Con más tensión, ansiedad y en estado de alerta. Así se sienten muchas personas frente a la pandemia del coronavirus, en especial, cuando su vida cotidiana empieza a verse afectada. Según los especialistas consultados por LA NACION, los altos niveles de estrés que por estas horas se vive en los hogares de la Argentina y el mundo, repercuten inevitablemente en nuestra salud psicoemocional y la de nuestras familias.
Palabras como «aislamiento», «cuarentena», «barbijos», «respiradores artificiales», «contagio» y «muerte», resuenan una y otra vez en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones entre amigos y en los hogares, generando diferentes sensaciones. «Estos términos van ingresando e instalándose en la dinámica de nuestro mundo psíquico, junto a sus respectivas significaciones inconscientes», explica la psicóloga clínica Federica Otero. Por eso, la especialista advierte que «el coronavirus nos pone en jaque» y plantea dos escenarios: frente a lo desconocido «podemos aterrorizarnos y paralizarnos o utilizar recursos psicoafectivos que nos ayudarán a contenernos y contener al otro».
» El miedo en sí mismo no es malo , sino todo lo contrario. Es una de las herramientas cruciales que poseemos para convivir en el mundo y poder protegernos de peligros reales. Puede ayudarnos a no arriesgarnos o exponerse de más frente a los peligros reales de la vida», detalla Otero. El pánico, en cambio, es otra cosa . «El sujeto comienza a no saber exactamente qué le está pasando, es desproporcionado y no necesariamente coincide con la realidad. Así, produce confusión y parálisis», señala la especialista. En este sentido, agrega que «el coronavirus y toda su red de significaciones inconscientes pueden jugarnos una mala pasada» y, de a poco, «acaparar toda nuestra atención, hasta paralizarlos».
Por eso, la psicóloga advierte que tenemos que ser conscientes y no quedar atrapados en ese laberinto. ¿Cómo encontrar el equilibrio justo entre cuidándonos sin entrar en pánico ni tampoco en la negación de la realidad? ¿Qué recursos es posible desplegar para que esta experiencia sea lo más tolerable posible, minimizando los riesgos para nuestra salud psíquica y hasta, por qué no, salir fortalecidos?
Entre los consejos para poner en práctica, Otero destaca que es importante informarse bien, ser flexibles, dentro de lo posible tratar de realizar actividades que nos den placer, hablar con los hijos y la familia, armar rutinas y tener muy presente que los estados de ánimo se ‘contagian’ entre los miembros de un hogar o grupo social, a través de los diferentes mecanismos identificatorios. Por eso, la psicóloga señala que debemos tener presente el cuidado psíquico para con nosotros mismos y los otros.
En la misma línea, el psicólogo español Javier Urra, miembro destacado de la Academia de Psicología de España, subraya que el contexto actual «no es momento para la sobrerreacción o el sálvese quien pueda». «Tenemos una pandemia, pero veamos si también va a ser de generosidad o de egoísmo. Precisamos ante tanta sorpresa, ante un hecho inesperado, liderazgos sociales, solidaridad, comprensión y compromiso, son fundamentales», señala.
Para Urra, es importante evitar obsesionarse y ser «abducidos por la sobreinformación». «Busquemos la verdad, y desde luego busquemos el apoyo afectivo. Afrontemos la situación ayudando a los demás, manejando el autocuidado, apoyándonos en seres queridos ante la ansiedad. No perdamos la perspectiva, no nos sintamos acosados y acorralados, y desde el autocuidado mantengamos nuestra salud mental», aconseja. En caso de nerviosismo abrumador, tristeza persistente, angustia o pánico, Urra recomienda acudir a un psicólogo clínico. «Estos expertos en salud mental ayudan a las personas a lidiar con el estrés extremo y aportan formas constructivas de manejar la adversidad», advierte.
Mantener los pensamientos positivos es, para Urra, otra de las claves para cuidar la salud mental: «El tema es grave y puede ser largo. El ser humano necesita agarrarse, acogerse a fortalezas que le den perspectiva, que le den seguridad. Seamos conscientes del inmenso porcentaje de personas que se curan, realicemos acciones que nos transmitan sensación de control, como el lavarnos las manos y seamos responsables de lo que hacemos, pues podemos ayudar».
Con respecto a las redes sociales, los especialistas advierten la necesidad de evitar el contagio del miedo, el pánico y el replicar noticias falsas. Pero también destacan su lado positivo. «Nos puede mantener conectados fomentando la sensación de normalidad y proporcionando valiosos medios para compartir sentimientos», dice Urra.
En Sevilla, España, no aceptan la cuarentena como excusa para no hacer ejercicio. Este instructor de fitness organiza un entrenamiento desde la azotea, y las personas se unen a su clase desde sus balcones. La genialidad de la humanidad. #coronavirus
— Ernesto (@erveza) March 16, 2020
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De hecho, en los últimos días se replicaron en las redes iniciativas de ciudadanos de diferentes país que, desde sus hogares, buscan mantener el contacto con otros, acompañarse, sostenerse y mantener una mirada positiva. Todo eso, sin dejar de respetar la premisa que ya se convirtió en uno de los hashtag del momento: #YoMeQuedoEnCasa.
En videos compartidos en Twitter, por ejemplo, se ve a personas haciendo gimnasia desde los balcones de sus casa, jugando al bingo o incluso participando de fiestas «a distancia».
Urra pone el foco en la necesidad de que, en el contexto de la pandemia, tengamos la capacidad para interesarnos por otros asuntos, sin «sobreexponernos a una información que satura y limita». «No podemos mantenernos en un estado de alerta permanente obsesionados por preocupaciones y sensaciones, impedidos para dormir, trabajar. Cuidemos en no reconvertir el miedo y la frustración en agresividad o violencia. Pensemos también en cuando esto pase», dice el psicólogo español. Y concluye: «El ser humano es resiliente, afronta el sufrimiento, la incertidumbre, la ansiedad y la angustia. Creo que podemos y debemos aprender y aprovechar mucho».Por: María Ayuso