Semanas atrás, desde Nueva York, el politólogo y cineasta Blas Eloy Martínez anunció por Twitter que se había vendido la casa donde su padre, el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, vivió entre 1996 y 2007, y donde escribió novelas como El vuelo de la reina, El cantor de tangos y Purgatorio, y los ensayos y artículos periodísticos reunidos en Ficciones verdaderas y Las vidas del general. Luego de la muerte del escritor, que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires en 2010, la casa situada en el 431 de Highland Park, en las afueras de Nueva Jersey, pasó a ser propiedad de Sol Ana, hija de Tomás Eloy Martínez y de la venezolana Susana Rotker, también escritora y periodista. Sol Ana reside en Filadelfia y, antes de su venta, la casa había estado alquilada varios años.
Tomás Eloy y Susana (a quien el escritor argentino conoció durante su exilio forzado en Venezuela, en 1979) se habían mudado a esa propiedad en 1996, cuando ambos ya eran profesores en la Universidad de Rutgers. Él recién había terminado de escribir Santa Evita, una de sus «novelas de no ficción» más elogiadas, en otra casa del mismo vecindario. En diciembre de 2000, Rotker murió en un accidente automovilístico en Nueva Jersey. Para esa triste ocasión, desde Highland Park, Tomás Eloy Martínez le dedicó un sentido texto de despedida que fue publicado en LA NACION.
Así comenzaba el hilo de Blas en Twitter: «Ayer se vendió el 431 de Highland Park, donde mi viejo escribió sus últimos libretos [ sic] desde Santa Evita. Donde creció mi hermana Sol y convivimos hermanos, amigos y familia. Donde disfrutamos y despedimos a Susana, a quien seguimos extrañando. Hoy dedico recuerdos a #431″. Si bien el corrector del celular debió cambiar «libros» por «libretos», los tuits del director del documental Entre Perón y mi padre evocan con fluidez reuniones familiares, escenas cotidianas del autor de La novela de Perón y sus propias visitas a la casa situada en ese barrio poblado de árboles, a menos de una hora de tren desde Manhattan. Dos fotogramas del film de Blas Eloy Martínez ilustran esta nota.
«Era una típica casa de suburbio de clase media, de dos plantas -dice Ezequiel Martínez, otro de los hijos del escritor tucumano, a este diario-.En la planta baja, al fondo, él tenía apartado su escritorio, amplio y luminoso, que daba al deck del jardín y, al fondo, un bosque que era lo más lindo de la casa». Tanto Ezequiel como Blas recuerdan el gran cuarto de estar con equipo de música y el televisor para ver películas. Desde esa casa en territorio estadounidense, llegaron hasta Buenos Aires algunos de los muebles de Tomás Eloy Martínez: su escritorio, gran parte de sus libros (muchos de ellos dedicados por sus amigos: José Lezama Lima, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar), el archivo con las notas que tomaba (que se encuentra a disposición de investigadores), un perchero, una lámpara y las pizarras donde iba anotando sus planes de escritura y de lectura. Actualmente, libros y objetos se conservan en la sede de la Fundación Tomás Eloy Martínez (avenida Córdoba 1556). «Las bibliotecas las tenía en el subsuelo de Highland Park, donde había instalado deshumificadores», detalla Ezequiel, actual director de Cultura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
Un purgatorio en Nueva Jersey
En Purgatorio, la última novela publicada por Tomás Eloy Martínez, el narrador es un escritor que vive en Highland Park y que, como el autor, sufrió el exilio durante la dictadura militar. También como el escritor argentino, el personaje padece una enfermedad: «Para mí la mejor manera de salir adelante fue seguir viviendo como si la muerte nunca fuera a suceder, abrazado a la felicidad de cada nueva mañana», se lee.
Esa novela de 2009 tiene uno de los comienzos más singulares de la literatura argentina y ubica al lector en una atmósfera irreal: «Hacía treinta años que Simón Cardoso había muerto cuando Emilia Dupuy lo encontró a la hora del almuerzo en el salón reservado de Trudy Tuesday». Simón es el nombre de un periodista detenido-desaparecido por los militares en Tucumán en el aciago 1976 y Emilia, su pareja, sobrevive como cartógrafa en una ciudad de Estados Unidos. Aunque ella ha envejecido, Simón «seguía clavado en los treinta y tres años y hasta su ropa era la de antes». El narrador de Purgatorio, que se convierte en confidente de Emilia, dedica varios párrafos a la vida en los suburbios estadounidenses, como la que el mismo escritor argentino observaba a través de los ventanales de Highland Park. Para Tomás Eloy Martínez, que declaró que «soñaba en argentino», el exilio constituía un purgatorio.
Maestro de periodistas, Tomás Eloy Martínez fue miembro del Consejo Rector de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), y desde 1996 colaboró de manera permanente en diarios como LA NACION, El País de España y The New York Times. Dirigió los primeros números de ADN Cultura, el recordado suplemento cultural de este diario que se lanzó en julio de 2007. En 2009, en un incuestionable acto de justicia, fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.Por: Daniel Gigena