La forma en que planificamos las ciudades siempre ha sido un reflejo de las tendencias culturales y tecnológicas imperantes pero también de las grandes crisis sanitarias . La epidemia de cólera en el siglo XIX, por ejemplo, provocó la confección de sistemas modernos de saneamiento urbano; y las regulaciones de vivienda en torno a la luz y el aire se introdujeron como medida contra las enfermedades respiratorias en barrios marginales superpoblados en Europa durante la era de la industrialización.
Posiblemente, lo mismo sucederá con la pandemia de coronavirus . Esta crisis sanitaria ha expuesto las mayores vulnerabilidades de nuestras ciudades -más del 95% de los contagios se produjeron en zonas urbanas según ONU Hábitat-, pero también ha brindado una oportunidad única de cambio. «Es el momento de tomar decisiones valientes y pragmáticas. De lo contrario las ciudades se convertirán en bombas contaminantes «, dijo en una entrevista por Facebook el célebre arquitecto y urbanista, Stefano Boeri, a la AFP .
De hecho, la pandemia ya ha alterado significativamente la vida urbana: más de un tercio de la población sufrió alguna forma de confinamiento en los últimos meses y el tránsito en las ciudades se redujo a niveles sin precedentes. Estambul, por ejemplo, ha desplegado una flota de higiene de 40 vehículos y cientos de personas para desinfectar instalaciones públicas; Kigali ha instalado estaciones portátiles de lavado de manos en todas las paradas de autobuses; Bogotá abrió nuevas rutas temporales para ciclistas y peatones y Daegu promulgó una estrategia de datos abiertos y participación pública.
Pero más allá de estas medidas puntuales y pensadas para el corto o mediano plazo, los expertos advierten que la pandemia podría traer cambios estructurales a las ciudades y, quizás lo más importante, nuevas ideas para responder mejor a las crisis actuales y futuras .
«Después de este período extraordinario nada va a ser como era. Todos hablan de una ‘nueva normalidad’. Lo cierto es que va a cambiar la forma en que pensamos los problemas de la vida cotidiana. Para esto es fundamental tomar conciencia de que tenemos que revisar las ideas que tenemos sobre las ciudades. Hay muchos aspectos que tenemos que volver a visitar desde otra óptica como la densidad, el espacio público, la vivienda», dijo a LA NACIÓN Margarita Gutman, doctora en arquitectura de la UBA y profesora en The New School, una prestigiosa universidad de Nueva York.
La densidad poblacional: un arma de doble filo
En efecto, el hecho de que el virus haya arrasado con grandes metrópolis (como Nueva York o París) ha despertado un viejo debate sobre la densidad poblacional . Sus detractores alegan que las grandes urbes son la raíz de casi todos los problemas que tenemos, incluidas las enfermedades infecciosas, por la alta frecuencia de interacciones diarias y la aglomeración de personas en espacios públicos. Sin embargo, aunque reconocen el rol de la proximidad en la propagación del virus, la mayoría de los expertos coinciden en que, en términos generales, la densidad es algo positivo.
«Ciudades de alta densidad como Seúl han tenido un impacto significativamente menor que otras ciudades comparables en términos de densidad. Todos hablan del impacto en Manhattan, pero el contagio per cápita ha sido igual o más alto en condados vecinos del estado de Nueva York (Rockland or Westchester) o de New Jersey con densidades infinitamente más bajas. La densidad es solo uno de los factores. La capacidad de las ciudades para responder a la pandemia depende en mayor grado de su capacidad de proveer servicios, de su infraestructura y de su habilidad para planificar y coordinar las distintas agencias del gobierno municipal ante la emergencia, de su nivel de ‘preparedness’», explicó a LA NACIÓN Horacio Terraza, especialista líder en desarrollo urbano para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
En esto coincide la arquitecta y consultora en planificación urbana y movilidad Sara Ciocca. «La densidad en sí no es el problema. Hay que ver también cómo está conformada la distribución de las fuentes de trabajo y de los servicios básicos (salud, educación) en el territorio. Hay barrios muchísimo mejor equipados que otros, y eso tiene que ver con la distribución de la riqueza, que tiene un rol mucho más importante en los efectos de la pandemia», dijo a LA NACIÓN.
Aumento en la demanda de espacios abiertos
Otro de los cambios que proporcionará esta emergencia tiene que ver con el aumento en la demanda de espacios abiertos . Algunos de los pocos lugares que han visto un crecimiento significativo en el tráfico durante los períodos de cuarentena han sido los parques y las plazas.
«La necesidad de espacios abiertos en las ciudades ha estado siempre. Hay cánones establecidos para tantos espacios abiertos por habitantes; algunos lo cumplen, otros no. Una crisis como esta lo que hace es desnudar una serie de cuestiones pendientes que tienen la sociedades consigo mismas «, indicó Gutman.
Por su parte, Cynthia Goytia, directora de la maestría de Economía Urbana de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó a LA NACIÓN que «la necesidad de preservar una distancia mínima entre las personas cuando circulan por las calles en el progresivo desconfinamiento obligará a adoptar otras medidas, como ampliar aceras y espacios de circulación peatonal, la introducción de nuevas ciclovías, que podrían utilizar carriles que estaban asignados al transporte automotor».
Hacia un transporte público más sustentable
«El transporte público es otro de los grandes temas pendientes» , señaló Gutman. «Tiene que mejorar necesariamente; mejorar en calidad, en frecuencia y tiene que permitir que podamos funcionar sin tener que estar uno arriba de otro», agregó.
De hecho, en muchas ciudades ya se pueden observar algunos cambios en el transporte público. Los autobuses en Milán, por ejemplo, tienen etiquetas rojas engomadas al piso para indicar a los pasajeros la distancia que deben guardar. Los holandeses están instalando trenes más largos y anchos y Berlín está habilitando más sendas exclusivas para ciclistas. En Gran Bretaña, la gente sube a los colectivos por la puerta trasera o del medio para reducir el riesgo de los conductores.
Por su parte, Sara Ciocca dijo que «la circulación vehicular contribuye enormemente a la contaminación ambiental. Por lo que la pandemia presenta una buena oportunidad para mejorar el transporte público, hacerlo sustentable».
Sin embargo, la especialista agregó que «la gente tiene mucho miedo y que hasta que no haya una vacuna, muy probablemente evitarán subirse a un colectivo atestado e intentarán resolver las cosas en el entorno inmediato».
Revitalización del barrio
Esto nos lleva a otro de los grandes cambios que traerá la pandemia: «la revitalización del barrio» . El desplazamiento a pie como el único medio de transporte disponible durante los bloqueos ha obligado a los ciudadanos a ingeniárselas con lo que tienen alrededor. Sin embargo, también ha resaltado la disparidad en la disponibilidad de servicios en los distintos barrios.
«La pandemia podría ser una oportunidad para corregir la excesiva concentración de actividades en las áreas centrales de las ciudades (mitigar la excesiva monocentricidad de nuestras áreas metropolitanas) y permitir el desarrollo de muchas más centralidades dentro de la región, reduciendo distancias de commuting y mejorando la accesibilidad a bienes y servicios públicos, comercios, salud, educación y empleo», explicó Goytia.
Trabajos más flexibles
No obstante, muchas personas aún deben recorrer largas distancias diarias para ir a trabajar. Pero esto también podría cambiar en el futuro. La pandemia demostró que, al menos los oficinistas, no tienen que ir a los establecimientos físicos todos los días. Pueden trabajar desde casa o en una cafetería con la misma eficacia. A raíz de la Covid-19, más personas trabajarán desde casa con más frecuencia . A la larga, las empresas necesitarán menos espacio de oficina, explicó William Fulton, director del Kinder Institute for Urban Research en la Universidad de Rice.
