas como Let it Be, Get Back, Across the Universe o The long and Widing Road.
El proyecto comenzó llamándose Get Back. La idea era grabar, una vez más, un disco distinto. Pero en esa ocasión todo era diferente. Los Beatles atravesaban una gran crisis interna. Sus caminos estaban empezando a separarse. La relación entre ellos era tensa y en pocos días, apenas al entrar al estudio, todo estallaría por los aires. El éxito (y el crecimiento) les estaba pasando factura. Los equilibrios internos se habían evaporado y parecía que, a esa altura, era imposible recuperarlos.
A principios de 1969 se encontraron en los estudios de Twinckeham para grabar un nuevo disco. Una vez más deseaban virar la nave. No se estancaban jamás. Si venían de la experimentación y la variedad del Álbum Banco, editado unos pocos meses antes, ahora querían volver a las raíces. La historia de los Beatles podría contarse centrándose en la lucha del grupo por cambiar de rumbo, por alejarse de lo que habían llegado a dominar. Los Beatles se habían convertido en artistas de estudio. Y contra eso querían batallar.
Se habían propuesto demostrar que podían tocar sin toda la parafernalia con la que George Martin, su productor, traducía sus deseos. Por algo eran los artistas más grandes del planeta. Ellos también podían rockear, hacer canciones directas, sin la magia del estudio. Como los Rolling Stones o como The Who. Canciones más directas en las que su habilidad como intérpretes quedara expuesta, que no existiera posibilidad de camuflarse tras efectos, invenciones y descubrimientos. Un equipo de filmación seguiría todos sus pasos para registrar en un documental el proceso de creación del nuevo álbum.
La convivencia entre los cuatro se estaba haciendo imposible. En esos primeros días de enero todo explotaría. Ringo Starr estaba preocupado por su nuevo carrera como actor; el grupo se había comprometido a terminar la grabación a mediados de febrero para que él llegase a tiempo al rodaje de una nueva película. George Harrison no se sentía reconocido por sus compañeros; creía que el tiempo del menosprecio y de la postergación había terminado y reclamaba que un mayor número de sus canciones ingresaran a los discos y compartir las decisiones creativas con la dupla John Lennon-Paul McCartney. John luchaba contra una doble dependencia: a la heroína y a su nuevo amor, Yoko Ono. Mientras Paul, ya en pareja con Linda Eastman, trataba de llevar adelante la grabación, convirtiéndose en el líder con un estilo algo autoritario.
Para colmo, el cambio de estudio -con el consiguiente cambio de horarios- empeoró las relaciones. Un nuevo factor de división. George se siente maltratado y se va. John, en vez de apaciguar, desafía: propone contratar a Eric Clapton en lugar de Harrison y seguir adelante.
Cuando George vuelve todo parece encaminarse. Pero surge otro problema. El estudio de Apple en el que habían gastado una fortuna no funcionaba: Alex Mardas, Alex el Mago, un fantoche con discurso encantador, los había embaucado. Pero una de las inesperadas condiciones que puso George para su regreso ayudó a que la concordia se mantuviera un tiempo. Contrataron como tecladista a Billy Preston. Y la presencia de ese visitante hizo que todos morigeraran sus conductas. Parecía que otra vez la magia Beatle se desplegaría. Pero a fines de enero el proyecto se apagó. Los cuatro estaban molestos y con la atención dispersa. Sus proyectos personales los entusiasmaban más. Unos meses después volvieron a juntarse y, tal vez con la conciencia de que ya quedaban pocas oportunidades, produjeron un último milagro: Abbey Road.
Una de las discusiones es si Let it Be se trató del último álbum de la banda o no. Fue, eso no admite discusión, el último en ser publicado. Después de Let it Be ya no hubo más. Pero después de que grabaran sus canciones, los Beatles volvieron a entrar al estudio e hicieron lo que sería Abbey Road, una obra maestra de principio a fin. Here comes the sun, Something, Octopus’s garden, el increíble lado B encadenado y hasta el tema final que, convenientemente, se titula The End (y aquellos versos postreros: Y al final/ el amor que recibís/ es igual al amor que das).
