Por qué lo recomendamos: sus pinturas mayormente autorreferenciales permiten reconstruir la vida y los sentimientos de la genial artista latinoamericana, erigida como un ícono del feminismo.
«Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco». En cada uno de sus cuadros, una historia. Su historia. La de Frida Kahlo.
Pintado en 1940, Autorretrato con collar de espinas, además de ser una de las obras más destacadas de la artista mexicana, expresa simbólicamente su sufrimiento tras la separación de Diego Rivera,también artista, con quien mantuvo una relación de a ratos apasionada, de a ratos tormentosa.
«Autorretrato con collar de espinas», de Frida Kahlo (1940).
De las 143 pinturas que hizo Kahlo, más de un tercio son autorretratos y las demás son en su mayoría autorreferenciales. En el autorretrato que recordamos aquí, uno de los más célebres del arte latinoamericano y mundial, Frida se pinta a sí misma de frente, con una corona de espinas como collar, con el que buscaba representar el dolor punzante que sentía tras el divorcio de Rivera.
Del collar cuelga un colibrí muerto –y las alas del pajarito se parecen a las inconfundibles cejas de Frida–. El colibrí es, en México, uno de los símbolos del amor. Y acá, ese símbolo yace muerto, lo que marca la desilusión amorosa de esta genial artista. En uno de sus hombros, un gato negro –símbolo de la mala suerte, listo para cazar al colibrí–; en el otro, un mono –peculiar mascota que le obsequió Rivera–.
Un breve repaso por la vida de Frida Kahlo: nació en Coyoacán, México, en 1907 y murió en 1954, a los 47 años, por una neumonía. Pero su vida estuvo marcada por la enfermedad –contrajo poliomielitis de niña– y los padecimientos físicos –sufrió un grave accidente mientras viajaba en un colectivo que fue arrollado por un tranvía y que la dejó postrada durante largas temporadas y la obligaron a someterse a una treintena de cirugías–.
La artista Frida Kahlo.
De ahí que sus obras representen el dolor y el sufrimiento que le tocó vivir, sin por eso mostrar una visión pesimista de la vida. En ellas, además, reivindica su genética mestiza y amerindia.
Su vida amorosa estuvo marcada por la turbulenta relación con Diego Rivera y por un romance con León Trotsky, durante su estadía en México, donde de hecho fue asesinado.
Este óleo de pequeño tamaño (61 por 47 centímetros) se encuentra actualmente en el Harry Ransom Center, un centro que funciona como archivo, biblioteca y museo de la Universidad de Texas en Austin, Texas, Estados Unidos, especializado en la colección de obras literarias y culturales de los Estados Unidos, América Latina y Europa.
Fuente: Clarín