Con un vestuario de la época de los Tudor, la puesta que cierra la temporada del Teatro Colón, a partir mañana, mantiene la esencia, aunque propone algunos detalles novedosos.
La temporada de ballet 2019 del Teatro Colón finaliza con el esperado regreso de El lago de los cisnes. Mañana, a las 20, el Ballet Estable que dirige Paloma Herrera volverá con el clásico por antonomasia y la magia de sus actos blancos. En esta nueva producción escénica, el diseño de escenografía de Christian Prego y el vestuario de Aníbal Lápiz crean el marco para la coreografía de Mario Galizzi, con reposición de Sabrina Streiff.
Cuando se estrenó, en 1877, la crítica rusa creyó que El lago de los cisnes jamás se convertiría en una pieza de repertorio. Pero desde 1895, cuando Marius Petipa y Lev Ivanov estrenaron su versión en el Teatro Mariinsky, las entradas siempre se han vendido solas. ¿De dónde viene la fascinación del público, de todos los países y épocas, por la bandada de cisnes encantados? LA NACION consultó a varios artistas involucrados en esta nueva producción del Colón y otros expertos en ballet para responder a la pregunta.
La vigencia de un clásico
Que Maya Plisetskaya lo haya bailado más de 800 veces en su vida no habla solamente de su extensa carrera, sino también de la recurrencia de este hit en los escenarios de todo el mundo. Los balletómanos esperan matices distintivos en cada una de las versiones. «Pero a la gente que no sabe nada de ballet le nombrás El lago de los cisnes y sabe de qué se trata -observa Nadia Muzyca, que encarnará el doble desafío de Odette y Odile en las funciones del 19 y el 22-. La versión de Mario Galizzi es muy llevadera. Están muy bien conectadas las danzas y el cisne tiene muchas apariciones».
La música
Todos los consultados coincidieron en que en la base del éxito se encuentra en la maravillosa partitura de Chaikovski, creada en 1875, pero a la que la coreografía de Petipa ya le hizo los primeros retoques. En esta oportunidad, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires se encontrará dirigida por el maestro Ezequiel Silberstein. «Cuando pienso en Chaikovski lo primero que me viene a la cabeza es el Lago -asegura Silberstein-; es realmente maravillosa, tanto la música incidental de las escenas, como los dúos y las escenas de amor, que son realmente de un romanticismo excelso. Esta versión tiene algo muy interesante que es su sentido de condensación que la hace realmente apta para gente de todas las edades».
La síntesis
La primera versión del Lago que vio Mario Galizzi, a los 17 años, fue la Jack Carter. Y le pareció que duraba una eternidad. Tal vez por eso en cuanto pudo crear la propia se preocupó por encontrarle una mayor síntesis, sin que perdiera la magia. Y así lo explica: «Esta versión que el Teatro Colón reestrena tiene la particularidad de tener un solo entreacto. Los actos 1 y 2 están unidos sin cortes musicales o escenográficos y lo mismo en los actos 3 y 4. Esto acorta 40 minutos la duración de la obra. Es un desafío para el cuerpo de baile femenino, que tiene que cambiar su vestuario a gran velocidad». También hay un efecto de síntesis en el cisne negro, que entra con todas las danzas de carácter como su gran corte.
El ballet más versionado
La profesora uruguaya Lucía Chilibroste es magíster en Historia del Ballet y sostiene que en todos los teatros del mundo dicen que no hay ballet que agote más entradas que El lago de los cisnes. «Desde su estreno nunca se dejó de bailar. Ni siquiera en la etapa soviética de Rusia, porque veían que el ballet era un instrumento de propaganda – advierte Chilibroste-. Hay versiones happy ending, hay tristes. Incluso hay una con agua en escena. Todos quieren tener un Lago propio»
La magia
El diseño de escenografía de esta versión estuvo a cargo de Christian Prego, que decidió acentuar los cuadros ubicados en el lago. «Para el diseño de la escenografía he tratado de permanecer cerca de un mundo feérico, enmarcándolo en un bosque bastante vaporoso y acaso desdibujado», detalla Prego.