Por ejemplo, Jes Staley, CEO de Barclays, uno de los bancos más grandes de Gran Bretaña, dijo esta semana a periodistas: «Habrá un ajuste a largo plazo en la forma en que pensamos sobre nuestra estrategia de ubicación; la noción de poner a 7000 personas en un edificio puede ser cosa del pasado».
Proximidad digital
Como consecuencia de la pandemia y de las nuevas barreras que impusieron los gobiernos para viajar, el flujo físico de personas hacia las mega urbes ya está sufriendo modificaciones. «Habrá una ralentización porque las grandes ciudades ahora son las más peligrosas y son las que más difícilmente van a salir de esto», indicó Gutman.
Pero esto también implicó una expansión de la comunicación digital en todo el mundo, indicó la profesora de The New School y agregó que «así como tenemos que tener la expectativa de tener mejores espacios públicos, también debemos tener la expectativa de un espacio digital público de acceso universal, porque ahora gran parte de nuestras vidas pasa por las interacciones digitales «.
De hecho, la tecnología pasará a tener un rol central en muchos aspectos: en la salud, con un boom de la telemedicina, en la educación, con la mejora de las clases digitales, y en el comercio . «Amazon matará a muchos minoristas durante la crisis de Covid-19. Pero realmente esto es solo una aceleración de una tendencia que ya estaba ganando fuerza», explicó Fulton para el caso de Estados Unidos.
«La vida urbana en el futuro será algo así: más viviendas multifamiliares en sitios comerciales antiguos, más bares y restaurantes, más negocios de cuidado personal y más espacio de estacionamiento en la acera para acomodar el gran aumento de camiones de reparto», agregó el experto.
Impacto en asentamientos informales y barrios marginales
Indudablemente el impacto de la Covid-19 será más devastador en zonas urbanas pobres y densamente pobladas , especialmente para las 1000 millones de personas viviendo en asentamientos informales y barrios marginales de todo el mundo y l as 2400 millones de personas sin acceso adecuado a agua potable y saneamiento , informó ONU Hábitat.
Pero según Terraza, especialista del Banco Mundial, «esta pandemia tiene el potencial de generar la revolución de la inclusión urbana. Esta pandemia nos pone de frente a la terrible inequidad de nuestras ciudades y hablo a nivel global. Cuando se recomienda distanciamiento social en barrios donde es imposible hacerlo por los niveles de hacinamiento o donde el agua potable no llega a la casa, nos damos cuenta que algo debe cambiar de manera radical, que nuestras ciudades se deben volver inclusivas».
«Se hizo evidente la necesidad de proveer vivienda con mayor luminosidad y aireación. Con balcones y mayor acceso a espacio público. Y por supuesto, también la necesidad de proveer vivienda asequible de calidad con provisión de infraestructura básica, incluyendo acceso a internet como parte del paquete», agregó el experto.
Más relevancia de los datos a nivel local
Por último, la pandemia también ha destacado la importancia de empoderar a las ciudades con sistemas de datos más granulares y que se actualicen regularmente para proporcionar una mejor evidencia para la toma de decisiones. En la actualidad, los datos se agregan principalmente a nivel nacional, mientras que muchas decisiones sobre la contención de cualquier epidemia u otros asuntos se toman a nivel local.
«Eso significa que si mantenemos los datos en silos, no podremos rastrear dónde están los puntos de pivote y no podremos tomar las medidas correctas. Las ciudades deben seguir el ejemplo de la respuesta de Corea del Sur, que ha comenzado a construir conjuntos de datos comunitarios más integrales para comprender y abordar mejor los desafíos futuros», escribió para The City Fix Rogier van den Berg, director de Desarrollo Urbano en el Centro WRI Ross.
Sin embargo, el uso intensivo de la tecnología de vigilancia en Corea del Sur, especialmente CCTV y el seguimiento del uso de tarjetas bancarias y teléfonos móviles durante la pandemia ha suscitado un enérgico debate sobre la invasión en la privacidad de los ciudadanos por parte del gobierno.
Fuente: María del Pilar Castillo, La Nación