Este jueves 13 se cumplieron 50 años del lanzamiento del primer disco de la legendaria banda Black Sabbath, abanderada del heavy metal desde comienzos de la década de los ’70. Un disco de una particular sonoridad que no sólo definió el estilo, sino que también, a través de sus letras, conjugó al heavy metal con el ocultismo y hasta con una cierta atmósfera satánica.
El viernes 13 de febrero de 1970 el sello Vértigo/Phillips lanzó el disco Black Sabbath, un trabajo que el cuarteto de Birmingham grabó y masterizó en sólo dos días.
Fue un éxito comercial que llegó al 8° lugar en ventas en el Reino Unido y escaló hasta el puesto 23° en Billborad, en los Estados Unidos. La discográfica invirtió sólo 600 libras esterlinas (unos 1200 dólares) en su producción y no tuvo presupuesto para difundirlo, pero el nivel de ventas alcanzado fue resultado del boca a boca. La banda estaba formada por el cantante -y hoy celebridad televisiva– Ozzy Osbourne (71 años), el guitarrista Tony Iommi (71), el bajista Geezer Butler (70) y el baterista Bill Ward (71) y con un estilo influido por el trío Cream y Vainilla Fudge.
La banda liderada por Ozzy Osbourne, en su etapa de esplendor, concentrada entre el ’72 y el ’74.
En su autobiografía, I Am Ozzy, Orbourne señala: “Nos prestaron un estudio por dos días, pero nunca se habló oficialmente de grabar un disco; llegamos, armamos los instrumentos, pusimos los micrófonos y grabamos ese material en poco más de dos horas, luego agregamos guitarras, doblamos algunas voces y se acabó. Recuerdo que llegamos al bar con tiempo de tomar una última copa”.
Un disco que ganó protagonismo debido a que se salió de lo esperado. Quebraba de manera tajante con ese espíritu influido por el hippismo Flower Power y, si bien no fueron los primeros en romper con esa sonoridad de la Era de Acuario, la música de Black Sabbath era recia, basada sobre riffs y con un sonido bastante crudo, en particular la mixtura de voz y guitarra que se parecía bastante a un choque de autos.
Tanto por su música como por la estética, los integrantes de Black Sabbath intentaban mantener encendida la llama del misterio.
No obstante, no era la única banda en Gran Bretaña que sonaba dura: lo diferente de su propuesta fue el combo de sus atmósferas y letras relacionadas con el ocultismo y el satanismo. Sonido de tormenta, lejanas campanadas le dan al comienzo de este disco -con el tema Black Sabbath– un ambiente de terror que provocó en aquella juventud una inesperada atracción por ese misterio que genera lo sobrenatural.
Así, de pasar inadvertido, el grupo comenzó desde ese momento a ser reconocido como dentro de una corriente ocultista: ahí nació esa relación entre heavy-metal y satanismo. Sí, fueron ellos. La letra escrita por el bajista Butler es confusa, al punto que el propio creador dijo que se entendió al revés. “Más que una oda al satanismo, la idea era advertir del peligro de estas prácticas”. Evidentemente, en la confusión salieron favorecidos.
Hay otros temas originales, como The Wizard, cuya letra está inspirada en el personaje de Gandalf, de El Señor de los Anillos: la música es un blues eléctrico duro con un atrevido unísono de guitarra y armónica, tocada por Osbourne. Luego, Behind the Wall of Sleep es un rock con cambios de clima y en donde juegan con el contraste entre el rock cuadrado y el lirismo de la voz. N.I.B. abre con un curioso solo de bajo, mientras la letra retoma el tema de las tentaciones del demonio. El riff y la colocación de la voz se parecen demasiado a Sunshine Of Your Love, de Cream.
Fue tal el éxito del primer disco, que en siete meses sacaron el segundo, ya con más presupuesto y estrategia comercial: «Paranoid» salió el 18 de septiembre del ’70.
En Evil Woman, del grupo norteamericano Crow, la voz camina sobre un riff de guitarra y bajo, un estribillo tiene un clima bien de grupo inglés de los años ’60 y el corto solo de Iommi es quizás de los mejores del disco. Sleeping Village tiene una introducción de arpegio y voz que luego deviene en un riff, para avanzar sobre un arreglo instrumental poco claro; más bien parece un rompecabezas. El disco termina con Warming, un clásico del estilo de la banda, con la voz de Osbourne arriba del sonido saturado del grupo.
Hasta aquí la música, pero, sin dudas, la tapa del disco jugó un papel determinante: mientras que los músicos de la banda se hacían los misteriosos afirmando que la mujer, que daba muy bien el aspecto de bruja, había aparecido misteriosamente en la foto de la casa que está detrás, no fue otra cosa que un fotomontaje. En este sentido, en la tapa original también pueden entreverse un ángel y un demonio sobre el árbol que está a la derecha de la foto.
En fin, todo diseñado para lograr un efecto que tuvo una profunda repercusión en el público. A Black Sabbath se los relacionó durante años con el satanismo sobre el que los músicos por aquel tiempo tampoco querían ahondar.
