La estrella supergigante roja Betelgeuse -estacionada a 642 años luz en la constelación de Orión- se sigue oscureciendo en un proceso que todavía no tiene una explicación categórica. De acuerdo a las últimas mediciones, su luminosidad disminuyó casi un 25% desde septiembre de 2019. Su temperatura también está cayendo. Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Villanov, en Filadelfia, llegó a una conclusión: su explosión sería inminente.
Las observaciones más recientes de los telescopios ópticos registraron una merma en su espectro de luz, lo que hizo que Betelgeuse pasara del puesto nueve al 23° en el listado de las estrellas más brillantes del Universo visible.
Este comportamiento errático mantiene en vilo a los astrónomos quienes esperan ser testigos de la supernova más brillante jamás observada por el ser humano. La semana pasada Neil deGrasse Tyson, director del planetario Hayden en Nueva York, hizo circular una convocatoria a los aficionados para que observen y monitoreen su nivel de brillo.
El ocaso de una estrella de estas magnitudes es considerado como uno de los acontecimientos más violentos y energéticos de cuantos se producen en el Universo. Cuando su luz alcance la Tierra, se verá en el firmamento un resplandor extraordinario. Incluso, muchos astrofísicos llegaron a sostener que podrían aparecer dos soles durante el día.
La brillante estrella Betelgeuse sigue oscureciéndose sin explicación.
“De acuerdo a la distancia a la que se ubica la estrella y conociendo cómo brillan otras explosiones de supernova similares, lo que se percibiría es un poco más de claridad que cuando hay Luna llena. Y aunque se trata de un evento visible a plena luz, decir que va a ser similar a dos soles es una exageración. Es cierto que es muy luminoso, pero está lejos de ser un segundo Sol”, advierte Marcelo Miller Bertolami, investigador del Instituto de Astrofísica de La Plata, UNLP-CONICET.
Y mientras algunos expertos consideran que están dadas las condiciones para que se materialice este fenómeno cósmico, otros sostienen que esto ya podría haber ocurrido, sólo que los fotones tardan unos 642 años en llegar a la Tierra con la información de la explosión.
“Como la estrella está a unos 640 años luz de la Tierra, lo que allí suceda recién nos enteraremos dentro de ese tiempo y no hay forma de saber si ya ocurrió o no, porque ninguna información se propaga más rápido que la velocidad de la luz. Así que la explosión misma será el primer indicio de su final”, argumenta Bertolami.
Betelgeuse, también llamada a Orionis o HIP 27989, está en la constelación de Orión y fue la novena estrella más brillante en el cielo.
Los registros más antiguos señalan que la estrella comenzó a ‘marchitarse’ hace unos 700 años y lo más seguro es que explote dentro de 100 mil, luego de que la conversión y fusión de elementos termine por convertir su núcleo en hierro. Pero la drástica disminución de su combustible es tomado como un serio indicio del fin.
El análisis de más de 25 años de datos previos, permitió al reconocido astrónomo Ed Guinan, de la Universidad de Villanova, estimar que la estrella seguirá apagándose durante un par de semanas más y que empezará a encenderse de forma gradual. Pero, como todo parece indicar, “si su brillo sigue atenuándose, entonces la suerte está echada”, afirmó.
“Quienes analizan esta estrella explican que la explosión ocurrirá en algún momento de los próximos 100.000 años. Que justo haya explotado mientras ahora la estamos observando y tengamos que esperar 640 años para confirmarlo, es un hecho que tendría una probabilidad del 1%. Así que sí, podría ser cierto, pero es poco factible”, sostiene Bertolami.
En cuanto a volumen, Betelgeuse es una estrella 20 veces más masiva que el Sol. Su denso núcleo induce una fusión nuclear muy eficiente, lo que hace que su vida sea corta: apenas 10 millones de años contra los 10.000 millones que dispone el Sol. En el ocaso de su vida, sucesivos colapsos gravitacionales liberaron la energía necesaria para expulsar sus capas exteriores, haciéndola crecer hasta convertirla en la roja supergigante que es actualmente.
Desde hace millones de años Betelgeuse ha quemado su hidrógeno primordial, el cual se transforma en helio, el siguiente elemento más ligero, que también se quema para dar paso a elementos más masivos. Cuando finalmente el núcleo de la estrella se convierta en hierro sólido, -algo que bien podría estar ocurriendo ahora o dentro de 100.000 años- el cuerpo celeste se contraerá y causará una explosión de supernova, que probablemente deje tras de sí un agujero negro.
En el plano científico, el acontecimiento facilitaría a los astrónomos seguir en directo y por primera vez en la historia las diferentes fases de la explosión, una preciosa oportunidad para medir la expansión del Universo. La última supernova observada fue en octubre de 1604 y fue documentada por el astrónomo Johannes Kepler, de quien lleva su nombre.
Fuente: Clarín