1 San Juan. Pasaje al Triásico
El Triásico se extendió por un largo período de 50 millones de años al inicio del Mesozoico (la Era Secundaria que se enseñaba en las escuelas primarias). Nuestro globo tenía una apariencia muy distinta a la de hoy y las tierras formaban un solo supercontinente, Pangea. Aparecieron por entonces las plantas de la familia de los gingkos, algunos de cuyos miembros sobrevivieron hasta la actualidad. En cuanto a la vida animal, el Triásico debuta y termina con extinciones masivas de especies: aparecieron los dinosaurios, los ancestros de los cocodrilos y de las tortugas, y los primeros mamíferos. El mejor lugar en la tierra para acercarse a esta lejanísima era es el Parque Ischigualasto de San Juan, el lugar más visitado en la provincia cuyana.
En medio de un paisaje mineral y de formaciones rocosas únicas, no desmerece su nombre popular de Valle de la Luna. Esta singular geología se explica en dos centros de interpretación, uno en la entrada y otro a mitad del recorrido.
El área es una verdadera cantera de fósiles cuya antigüedad permite ir armando el gran rompecabezas de la evolución de la vida sobre nuestro planeta. Más allá de la Cancha de Bochas o de la columna sobreviviente del Submarino, un recorrido por el valle es un increíble viaje en el tiempo que supera los 200 millones de años.
El Parque Ischigualasto abre de 8 a 17 hasta el 20 de marzo y durante el otoño e invierno de 9 a 16. Es obligatorio ingresar con guía. Los recorridos se realizan en caravana en auto propio. Los caminos de ripio son aptos para todo tipo de vehículo. Hay dos circuitos: el clásico cuesta $ 600 por persona y el corto $ 450. wwww.ischigualasto.gob.ar
2 Santa Cruz. El bosque Jurásico
Esta era geológica se estudió por primera vez en las montañas franco-suizas del Jura, pero ganó fama mundial gracias a Hollywood y los dinosaurios más temibles de la taquilla. El Jurásico siguió al Triásico y se lo conoce como la Era de los Reptiles: para la ciencia, su inicio coincide con una extinción masiva que arrasó una quinta parte de la vida marina y terminó hace 145 millones de años. En aquellos tiempos, América del Sur estaba unida a África y formaba Gondwana, que se iba separando de Laurasia.
Las rocas y las capas sedimentarias conservaron grandes cantidades de fósiles de los animales y plantas que prosperaron durante esa era. Y en la Argentina, los más llamativos son los bosques de troncos petrificados.
El Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo, en la estepa costera de Santa Cruz, es el yacimiento más impactante. La abundancia de agua en la zona durante el Jurásico Medio favoreció la formación de extensas selvas. Los Andes no habían empezado a levantarse y el Pacífico proveía lluvias. La petrificación de la madera, a lo largo de millones de años, fue propiciada por depósitos de materiales volcánicos ricos en silicios. Se encontraron mineralizaciones de varios tipos de árboles y entre ellos los ancestros de las actuales araucarias, cuyos troncos tenían diámetros de 2 m y pudieron alcanzar cien m de altura.
3 Neuquén. Visita al Giganotosaurus
El Cretácico siguió al Jurásico y terminó hace 66 millones de años, con la desaparición casi total de los dinosaurios. A lo largo de este período, América del Sur y África se separaron y se formó el Atlántico Sur.
La tierra vio aparecer una gran cantidad de familias nuevas de plantas que sustentaron a enormes animales. El 50% de los fósiles de dinosaurios encontrados corresponden a los últimos 40 millones de años del Cretácico.
En Neuquén se encontraron restos de muchas de aquellas especies. Los más emblemáticos son los que ostentan récords de tamaño: el Argentinosaurus y el Giganotosaurus, considerados respectivamente el animal más gigantesco conocido que haya vivido sobre nuestro planeta y el carnívoro más grande.
