A poco más de dos años de su inauguración, Microteatro se impuso definitivamente en la escena como una alternativa para ver obras de 15 minutos en alguna de las seis salas de 15 metros cuadrados, lo que abre a una experiencia novedosa, dada la proximidad con los actores y la posibilidad de entrar y salir al encuentro de diferentes mundos.
Otro rasgo particular de la propuesta radica en que no se trata sólo de teatro, ni de gastronomía ni de un espacio de encuentro para compartir con amigos o en pareja, sino que es todo eso junto. Con sedes en Madrid, Barcelona, Málaga, Aguascalientes, Guadalajara, Lima, Miami, Monterrey, Puebla, Santo Domingo, Veracruz y Buenos Aires, Microteatro presenta mensualmente 30 obras con un denominador común, que en noviembre será sexo, en diciembre encuentros, en enero redes, en febrero secretos y en marzo risa. Los productores Pablo Bossi y Julieta Novarro construyeron desde cero el complejo (en otras ciudades buscaron casonas o containers) y pagan la licencia a Microteatro Madrid, que provee la “biblia” en la que se sintetizan los tips de funcionamiento que hacen de esta una oferta de entretenimiento que congrega a más de 20 mil espectadores por mes, todo un hito en tiempos de crisis.
En diálogo con este diario, Novarro explicó: “En este contexto económico, Microteatro ofrece ver distintas obras y comer por menos de lo que cuesta una entrada al teatro comercial. Creo que el boom responde además a la sensación del espectador de sentirse dueño de su noche, evalúa si ve una, dos o tres obras, si come o si toma algo, en función de sus ganas y de su bolsillo. Está la libertad de entrar y salir, que es un poco la relación que tenemos hoy con el entretenimiento a la carta y que uno traía con los libros. Microteatro convierte al espectador en el gran dueño, en jurado y en verdugo, porque compara las obras y opina”.
Los diferentes horarios convocan a un público ecléctico, por lo que puede encontrarse al octogenario con bastón a las 8 de la noche o al joven de 20 que se acerca al teatro por primera vez. Microteatro amplió días y horarios de martes a domingos con una sesión central (desde las 20.30) y “golfa” (desde las 22.45) . Se reciben alrededor de 300 guiones por mes, que son leídos por el equipo curatorial encabezado por Novarro, Mey Scápola y María Figueiras, en sus inicios asesoradas por Mauricio Kartun. “Las obras se eligen por varios factores, sea porque traen un equipo atractivo en el que se confía y se advierte potencial. Con varios de ellos citamos al director y al dramaturgo para hacer una devolución del texto, lo que tiende a volver a empuñar el lápiz. Siempre es mejor ese ida y vuelta porque sube la vara. A veces mandan a la convocatoria trabajos en desarrollo, ejercicios de estilo, escenas sueltas, sketchs o monólogos, eso no se acepta”. Durante estos dos años pasaron tantos directores como puestas: Mariela Asensio convirtió la sala en un sauna por lo que se intentaba no encender el aire y recrear ese ambiente caldeado; en “Pasteleros” de Ricardo Tamburrano, la ambientación de vestuario de equipo de fútbol exudaba olor a átomo desinflamante; en el planteo de Nacho Ciatti escribían en las paredes lo que se repartían los personajes en un ajuste de cuentas; en “Una de tatinos” la gente ingresaba a una cata de vinos.
Para noviembre se destacan los estrenos de “Desesperadas”, de Carolina Liponetzky, dirigida por Carla Scatarelli, con actuaciones de Dana Basso y Paula Mazone; “Matemática de 5°”, de Bernardo Cappa; “El pedido”, de Nelson Valente, con Melina Petriella y Lorena Romanin; “Desmadre”, dirigida por Pablo Novak; “Goodbye stranger”, con María Figueras, Mónica Raiola y Javier Fainzag; “Seco”, de Pablo Seijo con María Inés Sancerni, Horacio Acosta y Martín Kahan; “Semental”, dirigida por Nicolás Scarpino; “Los jueves amantes”, con dirección de Anahí Ribeiro; “Etiquetame”, con actuaciones de Alejandra Majluf, Florencia Torrente y Cristina Maresca; “Eros desencadenado”, dirigida por Patricio Vega, entre muchas otras.
Los autores, directores y actores, muchos consagrados o figuras de TV, se sienten atraídos por Microteatro. “Hay cierta visibilidad”, explica Novarro. “Para los autores, es un buen ejercicio de escritura con un formato nuevo a desarrollar; para los actores, la experiencia de cambio de público cada 15 minutos es vertiginosa. Primero parece un juego pero después se vuelve adrenalítico y sobre todo reditúa económicamente porque hacemos muy buen borderaux. Muchos que llegaron con prejuicio me confiesan que después de pasar por acá quieren volver. No deja de ser un ámbito de exploración creativa, con gente de todos los rubros, teatro, cine, publicidad, eso es Micro, es lo que lo hace rico, como que convivan en cartel Luis Ziembrowski con un instagramer.
Ahora hay un boom pero también hay copias, por ejemplo los Microteatro de Tandil o Neuquén. No pagan licencia y hasta copian obras sin que los autores lo sepan”.
Tal el crecimiento que la licencia de Microteatro se ampliará a Mar del Plata, Córdoba y Quilmes. Y en Chile contará con curaduría argentina.
“Desesperadas” por encontrar el goce
Ante la falta de placer sexual, Dana, una mujer de unos cincuenta y tantos, asiste a una terapia que ayuda a encontrar el orgasmo de las maneras menos imaginables. Se trata de su último recurso luego de haber probado “todo”, según confiesa, pero sin éxito. La terapeuta se vale de una técnica peculiar que consiste en hacer girar una ruleta ante cada pregunta que se le formula en referencia a su vida sexual. Conforme avanza esta terapia lúdica, los estados de ánimo de ambas se van transformando y Jaia, quien algo ha vivido, revela detalles hilarantes de una vida sexual más activa de lo que aparentaba a simple vista. La ruleta es la guía, el oráculo, por el que ambas se embarcarán en una experiencia desopilante. Pero ¿hasta dónde está dispuesta a llegar y qué precio pagará para conseguirlo?
“Desesperadas”. De C. Liponetzky. Dir.: C. Scatarelli. Int.: D. Basso, P. Mazone. Martes desde 22.50 y domingos desde 22.20. Microteatro.
Fuente: Ámbito