Desde hace más de 30 años, el argentino Miguel San Martín se desempeña como ingeniero electrónico en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA en Pasadena, California. Por sus manos pasaron muchas las piezas de los rover que alguna vez pisaron suelo marciano. Desde el Pathfinder, Spirit, Opportunity, hasta el modelo que reemplazará al Curiosity el próximo año. De visita por el país, en el marco de una serie de charlas que organiza el departamento de Bioingeniería del ITBA, habló con Clarín sobre la posibilidad de reconstruir la historia de nuestro planeta vecino.
La carrera por llegar a Marte tendrá en 2020 un hito. Cada 26 meses y solo por pocas semanas, el planeta Rojo alcanzará su mayor punto de aproximación a la Tierra. La ventana de oportunidad para un viaje se abre a mediados de julio de 2020 y la NASA ultima los detalles para consumar su misión más ambiciosa.
“Para esa fecha la NASA va a despachar un rover, que todavía no fue bautizado y que de momento se lo conoce como Mars 2020. Es un vehículo robótico como el Curiosity de seis ruedas, que posee el mismo sistema de llegada y la idea es retomar la exploración desde la misma zona donde la dejó el módulo anterior”, sostiene San Martín.
El viaje se extenderá por ocho meses y la intención es que la sonda aterrice dentro del cráter Jezero de 45 kilómetros, que en el pasado albergó un delta del río. El robot buscará signos de vida basada en carbono, explorará la geología del área, examinará hielo de agua enterrado y realizará una variedad de otros trabajos.
«Con Curiosity descubrimos que los elementos necesarios para la vida existieron en Marte hace 4.000 millones de años. El próximo paso es determinar si la vida surgió en algún momento. Uno de los instrumentos científicos nos va a permitir analizar los depósitos minerales en las rocas para saber si son de origen orgánico», indicó el experto.
El ingeniero Miguel San Marrtin, experto de la NASA, habla sobre la misión Mars 2020. (Mario Quinteros)
Todo parece indicar que el robot de exploración viajará en un cohete Atlas V-541 de dos etapas que partirá desde el Space Launch Complex 41, en la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral. La NASA seleccionó este cohete porque tiene la capacidad de despegue adecuada para los requisitos de «peso pesado» para Marte 2020.
«Es muy complicado equipar un laboratorio móvil para determinar si hubo vida en Marte. Lo más conveniente es traer las muestras a la Tierra antes que sumar instrumentos de exploración. La idea es que Mars 2020 recolecte las muestras y las ponga en unos recipientes del tamaño de un bolígrafo. A la vez, hay una segunda misión que aterrizará con un robot pequeño, va a buscar la caja con las muestras, las deposita en un contenedor del tamaño de una pelota de fútbol y las coloca en una plataforma de aterrizaje. Mediante un cohete son puestas en órbita, hasta que otra nave las cosecha de esa órbita y las trae de vuelta», advierte San Martín.
La NASA no afrontará en soledad este desafío y como ocurrió en otras ocasiones, la ESA será el socio comercial en esta incursión espacial. Entre las dos agencias se repartirán el diseño y construcción de las diferentes partes del hardware que componen la misión.
En 2016, la agencia europea intentó aterrizar el módulo Schiaparelli en el vecino planeta y durante la maniobra de descenso se frustró. “Tuvieron mala suerte, también nos podría haber pasado a nosotros. Y no es que uno es mejor que el otro, sino que la experiencia te vuelve un poco más paranoico. También nos hemos equivocado en el pasado y fuimos aprendiendo con los éxitos que conseguimos. Porque los buenos resultados te ayudan a mejorar. Te da más confianza», apunta.
«Todos nos equivocamos, pero por lo general, los errores se cometen en los lugares menos glamorosos. En los partes donde tenés más miedo de errar, casi nunca se producen las fallan porque están todas las miradas puestas en ese punto. El problema es que muchas veces eso te lleva a descuidar otros flancos».
Avanza el desarrollo del rover de la Misión Mars 2020.
Las sondas Viking, en 1997, fueron las primeras en tocar la superficie marciana y lograron enviar fotografías del suelo rojizo. Uno de los experimentos, llamado Labeled Release (LR), tenía como objetivo buscar señales de vida. El ingeniero Gilbert V. Levin, que fue investigador principal, acaba de publicar un artículo en la revista Scientific American argumentando que hubo vestigios de vida en Marte.
«El problema fue que había varios instrumentos y los otros dieron negativo. Tampoco se hallaron compuestos orgánicos. Además, descubrieron una química compleja en la superficie del planeta que podría explicar el resultado positivo. Tampoco fue una decisión unilateral sino que la comunidad científica fue la que llegó a la conclusión de que no era evidencia fehaciente. Es decir, el objetivo de todas las misiones en las que trabajé fue hallar algún indicio. No tiene ningún sentido negarlo si realmente se tienen las pruebas”, señala el ingeniero.
Reunir evidencia que determine si hubo vida en Marte es muy complicado. “En los 90 se halló un meteorito proveniente de Marte, ya que hubo un cuerpo que golpeó al planeta y algunos pedazos llegaron a la Tierra. Una de estas rocas tenía una serie de minerales depositados de tal forma que varios laboratorios dijeron que era de origen biológico. Se realizaron múltiples análisis hasta que finalmente se concluyó que no era evidencia suficiente. Lo que demuestra el nivel de certeza que se precisa, ya que todavía no hay una definición clara de lo que es vida».
Estrategia y planificación
Una misión de estas características demanda mucho tiempo, dinero y esfuerzo. «El primer paso es hacer una lista con los objetivos de la misión y con qué porcentaje la misión se considerada satisfactoria. Por ejemplo, con Curiosity, para alcanzar el 100% había que completar dos años, porque se supone que en ese lapso, ya recorrió una determinada cantidad de kilómetros, procesaste un número de muestras, taladraste el suelo y obtuviste diferentes imágenes».
La idea base es reutilizar lo que se tiene. “Queremos hacer ciencia pero al menor costo posible. El modelo que utilizamos es el del Pathfinder, que se adoptó para el Curiosity y con algunas modificaciones mediante, también llegará al Mars 2020. Lo mismo ocurre con el sistema que conduce la nave de la Tierra a Marte. Como sabemos que funcionó bien, lo vamos a volver a emplear. ¿Para qué vamos a inventar uno nuevo?”, se pregunta.
Proyección de cómo será el rover de la misión Mars 2020.
Una vez que se aprueba la misión, se fijan también los objetivos de investigación. “Para los instrumentos que va a cargar se hace un concurso entre científicos, universidades y empresas de todo el mundo. Cada uno presenta su propuesta y un comité las evalúa y escoge los que sean más aptos. Muchos de los instrumentos son ofrecidos por otras agencias espaciales. El problema es que la capacidad de carga del vehículo es limitado, ya que no puede superar los 75 kilos. Y cada gramo que mandás al espacio aumenta el costo total».
Fuente: Clarín