Los fanáticos de los Beatles prefieren tomar este disco como la despedida. Es un final enorme, mucho más digno de la historia de la banda. A su altura (estratosférica). Para ello hasta fuerzan los argumentos sosteniendo que a Let It Be ni siquiera se lo puede considerar un álbum común u oficial sino que debería ingresar en la categoría “banda de sonido” como Submarino Amarillo (el disco) o Magical Mistery Tour. Sin embargo, la respuesta a este dilema beatlemaníaco parece ser bastante sencilla. Let it Be, aunque no nos guste, es su último disco. Así lo decidieron ellos (o al menos las circunstancias)
John no pasaba por unos buenos meses. En el documental se lo ve bailando pomposamente con Yoko mientras Harrison toca I me mine. ¿Se burlaba? ¿Bailaba feliz? ¿Ya nada le importaba demasiado? Difícil saberlo pero lo cierto es que probablemente ese baile es el que haya permitido que la canción llegara al disco. El director del documental entre tantas imágenes monótonas tenía ahí una escena con gracia, con chispa y sin una lectura determinada, con algo de misterio. La inclusión de ese fragmento fílmico le hizo lugar al tema de George en el álbum pese a la subestimación de sus compañeros de sus dotes compositivas.
Sin embargo, Lennon, entre otras, aporta Across the Universe, un tema invencible. Posiblemente se trate de una de las cúspides de su habilidad como letrista (Las palabras surgen como una lluvia interminable en una taza de papel son los primeros versos). Una canción escrita en un ramalazo de inspiración durante una mala noche en el que no podía dormir luego de una pelea con Cynthia, su primera esposa. Las palabras le llegaron como una iluminación y lo obligaron a levantarse y escribir eso que una voz misteriosa le dictaba.
Y Paul, claro, escribió Let it be. La Madre María era su madre, muerta en 1956 que se le apareció en un sueño. El tema se convirtió en una clásica inmediato. Años después, en una entrevista, en ese largo lapso de los 70 en que John y Paul se lanzaban invectivas cruzadas desde los medios, Lennon dijo que Paul se había inspirado en Bridge over troubled waters, el tema de Paul Simon. Sin embargo esa canción fue compuesta un año después que Let it Be.
El desgano de las sesiones parece reflejarse en la tapa del disco. Cuatro fotos sin demasiado gracia, rostros cansados, la única sonrisa es la de Harrison (a quien no le gustó la foto porque dijo que exponía demasiado su dentadura). Fondo negro, diseño nulo.
Luego de Abbey Road, con las corroídas relaciones entre los cuatro, llegó la decisión de John de poner las cintas de lo que hasta ese momento era Get Back en manos de Phil Spector. Fue una manera de sacar el proyecto adelante y, también, de molestar a Paul. Es lo que ocurre en los divorcios. El conocimiento del otro es tan grande y el dolor tan profundo que las personas saben cuál es el lado débil de su actual oponente y no miden si ese ataque inclemente puede perjudicar también al atacante. La decisión no fue inocente.
Phil Spector era un genio. Caprichoso, malvado, completamente alienado. Un dictador de poco más de metro y medio de altura con oído absoluto. Pero un genio. Había inventado La Pared de Sonido. Había conocido el éxito desde muy joven. El Primer Magnate del Mundo adolescente lo llamó Tom Wolfe. Fue el primer productor con nombre propio. Sus canciones triunfaban sin importar quién las cantara. Para grabarlas utilizaba un seleccionado de músicos de sesión, los mejores de toda la industria, a los que se llamó The Wrecking Crew. Be my Baby, To know him is to love him, River Deep Mountain High, Unchained Melody o You’ve lost that loving feeling fueron algunos de sus hits. Luego de este álbum produjo El Concierto por Bangladesh, Imagine, a Leonard Cohen y hasta a los Ramones.
