A simple vista, parece que tienen pocas cosas en común: vienen de lugares diferentes, tienen una trayectoria muy distinta y hasta los caracteres son opuestos. Una llega a los ensayos varias horas antes, y la otra, puntual. Una es más controladora y la otra se deja llevar. Y la lista sigue. Sin embargo, ellas se complementan muy bien. Nacha Guevara y Moria Casán estrenan La gran depresión, una comedia disparatada de dos autores españoles, Félix Sabroso y Dunia Ayaso. El estreno será este viernes, con funciones de miércoles a domingos, en el Multitabarís. En una charla íntima, sobre el escenario del teatro y con el decorado casi listo, Nacha y Moria se confiesan y hablan de su amistad, del amor, del feminismo y de otras yerbas. «No es solamente una obra de teatro: tiene características de evento por las personalidades, las trayectorias y lo que cada una le aporta al espectáculo. Yo no hacía una comedia desde hacía 11 años ( Una familia poco normal) y Nacha, desde hace más ( El graduado, en 2005)», arranca Moria.
-¿Quién convocó a quién?
Nacha: -Hace siete años conocí a los autores porque el productor de esta obra en España fue quien me llevó a hacer una gira. Fue un éxito muy grande esta pieza allá y pedí leerla; quería saber de qué se trataba. Y me gustó enseguida, porque es una comedia muy alocada, divertida, absurda. Tiene el estilo de Pedro Almodóvar, porque los autores trabajaron mucho con él. Desde entonces, La gran depresión siempre me dio vueltas en la cabeza. Hablé de esto con Moria hace tres años y ella no podía. Y otra vez tampoco se dio. Y se dio ahora. Pensé que me iba a decir que no, porque ella está haciendo su programa ( Incorrectas, por América), de dos horas y media, todos los días. La verdad es que no entiendo cómo puede. Yo no lo haría. Le pregunté de todas maneras y por suerte dijo que sí.
Moria: -Me encantó la obra. Primero, me gustó el rubro, que me hizo un lindo sonido. Y después me gustaron la pieza y el aire que le vamos a dar y cómo la construimos. Estamos en un nacimiento.
Nacha: -Está muy aggiornada la obra.
Moria: -Ella es Marta y yo soy Gloria. Marta siempre tiene problemas con los hombres, y una de esas veces, muy desdichada luego de un desencanto amoroso, quiere suicidarse. Pero antes llama a una amiga, a la que no ve desde hace ocho años, para que la venga a rescatar. La obra relata ese encuentro, en el que se pasan facturas, se conocen secretos y hay una trama policial. Una locura.
Nacha: -Empezamos a ensayar a principios de diciembre, pero hubo una interrupción porque amiga se fue a casar [ríe a carcajadas]. Pero yo me quedé trabajando.
Moria: -Yo tampoco sabía que me iba a casar en un una casa de Florencia, la cuna del Renacimiento. Es algo mío, muy privado. Yo, que siempre hice todo tan público.
-¿Cómo nació ese amor tan arrollador?
Moria : -Es un hecho que se dio en mi vida y que no se parece a ningún otro. Hace un tiempo la [Graciela] Borges estaba en un restaurante con él [Humberto Poidomani, artista plástico] y me lo presentó. Yo conocía a este hombre de antes, porque había tenido varias cosas acá, pero no nos cruzábamos desde hacía años. Se quedó una semana y salimos. Al segundo día me mandó una escultura hermosa a mi programa, La moda se viste de muerte. Y un día me llamó y me dijo: ‘¿Te querés casar conmigo?’. Le contesté: ‘Bueno, dale’. Ya estaba invitada igual a Roma y Florencia porque él exponía. Me dijo: ‘Vamos a preparar algo muy lindo en una terraza fiorentina’. Fue todo muy loco. Ni lo pensé. Lo que más me gusta es que apenas me casé me separé, porque Poido [así lo llama Moria] no vive en Buenos Aires.
Nacha : -Es como Marlene Dietrich cuando le preguntaron si creía en los matrimonios con dormitorios separados. Y ella contestó que sí y agregó: ‘Y en casas separadas, y en los países separados y en los continentes separados’.
Moria: -Es el amor después de ningún amor, porque me cuesta un huevo enamorarme. Estaba muy enamorada de mí misma. No tengo mucha capacidad de amor. Me he construido y no quiero que nadie me saque de eje. Entonces, cuando sos el albañil, el constructor, el maestro mayor de obras y el arquitecto de tu psiquis, no querés que nadie venga a romperte las pelotas.
-¿Y qué hizo Poidomani para que se lo permitieras?
Mori a : -Poidomani me conquistó porque tiene una cabeza muy parecida a la mía, es un hombre muy noble, muy bueno, muy sabio. Y fui como una geisha para él. Me encanta que sea así y que no se sepa mucho. La gente no sabe si es verdad o mentira. Mi vida ha sido siempre tan pública que esta vez me gusta que sea privado, porque siento que es algo verdadero. Admiro a un hombre después de mucho tiempo. Tenía mis cosas clandestinas, pero hacia cuatro años que estaba sola y él me conquistó de una manera divina, inesperada.
-¿Y vos te animarías a enamorarte, Nacha?
Nacha : -No lo sé. Nunca se sabe. Todavía puede ser. En ese sentido soy muy parecida a Moria. Soy muy independiente y la paso muy bien sola. Valoro mucho mi espacio, mi silencio, mis gatos.
-¿Cómo nació esta amistad y cómo crece? Parecen muy diferentes.