El drama
El público habitué del Colón verá un cambio interesante en esta temporada: el primer bailarín Federico Fernández abandonará al héroe para convertirse en el villano. Fernández volverá a encarnar a Von Rothbart, el hechicero, en las funciones de mañana, 20, 26 y 29 próximo. «Lo bailé a los 18 años cuando ingresé al Colón porque querían un bailarín que fuera como un príncipe, pero malo. Me encanta que el público me vaya a ver en un rol de carácter -desea Fernández-. El brujo, en la versión de Mario, es superespecial, porque va llevando la historia y baila mucho. Tiene dos variaciones con mucha presencia».
La potencia
Tomando el conjunto de versiones existentes se puede hacer una primera división en dos estilos: versiones «con bufón» y «sin bufón». En esta de Galizzi, el bufón estará a cargo del venezolano Yosmer Mejía mañana, 18, 20, 21, 26, 27 y 29 y de Emanuel Abruzzo el 19, 22 y 28. La mayor luminosidad de la propuesta también se ve en el príncipe Sigfrido, menos sufriente y más abierto al baile social. Gerardo Wyss, que lo encarnará en las funciones del 19, 22 y 28, ya había bailado como el protagonista de esta versión durante su paso por la Compañía Nacional de Danza de México, de la que Galizzi fue director artístico. «Me parece que todos los que hacemos de príncipe vamos a estar de acuerdo en que el príncipe baila más en esta versión, porque también hace el pas de trois del primer acto. Y eso es un extra importante -sostiene Wyss-. Siempre está bueno hacer otras versiones. Ojalá algún día bailemos la de Matthew Bourne, en la que todos los cisnes son varones».
El cuento de princesas
En esta nueva producción de los talleres artísticos del teatro, el diseño de vestuario es de Aníbal Lápiz. Él le dio una impronta diferente al ballet, al situarlo en una época de la moda. «Lo ubiqué en la época de los Tudor y ese periodo histórico le dio una forma y color diferente. Eso me permite jugar con trajes más voluminosos en la corte y me parece que enriquece la puesta y le da un refinamiento visual», asegura Lápiz.
Las alas de los cisnes
Marisa Ferri, directora del Ballet Estudio, considera que la fascinación parte de la magia de la transformación de las bailarinas en cisnes. «Es muy emocionante por lo etérea y espectral que debe ser Odette». Y recuerda cuando lo bailaba su tía, la inolvidable Olga Ferri: «Se concentró en el estudio de los movimientos del cisne para poder interpretar sus alas. Dejaba de ser una persona, era maravilloso ver su transformación».
El cuerpo de baile
Aunque pareciera que el Lago se ha bailado en el Colón desde que existe, solamente forma parte del repertorio del Ballet Estable desde 1963. Y la primera vez que se bailó la versión de Galizzi fue en el año 2006, con Paloma Herrera y Guillaume Cote en los roles protagónicos. Por eso la actual directora del elenco le tiene tanto afecto a la versión. «La compañía se pone una vara muy alta para el Lago. Se necesita un cuerpo de baile de calidad porque es realmente muy difícil para todos, no solo para los bailarines principales -advierte Paloma Herrera-. Me encanta la versión de Mario Galizzi, porque es supertradicional, no le falta nada. Y la coreografía es hermosa por las figuras que se crean en los actos blancos. Los colores son divinos y acentúan la necesidad de que la compañía tenga que estar a tope».
El Lago de los Cisnes
Por el Ballet Estable del Teatro Colón
Con coreografía de Mario Galizzi
Funciones, mañana, pasado, jueves 19 y 26, viernes 20 y 27 y sábado 21 y 28, a las 20; domingos 22 y 29, a las 17.
Entradas, desde $150.
Fuente: Laura Chertkoff, La Nación