El movimiento #MeToo avanzó varios pasos en Francia y puso nuevamente en discusión el tema del abuso en la industria del cine gracias a las declaraciones que hizo la actriz Adèle Haenel, quien acusó al director Christophe Ruggia de acoso sexual cuando ella era tenía doce años. En un reportaje difundido por el sitio Mediapart, el medio que también dio a conocer las acusaciones de la actriz Sand Van Roy contra el realizador Luc Besson, Haenel contó que Ruggia, quien la dirigió en el film Los diablos (2002), la acosó, manoseó y besó en repetidas ocasiones durante tres años.
Si bien la actriz declinó presentar una denuncia, una fiscalía parisina abrió anteayer una investigación de oficio para determinar si Ruggia había acosado y abusado sexualmente a Haenel cuando era menor.
Las declaraciones de la actriz, de 30 años, protagonista de Portrait of a Lady on Fire, de Céline Sciamma (quien es además su pareja), film ganador del premio al mejor guion en el último festival de Cannes, conmovieron a la industria del cine francesa, que hasta ahora parecía preferir distanciarse de los dichos de varias de sus intérpretes que afirmaron haber sido víctimas de acoso sexual, como Isabelle Adjani y Julie Delpy.
Sin embargo, el relato de Haenel, ganadora de dos premios César, quien describió en detalle como Ruggia la acosó y manoseó en repetidas ocasiones cuando ella era todavía una menor, parece haber marcado un antes y un después. Al menos así lo afirmó públicamente Marion Cotillard, quien a través de su perfil de Instagram dio a conocer un largo mensaje en el que le agradece y aplaude la valentía de su colega: “Tu coraje es un regalo de generosidad inigualable”.
Ruggia, que negó las acusaciones a través de sus abogados, fue expulsado de la Asociación de Directores Franceses. Una de las integrantes de la producción de aquella película, recordando el vínculo que observó entre el cineasta y la actriz en 2002, afirmó: “su forma de tratarse no era normal, teníamos la impresión de que era su novia”.
Fuente: La Nación