Nacha: -Nos hemos cruzado muchas veces en la vida e hicimos algo en cine, pero muy breve, y los personajes casi no se cruzaban [Funes, un gran amor, en 1993, con dirección de Raúl de la Torre, y en 2011 Cruzadas, de Diego Rafecas]. No habíamos compartido tanto como en el «Bailando por un sueño» (entre 2014 y 2017), que estuvimos sentadas una al lado de la otra durante dos años y medio. Todos los días. Ahí te conocés o te conocés y pueden pasar dos cosas: que esté todo bien o que te conozcas y salgas con una amiga. No es fácil, porque uno no va al trabajo a hacer amigos, vas a hacer tu trabajo lo mejor que podes y sabés, pero cuando viene con la bendición de amigos, bienvenidos. Estábamos muy cerca y [Marcelo] Polino también es un amigo. Me llevé dos amigos de ahí y no es poco.
Moria: -Yo la agarraba de la mano porque la vi muy frágil.
Nacha: -Ella es como mi mamá.
Moria: -Le veo una mirada de niña tan profunda que creo que nadie se la vulnera. Es como la niña mía que pudo haber sido abusada, pero nadie me la quita, como mi eje. Nacha tiene latente a su niña en su mirada. No tiene resentimientos, es extremadamente sensible, y eso me vulneró. Me dieron ganas de protegerla. Yo era su disparador, le decía que no se quedara con ganas de nada. Porque si no, después tenés que ir a terapia. No, mi amor, yo hice terapia con la gente, con la televisión, con los periodistas. Nunca hice análisis, porque, además, debuté en el teatro desnuda, y ahí aprendí a cubrirme con mi propia luz; jamás hice un casting ni estudié teatro. Todo es causalidad. Un día salí de la facultad a las 19 y dos horas después estaba debutando en el Nacional.
Nacha: -Hemos pasado muchas, como casi cualquier ser humano cuando te interesás en escucharlo, porque toda vida humana es muy interesante. Y todos tratamos de protegernos, nos hacemos una coraza y hacemos como que no pasó nada y el show de la vida continúa. Hemos pasado de todo y enhorabuena, porque todo eso me hizo ser como soy. No soy perfecta ni mucho menos, pero me gusta ser como soy. Es cierto que tengo que cambiar muchas cosas todavía, espero que la vida me dé tiempo.
-¿Te molesta que digan que tenés muy mal carácter, que sos perfeccionista y que no aceptás errores?
Nacha: -Tengo carácter fuerte, sí. No soy perfeccionista y hay un error con eso. El perfeccionista nunca está satisfecho. En cambio, yo, hay un momento que digo: ‘Es así, logramos lo que queríamos’. Y ahí se queda. No sigo jodiendo. Sí jodo mucho tiempo hasta llegar ahí. Eso sí. Pero sé cuando está el fruto y no lo puedo llevar más allá, y no me atormento. Cuando se parece a lo que imaginé y lo veo realizado, me quedo tranquila. Estoy muy satisfecha con los espectáculos que he hecho, éxitos o fracasos, pero siempre fueron impecables. Eso es trabajo y búsqueda de la excelencia. Y el que busca la excelencia jode. Lo tengo asumido, no lo puedo cambiar ni lo quiero cambiar. Soy como Steve Jobs, que decía: ‘La calidad como religión’. Moria es menos controladora.
Moria: -Nacha está en todos los detalles y hace la dirección general, el diseño de luces, la puesta. Y yo confío en ella.
Nacha: -Es algo me gusta pero me cansa también. Y me estimula al mismo tiempo.
-¿No podés delegar, Nacha?
Nacha : -Sí, según con quién. He tenido directores maravillosos y me agarro de ellos como un náufrago. Todo director es un maestro, de algún modo. Y cuando sucede eso, soy redócil y sumisa con aquella persona a quien respeto y que reconozco que tiene más talento, más sabiduría, que me va a enriquecer. Entonces soy como otra persona.
-Hace algunas semanas se habló mucho del cambio de dirección de la obra [Corina Fiorillo dio un paso al costado y Nacha se hizo cargo]. ¿Ahora estás satisfecha con el trabajo?
Nacha : -Estoy conforme con ese cambio y satisfecha con los resultados. Mariano Dossena es coach de Moria. La puesta y la dirección son mías. Cuando hago la puesta de luces, me acerco mucho a lo que imaginé, porque todas las piezas del rompecabezas están juntas. La luz es mágica, una vibración muy fina que crea estados de ánimo diferentes, no solo para el público, sino también para el actor que sabe sentir la luz. La luz te cambia la emoción, entonces adoro ese momento en el que se construye un mundo no físico, pero es el mundo con el que te vas a comunicar.
-¿Cómo viven el feminismo de hoy? Las dos son un poco pioneras en el tema.
Moria: -No es fácil encontrar mujeres que no estén vampirizadas, que se hacen sororas de la otra para visibilizar algo que esta visibilizado. No entramos dentro de esa cosa banal. No lo necesitamos porque somos mujeres-hombres que han pavimentado un camino.
Nacha: -Era inevitable, natural que esto sucediera. Respeto el feminismo desde Hatshepsut, la faraona de Egipto, que es la primera feminista que reconozco. A partir de ahí puedo hacer una lista que llega hasta el fondo del teatro. Siempre hubo mujeres luchadoras que querían avanzar y buscaban rebelarse ante la autoridad. Ellas pavimentaron el camino y nosotras también hicimos nuestro pequeño recorrido. Así es la evolución. Ahora hay que caminar por ahí. Pero hay que caminar y no hablar. Como decían en la película Matri x : «Una cosa es conocer el camino y otra cosa es caminar».
Moria: -Hay demasiada utilización de la palabra feminismo de parte de los medios. Y los escraches me parecen espantosos y no sirven. Hay un uso de gente que tiene necesidad de decir, pero que no hace. Respeto a la mujer, amo mi género femenino.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación