La portada de «Charly presidente»
“En la Argentina hubo presidentes abogados, estancieros, ingenieros, generales, genocidas. Nunca uno músico. (…) Hubo candidatos cómicos -cómicos profesionales valga decir, ya que la mayoría ha derrapado hacia la comicidad involuntaria cuando no hacia la tragedia-, hubo un candidato automovilista de fórmula uno, un candidato campeón de motonáutica que corría solo en su categoría, candidatos vedettes, candidatos actores, candidatos conductores televisivos, candidatos empresarios, candidatos carapintadas, candidatos deseosos de refrendar por el voto lo que habían detentado mediante las armas. A punto estuvo de rompernos la rutina Ramón Palito Ortega. ¿Hubiera sido la felicidad? Nunca lo sabremos. El tucumano de gesto alimonado quedó apenas como candidato a vicepresidente del bañero más famoso de Lomas de Zamora, el señor de la gorra mayor del conurbano. ¿Estaremos todavía a tiempo de meterle otro ritmo a la res publica con un presidente músico?», se pregunta Juan Bautista Duizeide en Charly presidente, una excursión al país de los García (Sudestada).
En diálogo por correo electrónico con Infobae Cultura, el autor -marino mercante de profesión- contó cómo se le ocurrió pensar al ex Serú Girán como jefe de Estado, cuáles serían las primeras medidas que tomaría el músico al frente del país, recordó la denuncia que le habían hecho por su interpretación del himno y también repasó sus trabajos sobre otros dos grandes de nuestro rock: Federico Moura y Luis Alberto Spinetta. “Estoy convencido de que Charly está en debate y recorrida proselitista conceptual desde el mismo instante en que se subió a un escenario”, destacó.
– ¿Por qué “Charly presidente”? ¿Cómo se te ocurrió pensarlo como mandatario?
– Me pareció que siempre el poder fue para Charly un tema, una preocupación o un blanco de su poética. Quizás todas esas cosas a la vez. Desde el disco Instituciones -aunque en verdad ya en el disco anterior de Sui Generis, Confesiones de invierno, había comenzado su trabajo de zapa- hasta la famosa interpelación a Bruce Springsteen durante el recital de Amnesty: “Gil, acá el jefe soy yo”. Solamente alguien como Charly podía escribir una canción que diga: “Yo que nací con Videla, yo que viví sin poder”.
– ¿Vos creés que hubiera podido ser un buen presidente?
– Al menos, sería un presidente bien distinto. Y plantear su candidatura pondría en el tapete demandas que la totalidad de los candidatos ignoran. Para comenzar, una fundamental: la purificación del lenguaje de los políticos y de la política. Un lenguaje, según Ricardo Piglia, siempre al filo de la autoparodia. En términos de Charly podría afirmarse: «Si ellos hablan esa lengua ‘yo soy extranjero’”.
– Si bien lo contás en el libro, para la gente que aún no lo leyó, ¿cuáles serían las primeras medidas que tomaría Charly al frente del país?
– Con esto hice un juego, parodiando al periodismo, di cuenta de un supuesto “programa atribuido al candidato por fuentes cercanas a su entorno”. Y lo que presenté fue el revolucionario -aún hoy sería revolucionario- “Programa de Huerta Grande” con algunas modificaciones “rockeras”.
Algunas de esas medidas: nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado, cuyo fin no sea prestar un paraguas cuando no llueve y exigir que sea devuelto apenas se inicia la tormenta, sino asegurar que haya sol y agua y aire siempre para toda la población. Implantar el control estatal sobre el comercio exterior con excepción de los discos y libros importados, que estarán libres de impuestos aduaneros si bien no gozarán de los subsidios para la producción argentina. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo, frigoríficas, editoriales, sellos discográficos, estudios de cine, estudios de grabación, panaderías con horno a leña. Colar concienzudamente todo intento de fuga de capitales para que éstos permanezcan en el país y se vaya la grasa especuladora cual fugazzetta. Desconocer los compromisos financieros tramados a espaldas del pueblo por los partidarios de José Mercado.
Donde está actualmente la residencia presidencial de Olivos se instalará el Parque Say no more, que contará con tres grandes anfiteatros y un estudio en el cual todo grupo de música popular del planeta podrá, mediante turnos otorgados por sorteo de acuerdo a la lotería de Babilonia, emprender la grabación de un disco en vivo en Olivos. Se procederá a demoler las instalaciones de la autodenominada Sociedad Rural Argentina, previamente ilegalizada, y en su lugar habrá una reserva para fauna y vegetación autóctonas que haga de pulmón a Buenos Aires. Se expropiará sin compensación alguna el llamado Patio Bullrich. En su lugar se erigirá la Torre de la Canción Santiago Maldonado. Con la más abarcativa colección de canciones de todo lugar y época, estudios de radio y de grabación, salas de ensayo, escenarios para recitales, cabinas para escuchar. Funcionará las 24 horas del día durante los 365 días del año de manera gratuita.
– ¿Cómo te imaginás a Charly en un debate o en una recorrida proselitista?
– En verdad estoy convencido de que Charly está en debate y recorrida proselitista conceptual desde el mismo instante en que se subió a un escenario.
– Para el periodismo sería el presidente ideal porque todos los días le daría títulos…
– Creo que enloquecería a quienes actualizan las páginas web, porque los obligaría a cambiar el título cada media hora. Uno mejor que el otro. Charly va más rápido que la realidad.
– En el libro analizás el himno interpretado por Charly y recordás la denuncia que le hicieron por “ultraje a un símbolo patrio”. Una locura desde cualquier punto de vista esa denuncia. Si prosperaba podía terminar preso hasta por cuatro años, ¿no?
– Me parece que no se trata de una locura del lado de Charly, explicable sólo por la irreverencia, ni de una locura de quienes pretendieron enjuiciarlo. Sino de una disputa ideológica, política, estética. Al discutir en torno al himno se discutía, en definitiva, en torno a legados: ¿Cuál era la herencia de la Revolución de Mayo, heredera a su vez de la Revolución Francesa, quiénes tenían derecho a heredarla? ¿Cuánto del lema Libertad, Igualdad, Fraternidad había pesado en el himno? ¿Cuánto de eso podía seguir cantándose? En las versiones legales, sobre institucionalizadas, la libertad se volvía acato a esa ley, la igualdad se ponía en cuestión ya que no todos eran igualmente poseedores de ese himno para hacer con él lo que quisieran, y la fraternidad decaía hacia la mansedumbre.
Siempre “cerca de la revolución”, García priorizaba con su concepción del himno el término de la libertad. Esa intervención radical incrementaba la igualdad y ponía en tensión la fraternidad. La arrancaba de su formulación abstracta para historizarla: es imposible la fraternidad con quienes quieren quedarse para sí con el himno, o sea con los símbolos de la patria, y hasta con la patria misma.
Recién para el 28 de febrero de 2000, un fallo de la Cámara Federal ratificó el fallo de primera instancia según el cual la versión de Charly García no constituye ofensa al símbolo, por lo tanto no hay delito y su difusión es libre. Con esa absolución definitiva terminó de abrirse el camino iniciado en el disco Filosofía barata y zapatos de goma para que se multiplicaran nuevas versiones populares.
– Para la última pregunta te saco de este libro para consultarte por otros. Escribiste sobre Federico Moura y Luis Alberto Spinetta en el último tiempo. ¿Qué fue lo que más disfrutaste de abordar la obra de ellos?
– Me hicieron redescubrirlos a pesar de que pensaba haberlos escuchado mucho y haber leído todo lo que se había escrito acerca de ellos. Me hicieron redescubrir la música. Repensar el arte y mi propia escritura. Me parece que es uno de los tantos efectos de su carácter de vanguardistas. Porque tal vez los grandes vanguardistas del rock hecho en Argentina sean Charly García, Spinetta, el primer Virus y Lito Nebbia en buena parte de su extensa trayectoria (por más que pasados los años, el alguna vez extraño del pelo largo no dé con el physique du rol).
Todos ellos se distinguieron por la práctica de un rock sensible -en algún caso más místico, más visionario, en otros más mundano-, un cierto nivel de autoconciencia, la curiosidad respecto a otras músicas y manifestaciones artísticas, el intento de articular éstas con las propias prácticas y cierta coherencia dentro de la mutación estilística. En todos ellos hay una articulación entre ciertos niveles de novedad formal (para el rock) y ciertos niveles de enfrentamiento radical con la sociedad de su época, con lo dado.
Se trata de vanguardistas muy particulares, ya que no se puede comparar su lugar al de los grupos más beligerantes de las vanguardias históricas. Más allá de toda la escandalosa visibilidad que pudieran generar, aquellos se posicionaban desde cierto margen. Casi como una guerrilla. En cambio Spinetta, García, Virus y el mismo Nebbia al principio, operaron desde el centro mismo de la industria cultural a la que no dejaron de tensionar.
Tampoco dejaban de incomodar y de tensionar a su propio público. A diferencia de lo que suelen hacer el rock más vulgar y el pop -construir un nosotros y a lo sumo incomodar desde ese nosotros a un afuera-, Nebbia, Spinetta, García y Virus no se dejaron fosilizar y catalogar fácilmente. No dejaron de seducir al público pero a partir de la premisa de no darle lo que pide, de sacarlo de las casillas, de llevarlo siempre más allá, a otras partes. En todos ellos, pero muy particularmente en García y en Federico Moura, la palabra frontman adquiere un sentido más abarcativo, más interesante: no sólo ni principalmente quienes se ponen al frente para mostrarse, sino los que van al frente, los que empujan hacia adelante.
Fuente: Infobae.