Pasado el mediodía, poco menos de la mitad de los casi 800 empleados que tiene la Biblioteca se congregó en uno de los salones del tercer piso, contiguo a la oficina del escritor, que se presentó de manera socarrona como «el único pescado que viene de afuera», ya que el resto de los nuevos cargos directivos estará en manos del personal que ya formaba parte de la plantilla.
«La prioridad que vamos a tener es conservar el laburo -arrancó Sasturain-. Por otro lado vamos a tratar de no inflar el personal. Estamos bien con los que somos acá. Trataremos de no inventar ni ravioles ni direcciones que después se llevan altos sueldos. Y por otro lado, trataremos de cuidar el laburo y el edificio, que tiene que estar bien. En eso sí no vamos a ahorrar plata: tenemos que trabajar cómodos», arengó frente a la ovación de los empleados.
Con el estilo campechano y humorístico que lo caracteriza, el autor de «Manual de perdedores» fijó posición sobre la manera de procesar los déficits de la gestión anterior: «No vamos a llorar. Ni para fuera ni para dentro -señaló-. No nos vamos a quejar de que no tenemos guita. Cuando uno se dedica a hablar de la herencia parece ser que la política de este gobierno fuera no darle un mango a la cultura. Y la verdad es que no es así, porque no hay un mango para nadie».
Luego, Sasturain comentó que fue elegido como director por su pericia lectora pero que deberá apoyarse en técnicos y especialistas para cubrir algunas de las tareas que requiere un rol tan complejo: «Vine a aprender de ustedes. Si uno reconoce su ignorancia en algunos aspectos puede ser tomado como una pose pero no es así. Tenemos que aprender a derivar y a aceptar lo que los otros saben y uno no», dijo.
«Tenemos mucho para dar y no para pedir. Hagamos cosas para la comunidad, inventemos cosas para darle a la gente. No puede ser que para dar un curso traigamos gente de afuera. Hay muchas cosas que podemos hacer nosotros», prosiguió.
A continuación, Sasturain presentó a la nueva subdirectora, Elsa Rapetti, una bibliotecóloga con muchos años en la institución que hasta ahora estaba a cargo de la Dirección General de Coordinación Bibliotecológica, cuya mención desató una seguidilla de aplausos cerrados y gritos eufóricos.
«Esta es una oportunidad enorme que la estoy tratando de asimilar con bastante susto. Quiero agradecerle esto a Juan y voy a retribuirle con esfuerzo y responsabilidad, codo a codo en lo que él crea -aseguró la flamante co equiper de Sasturain-. Pasamos años muy feos pero ya está, demos vuelta la página».
«Por lo pronto están empezando a llegar 7.000.000 de dólares que obtuvimos de un crédito que nos otorgaron para obras y equipamiento. Lo va a pagar Nación a lo largo de veinte años y lo vamos a usar para que la Biblioteca deje de ser esa gran biblioteca de la ciudad de Buenos Aires y empiece a tener un concepto más federal recuperando esto de ‘nacional’ pero desde la federalización con todas las instituciones del país», anunció Rapetti.
Luego fue el turno de la escritora, periodista y ensayista María Moreno, que acaba de entrar en funciones como titular del Museo del Libro y la Lengua, una institución anexa a la Biblioteca que abrió en 2011 por decisión del entonces director Horacio González y fue dirigida por la socióloga María Pía López hasta diciembre de 2015, cuando se cerró por orden del entonces director Alberto Manguel.
«Una de las tareas importantes es que el Museo vuelva a tener toda su potencia y soberanía. Con Juan nos unen algunas cosas, como es la pasión por los papeles nacionales, no solo para tenerlos y completarlos sino para pensarlos críticamente. Compartimos la idea de que ninguna lectura se detiene: siempre va variando, como la lengua», indicó.
La autora de «Black out» y «Banco a la sombra» adelantó que su gestión le dará prioridad a los debates sobre el lenguaje inclusivo, «aunque es una palabra que no me gusta porque ¿quién incluye? ¿desde qué lugar? Me gusta pensar más en una lengua plurinacional, federal, tutti frutti más bien… la lengua de los pueblos originarios, de los inmigrantes, de los jóvenes, del género sobre todo».
«Como feminista me gusta pensar un legado como el de María Pía López, no en el sentido de una ruptura en aras de una originalidad o un nuevo comienzo sino todo lo contrario: como una parentalidad, para levantar legados y nombres propios con una función política. En lo personal, es una tremenda emoción dejar de regar mi jardín narcisista, ya que me dedico a hacer crónicas de no ficción que le dan mucha bola a la mirada personal, para emprender una tarea colectiva. Es una alegría, un desafío y una aventura», resumió Moreno.
Sasturain presentó luego a otros integrantes de su equipo, entre ellos Roberto Arno en la Dirección General de Coordinación Administrativa: Guillermo David en la Dirección Nacional de Coordinación Cultural; Laura Rosato y Germán Alvarez en el Centro de Estudios y Documentación; Horacio González a cargo de la Dirección Editorial; y Damián Blas Vives en la Dirección de Gestión Cultural.