SEÚL, Corea del Sur — La pizzería de Eom Hang-k en el ruinoso distrito de Noryangjin en Seúl ha atraído a cinéfilos de Japón y hasta de Estados Unidos y la Argentina en los últimos meses, que acuden a ver dónde filmó Bong Joon Ho parte de “Parásitos”.
“Estoy muy feliz de que mi negocio haya tenido un papel aunque sea diminuto en la creación de la histórica película”, dijo Eom, de 65 años, acerca del filme que el 9 de febrero se convirtió en el primero en idioma extranjero en ganar el Oscar a Mejor Película en los premios de la Academia.
El activismo en el campus en Seúl ayudó a dar forma a las opiniones de Bong. Miembros del club de cine universitario festejan la victoria del Oscar. Foto: Ahn Young-Joon/Seoul, via Associated Press
Las calles de Seúl son un personaje en “Parásitos” tanto como los actores, y tuvieron un papel formativo en el enfoque de Bong sobre la desigualdad en la ciudad de 10 millones de habitantes.
Los familiares de Bong han declarado a la prensa sudcoreana que él mostró una marcada atención a las desigualdades de riqueza desde temprana edad, y que llevaba a amigos más pobres de la escuela a su casa para que cenaran con él.
Cuando Bong ingresó a la Universidad Yonsei, en Seúl, en 1988, había protestas casi todos los días contra la brutal dictadura militar.
Bong dijo que él no fue activista en sí, aunque dibujaba historietas para el periódico del campus que a menudo defendía la causa de los manifestantes.
Sin embargo, “es claro que su visión del mundo se moldeó durante sus días en la universidad”, lo que “lo volvió sensible a las problemáticas sociales”, dijo Tcha Sung-jai, productor en las primeras dos películas de Bong.
Cuando Corea del Sur empezó a democratizarse en la década de los 90, eliminando poco a poco la censura estatal de películas y libros, una nueva generación de directores y productores de cine, como Bong y Tcha, generaron un renacimiento en la industria cinematográfica sudcoreana a principios del nuevo milenio.
Hicieron películas que abordaban temas otrora tabú: la reconciliación de Corea del Norte y del Sur, la tortura de activistas estudiantiles, un sistema judicial corrupto y una masacre de manifestantes pro-democracia.
Algunos de estos filmes fueron súper éxitos, eclipsando a las importaciones de Hollywood que durante tanto tiempo habían dominado las salas locales de cine, tal es así que el gobierno las obligó a dedicarle horas a las películas de producción nacional.
Bong batalló al principio para ganarse la vida grabando videos de bodas. Su segunda películas, “Memories of Murder” (Recuerdos de un asesinato, de 2003), basada en un caso de la vida real de asesinatos en serie, le dio su primer éxito. Al poco tiempo se volvió famoso por toda Corea del Sur, al dirigir varios éxitos de taquilla aclamados por la crítica.
Sus películas abordaban temas como la incompetencia policial, los peligros de la ingeniería genética y la lucha de clases que desgarraba a la sociedad sudcoreana, y aderezaba estos temas con comedia negra.
Pero los políticos conservadores se volvieron recelosos de los directores de cine “izquierdistas” como Bong, a quienes acusaban de crear “propaganda política”.
Los gobiernos de dos presidentes conservadores, Lee Myung-bak y Park Geun-hye, colocaron en secreto a miles de artistas en una lista negra por sus ideologías izquierdistas. Convirtieron en blanco especial a “Memories of Murder” de Bong, y “El Huésped”, su film de 2006. Lo acusaron de recalcar la “incompetencia del gobierno” y propagar “mensajes antiestadounidenses e izquierdistas”.
Aún después de que “Parásitos” ganara la prestigiosa Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, en mayo, muchos políticos conservadores la calificaban de “una película roja” que no valía la pena ver.
Pero los Oscar cambiaron todo eso. Los candidatos conservadores en Daegu, ciudad natal de Bong, han propuesto construir un museo, erigir una estatua y renombrar calles en honor a Bong.
Fuente: The New York Times