Pero su conducta cada vez fue más errática. Amenazas, abuso de armas, drogas, violencia contra sus parejas, reclusión. En 2003 una mujer apareció muerta de un disparo en su mansión. Luego de dos juicios Spector fue encontrado culpable del asesinato y condenado a 19 años de prisión. Todavía purga su pena.
Este pequeño déspota, con los Beatles se portó un poco mejor de lo que estaba acostumbrado. No hizo granes escándalos aunque tuvo problemas con la orquesta que contrató. La recepción de su trabajo fue dispar. George y John, evidentemente, quedaron satisfechos porque en los años siguientes volvieron a requerir sus servicios. Paul, por el contrario, detestó su intervención. Creyó que desnaturalizaba la esencia Beatle y que Spector imponía su pared de sonido por sobre sus canciones. O que tapaba su creación.
El detonante fue The long and winding road y su orquesta populosa y el coro femenino de 14 voces. Paul al escuchar la mezcla envió una carta a Allen Klein, el manager de los Beatles con el que él estaba peleado (con copia a Spector y a John Eastman, su suegro y abogado): “Estimado señor: En el futuro no se le permitirá a nadie agregar o sustraer algo de mis canciones sin mi permiso. Consideré orquestar The long and Winding road pero finalmente lo descarté. Deseo que hagan estos cambios: 1) Reducir el volumen de las cuerdas, vientos, voces y cualquier otro sonido agregado. 2) Debe aumentarse el volumen el volumen de toda voz e instrumentación beatle. 3) El arpa debe ser eliminada por completa. 4) No vuelvan a hacer esto nunca más. Firmado: Paul McCartney”.
El enfrentamiento entre Spector y Paul continuó por años. El productor dijo con sorna que no había visto molesto a Paul cuando fue a buscar el Oscar por Let it Be (los Beatles ganaron ese Oscar pero no fueron a retirarlo: lo hizo Quincy Jones en su lugar). En el 2003 McCartney editó Let it be Naked, la versión original del disco, eliminando los agregados de Spector. Glyn Johns, ingeniero de sonido de la grabación original, dijo que “lo que hizo Spector fue una mierda, vomitó sobre las canciones”.
Por un problema de créditos y sindicatos, George Martin que había trabajado con ellos en las grabaciones originales no podía aparecer en los créditos. Se quejó ante las autoridades de la discográfica exigiendo ser reconocido. Le explicaron los motivos y le informaron que la actuación del furioso productor lo impedía. George Martin propuso una solución. “Pueden poner ‘Producido por George Martin’ y ‘Sobreproducido por Phil Spector’”.
La película muestra al grupo en vías de extinción. La abulia convive con la tensión. Están cansados de ellos mismos y se nota. El clímax es el Concierto en la Terraza. La primera actuación Beatle en años y la última. El gran final del documental nunca estuvo en discusión. Sería el grupo tocando varias canciones en vivo. Pero ¿dónde debía ser esa actuación? El grupo más grande del mundo no podía tocar en cualquier lugar. El marco debía estar a la altura de ellos. Alguien pensó en un gran teatro londinense pero sólo con público exclusivo y las mejores condiciones de grabación; uno dijo que la mejor opción parecía el Desierto del Sahara: ellos cuatro perdidos en la inmensidad; otro propuso que el marco fueran las Pirámides de Giza; hubo quien sugirió que debían presentarse en un antiguo coliseo romano situado en Túnez. Pero a último momento se decidió que esa actuación tuviera lugar en la terraza del edificio de Apple.
La idea se le atribuye a John (eso consigna Billy Preston en sus memorias), al director del documental Michael Lindsay Hogg y hasta Glyn Jhons, el ingeniero de sonido, se adjudica el mérito.
Let it Be, como los otros proyectos de los Beatles, nunca pierde actualidad. Están signados por la inmortalidad. Luego del Naked de principios de este siglo, tendrá una nueva reencarnación. Peter Jackson está trabajando con todo el crudo del material filmado en su oportunidad para dar a conocer una versión. Los fans de los Beatles, (casi) todo el mundo, lo esperamos con ansiedad.
Fuente: Infobae