Los restos fosilizados de ambos se exponen en Neuquén, que cuenta con un verdadero circuito turístico-paleontológico. El primero está en el museo Carmen Funes de Plaza Huincul mientras que el Giganotosaurus carolinii espera visitas en el museo de Villa El Chocón, localidad donde se pueden ver también huellas fósiles de dinosaurios, a orillas de la represa. Además de estos dos sitios hay otro museo en Rincón de los Sauces y un sitio de excavación y estudios de fósiles abierto al público en Barreales.
El museo de Villa El Chocón abre todos los días de 8 a 20.30. Está en el Centro Cívico de la villa. El valor de la entrada es de $ 100. El Museo de Plaza Huincul está en la calle Córdoba 55. Abre de lunes a viernes de 8.30 a 20.30 y los fines de semana y feriados de 9 a 21. La entrada cuesta $ 100. www.neuquentur.gob.ar
4 Río Negro. Tras las aves del terror
El Paleoceno es un período que empezó con la extinción de los dinosaurios a fines del Cretácico y duró unos diez millones de años. Los grandes beneficiados de esa nueva era fueron los mamíferos y las aves, que lograron adaptarse a casi todos los nichos ecológicos de nuestro planeta. Algunos fueron tan exitosos que crecieron en tamaño, como habían hecho los dinosaurios antes de ellos. Es el caso de los fororracos, conocidos también como las «aves del terror». Estos gigantescos pájaros carnívoros no podían volar por su peso; medían más de dos metros de altura y tenían un pico tan letal como un puñal.
Los fororracos se dividieron en varias subespecies y fueron particularmente abundantes en la región de las pampas, aunque se hallaron restos también en otras partes del continente. Estuvieron entre los pocos animales que se expandieron por América del Norte desde el sur. Las «aves del terror» aparecieron durante el Paleoceno y se extinguieron hace apenas 2,5 millones de años.
Uno de los vestigios más impactante que dejaron aquellos superpredadores sudamericanos está en la costa rionegrina: en el balneario El Cóndor se hallaron improntas en perfecto estado de conservación, que muestran las forma que tenían sus patas. Solo se pueden ver durante visitas guiadas que realiza un grupo de biólogos locales.
El Cóndor es el balneario más cercano a Viedma y Carmen de Patagones, en la desembocadura del río Negro. Es un paraíso de playa y naturaleza. El biólogo Mauricio Faillá organiza salidas interpretativas en la región, incluyendo visitas a las huellas de los fororracos.
5 Buenos Aires. Huellas del Pleistoceno
Este gran viaje en el tiempo está por terminar con el Pleistoceno, período del Cuaternario, la penúltima era de la escala geológica de nuestro planeta. El género Homo ya existía y convivieron varias especies de homínidos, a lo largo de un tiempo que los científicos ubican entre 2,5 millones de años y 11.000 años.
Durante el Pleistoceno, el Homo sapiens domesticó el perro y se adueñó del fuego. Su expansión por el globo fue fatal para la mayoría de los grandes mamíferos. Le cedieron su lugar los tigres dientes de sable, los megaterios (grandes perezosos), las macrauchenias (camélidos con trompa), los toxodones (similar a rinoceronte) y los gliptodontes.
Estos últimos eran gigantescos ancestros de los tatús. La especie apareció hace 30 millones de años y los últimos especímenes murieron hace más de 10.000 años. Quedan fósiles -sobre todo de sus imponentes caparazones- en varios museos del país. Y en el balneario de Pehuen Co, la científica de Bahía Blanca Teresa Manera descubrió hace unos años huellas de aquellos animales sobre placas de barro solidificadas, conservadas bajo la arena de la costa.
Las huellas están dentro de una zona declarada Reserva Geológica, Paleontológica y Arqueológica Pehuen Co-Monte Hermoso (donde hay huellas de los primeros pobladores de la Argentina). Tienen 12.000 años de antigüedad y se ve cómo los pesados animales dejaron sus improntas en el barro de lo que era una laguna. Las huellas están sobre la playa, a poca distancia del balneario. También hay una sala de interpretación en el bosque de Pehuen Co. www.visitapehuenco.com.ar
Fuente: Pierre Dumas, La Nación