«En la ciudad hay unos 800 templos, entre ramas evangélicas, pentecostales, católicos, judíos. y más de cuarenta cultos que conviven en paz, un valor que no se ve en otras partes del mundo», comentó Pilar Bosca, gerenta de la Dirección de Cultos del Gobierno porteño, organismo promotor del encuentro.
Desde las 20 hasta la medianoche, iglesias, sinagogas y sedes de las distintas comunidades abrieron sus puertas y compartieron actividades con una multitud dispuesta a disfrutar de recorridos peatonales y en bus por circuitos de Palermo, San Cristóbal, San Telmo y otros barrios. Fue la cuarta edición de esta especial noche, que este año duplicó el número de entidades participantes y reunió a cien mil personas, según las cifras de la organización.
El programa comenzó con música. El coro Argentina Gospel Singers tiñó el comienzo de fiesta con coloridos atuendos y sonidos celestiales frente a «La Redonda», en Belgrano. Allí, varios líderes religiosos expresaron sus deseos para las horas sucesivas: «encuentren su paz», «conocer otras religiones ayuda a no discriminar» o «fomentemos el diálogo interreligioso», señalaron representantes del budismo, el anglicanismo y cultos africanos. «Ver los templos ayuda a levantar la mirada y el corazón», agregó el párroco de la Iglesia Inmaculada Concepción.
Mientras, en Flores, el bus del Circuito Papal iniciaba un recorrido por los enclaves donde Jorge Bergoglio creció, se formó y realizó su trabajo pastoral.
En Palermo y con infinitas colas para ingresar, la monumental Mezquita introdujo a sus «huéspedes» en la cultura islámica, con recitación abierta del Corán y degustación de dátiles. Entre los encantos de la arquitectura de patrones con arabescos presentes en ventanas, puertas y arcos, paredes decoradas y la nueva alfombra donada por el Reino de Arabia Saudita para embellecer el espacio, cientos de personas se descalzaban y algunas cubrían sus hombros y cabellera para entrar a la sala central y aledañas. Otros contemplaron obras de arte islámico referentes a relatos del Corán, con algunas menciones a figuras compartidas con otras religiones: Adán, Abraham (que levantó las paredes de La Kaaba) o el propio Jesús, el profeta más mencionado en ese texto sagrado. «No muchos son conocedores de esto pero sirve para que la gente tome conciencia de que no somos tan distintos y de que tenemos similares creencias en los ángeles, en Dios y en ciertos profetas», explicaron responsables del Centro Cultural Rey Fahd, de la Mezquita. En este icono de la arquitectura porteña, se proyectaron videos en directo desde La Meca, se abrió el museo de la herencia y el patrimonio histórico, se habló de caligrafía árabe y hubo recorridos guiados por el templo, el colegio y las salas de oración para mujeres.
Nelia Duarte es católica y acudió con su pareja a la visita: «Me interesaba verla porque soy de otro credo y para ver qué nos muestran sobre algo tan diferente a lo nuestro», contó.
La Mezquita procuró así enseñar los distintos aspectos de la cotidianidad de la fe de una religión con siglos de contacto con América. «Muchos estudiosos indican que acá hay comunidades musulmanas desde el Virreinato del Río de la Plata y antes. Después de la inmigración italiana y española, las comunidades árabes fueron de las primeras en establecerse en Argentina. Fueron parte fundacional de la República y están plenamente integradas a la sociedad», señalaron.
«Tres buenas acciones»
En Belgrano, el monasterio Fo Guang Shan se propuso un objetivo: que los visitantes se impregnaran de la máxima budista de las «tres buenas acciones»: tener buenos pensamientos, realizar buenos actos y decir buenas palabras, en beneficio propio y de los demás. En el altar principal, los curiosos conocieron las enseñanzas en que se basa la religión y sus tradiciones. Las clases de meditación, tai chi y caligrafía oriental tuvieron numerosos adeptos, que realizaron ejercicios guiados por maestros.
Julia Forero, una de las jóvenes que participó en las actividades, contó su experiencia en el monasterio: «Fue excelente, porque nos acercó a la cultura oriental y fue muy ameno. En mi caso, elegí la posibilidad de meditar durante unos diez minutos. Fue un acto completo de relajación y me pareció muy fructífero. También me gustó la invitación que nos hicieron para el 8 de diciembre a la convivencia sobre la felicidad y la paz «, apuntó.
Mientras tanto, en el imponente edificio de la congregación Amijai, perteneciente al judaísmo conservador argentino, varios voluntarios explicaron las características de la comunidad y las actividades que realiza de forma abierta ligadas al arte y a la cultura en general. Además, hablaron de la arquitectura de la sede, construcción que obtuvo varios premios arquitectónicos. Abordaron temáticas como las costumbres del ciclo de vida judío, las festividades y los significados de las frases reflejadas en el edificio. Se degustó ‘leikaj’ (torta de miel) y se celebró el Havdala: ceremonia de finalización del Shabat. «Es el momento más lindo de la semana. Mientras anochece, prendemos una vela para separar lo sagrado de lo cotidiano. Es tiempo de balance, de atarnos los cordones y salir a hacer», expresó el seminarista Brian Bruh a LA NACIÓN antes de la ceremonia.
Amijai abrió también al público su mikve, espacio donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo, tradición poco conocida y que busca santificar el tiempo a través de la purificación del cuerpo en el agua: para el ritual, la persona se sumerje en una suerte de bañera profunda sin tocar las paredes. Mikve es sinónimo de renacimiento y se celebra, por ejemplo, cuando algo nuevo comienza, antes de casarse o para incentivar el ciclo fértil en las mujeres.
Amijai es una comunidad de 26 años de tradición y reúne a unas 500 familias, explica Adrián Mirchuk, director ejecutivo del centro, que encabeza el rabino Alejandro Avruj. «Fuera de Israel, pocos países tienen tanta cantidad de judíos como la Argentina, que reúne a unos 200.000, la mayor parte no ortodoxos, siendo gran parte de la comunidad conservadora», añadió. Mirchuk opinó: «Argentina es de los pocos lugares donde se generan propuestas como la de hoy. Los distintos credos solemos intercambiar espacios de pensamiento, de arte, de creatividad, y eso es súper valioso y ejemplificador para el resto del mundo».
La Noche de los Templos regaló otras estampas: en el Dor Jadash, en Villa Crespo, se presenció un casamiento judío tradicional; en las iglesias nórdica y danesa de San Telmo hubo degustación de «glögg» (vino caliente aromático de la región); y el Reino Iemanja Bomi, de religión africanista, sito en Parque Avellaneda, ofreció mioro, agua de hierbas destinada a limpiar el cuerpo de las energías negativas.
La noche concluyó como empezó: con música. En la Basílica San Nicolás de Bari, en Retiro, se volvió a la época colonial con un repique de las históricas campanas del antiguo templo, entre ellas la que notificó, por aquellos tiempos, el desembarco de las tropas británicas y llamó al Cabildo Abierto en 1810.
Fuente: Cecilia Martínez, La Nación.