El inesperado éxito del primer disco del grupo tentó al sello discográfico para lanzar el siguiente cuanto antes. Se quería aprovechar esa ola de entusiasmo que había conquistado la banda, mientras que los directivos del sello no creían en la duración de este frenesí rock-ocultista, de ahí que le propusieron a Black Sabbath hacer un segundo disco que se iba a llamar War Pigs, que entraron a grabar en junio de 1970 y que editaron finalmente con el sintomático nombre de Paranoid.
El lanzamiento fue el viernes 18 de septiembre de 1970, fecha que coincidió con la noticia de la muerte de Jimi Hendrix por una sobredosis de barbitúricos, tomados de manera accidental.
Black Sabbath nació a fines de 1967 como fusión de dos bandas de la zona de Aston, un barrio industrial de Birmingham; Iommi y Ward venían de separarse de Mythology, mientras que Butler y Osbourne, de Rare Breed. Al cuarteto le sumaron una guitarra rítmica y un saxofonista, y bautizaron a esta banda con el insospechado nombre de The Polka Tulk Blues Company, que se redujo por motivos prácticos a Polka Tulk hasta que despidieron al guitarrista y al saxofonista y se llamaron Earth; la banda hacía versiones de Jimi Hendrix, Cream y del trío norteamericano Blue Cheer, es decir, sintonizaban con la actualidad, aunque no salían de ser un grupo de covers.
Quizá la dirección que tomó el grupo posteriormente se debió al regreso de Iommi, tras una corta temporada con el flautista Ian Anderson y los Jethro Tull, a lo que sería Black Sabbath. “Aprendí que para triunfar hay que trabajar duro; con ese espíritu me reintegré a la banda”, dijo el guitarrista, en una entrevista televisiva a comienzos de los ’70. Mientras tocaban como Earth, nombre que le daba a la banda una connotación marcadamente trabajadora, se enteraron que había otro con ese nombre, algo casi insoportable en vista de la identificación que los grupos de rock hacen de sus nombres, casi como si fueran equipos de fútbol.
Frente a la sala de ensayos del grupo, en Birmingham, un viejo cine proyectaba una película de terror italiana, con nada menos que Boris Karloff como protagonista de Las tres caras del miedo (1963), que tradujeron libremente en los afiches como Black Sabbath. Butler, músico observador si los hay, no podía creer las colas que se generaban para ver ese filme tan poco recomendable en términos de calidad. “¿Cómo puede ser que la gente gaste dinero en una película de miedo?”, se preguntaba el bajista que, más allá de su incredulidad, aprovechó esa vivencia y escribió la letra de un tema que tituló Black Sabbath, inspirada en una novela del escritor de best sellers Dennis Wheatley, muy imbuido por el ocultismo.
Earth, entonces, pasó a llamarse Black Sabbath y, al usar en su famoso tema intervalos de tres tonos, llamado tritono o Intervalo del Diablo, sellaron su destino a un género que hasta hoy es asociado al ocultismo.
Osbourne, entre la enfermedad y el futuro
El cantante y celebridad televisiva Ozzy Osbourne reveló días atrás, junto a su esposa Sharon, que padece el Mal de Parkinson y señaló que viajaría a Suiza para comenzar con un nuevo tratamiento en vista de que el que estaba realizando en los Estados Unidos no resultaba.
Ozzy Osbourne viajará a Suiza para comenzar un nuevo tratamiento. Y en sus planes figura seguir pisando los escenarios.
Y, además de mencionar todos los inconvenientes que sufre a raíz de esta enfermedad neurodegenerativa, adelantó que está trabajando en su próximo disco con el guitarrista de los Gun’s and Roses, Slash.
Expulsiones y reencuentros
Black Sabbath pasó por muchos cambios en su formación. Osbourne fue echado del grupo en 1979 y Bill Ward, a mediados de 1980, ambos a causa del consumo de alcohol y drogas. Y en 1984, por su parte, Butler abandonó la banda decepcionado por todo lo que estaba ocurriendo alrededor del grupo.
En su formación como trío, sin el baterista Bill Ward: el guitarrista Tony Iommi, el multifacético Ozzy Osbourne y el bajista Geezer Butler.
Iommi, al quedarse sólo, quiso comenzar su carrera solista, pero la Warner le dijo “Black Sabbath o nada”. Entonces rearmó Black Sabbath. Recién en 2011 se reunió la formación original, aunque el baterista Ward duró poco, debido a exigencias imposibles de complacer.
Desde el 11 de noviembre de 2011, en el Whiskey A Go-Go, de Hollywood, en California, hasta el 4 de febrero de 2017, en su ciudad natal, Birmingham, Black Sabbath, con Osbourne, Iommi ( a quien le diagnosticaron un linfoma en 2012) y Butler hizo algunas giras y conciertos especiales hasta su disolución, aunque siempre está abierta la puerta para que se asomen y den algún que otro concierto.
Fuente: Clarín