Quise contar el Alfonsín más desconocido desde el punto de vista de la investigación. Ese hombre que nació en Chascomús, su carrera política y su entorno familiar. Como empezó a construir una carrera política desde el cargo de concejal en esa ciudad bonaerense. Fue diputado en la legislatura provincial y más tarde a nivel nacional. Por ese camino llegó a precandidato presidencial enfrentando a uno de los líderes del radicalismo y uno de sus mentores que fue Ricardo Balbín, dice Zanini. Y se muestra satisfecho porque su trabajo fue motivo de homenaje, en el palacio legislativo de la ciudad de Buenos Aires, a quien se lo considera el padre de la democracia luego de las elecciones del domingo 30 de octubre de 1983 cuando obtuvo casi el 52 por ciento de los votos. También me interesó destacar la figura del expresidente al término de su mandato en 1989. Es una figura que buscó consenso eso que hace falta hoy en la Argentina, señala convencido el autor.
En el debe de su gobierno queda la cuestión económica en un contexto internacional muy complicado, desde el punto de vista de las economías mundial en general y de las latinoamericanas en particular, y de algo que asfixiaba, justamente cualquier coincidencia con esta época, el endeudamiento externo que habían dejado los gobiernos la mayoría dictaduras. A Raúl Alfonsín le costó no solo renegociar sino también no poder establecer un plan económico que tuviera vigencia y estabilidad en el tiempo. Y por su puesto el símbolo fundamental es haber sentado a las juntas militares en el banquillo de los acusados mediante un decreto presidencial. Pero fundamentalmente fue la justicia la que las juzgó y las condenó. Ese legado del entonces jefe de Estado tiene que ubicarse en una dimensión más grande donde se emplazó en aquella época y debiera ser un denominador común para todos los argentinos, resume Zanini.
Alfonsín insistía mucho en la unión nacional con contenido en libertad y justicia social. Entendía que el Estado no podía abandonar la educación, la salud, la vivienda. La igualdad está consagrada en las oportunidades. En este punto, reflexiona Zanini, Raúl Alfonsín provenía de una familia de inmigrantes españoles. Pensaba en su abuelo que llegó muy pobre a la Argentina pero que tenía la posibilidad del escalamiento social. Ese abuelo que vino a trabajar en el campo y ese nieto que llegó a la presidencia de la nación. El lector recorrerá parte de nuestra historia muy bien detallada, y se dejará llevar por una escritura prolija, amena e ilustrativa en el recorrido de algo más de trescientas páginas, en diez capítulos, donde se puede apreciar además el valor de síntesis de Zanini, como periodista de reconocida trayectoria, que plasmó en esta publicación que confió a Marea Editorial.
Entre muchas consideraciones Zanini resalta que a Raúl Alfonsín se lo recuerda como el presidente que nos sacó del precipicio de la dictadura, y nos colocó en esta democracia que anda a los saltos a veces, que tiene caídas que tiene subidas pero que hay que mejorarla pero que sigue vigente sin duda.
Acerca de Eduardo Zanini: es periodista desde 1983 y se especializa en temas políticos y parlamentarios. Trabajó en la agencia nacional de noticias Télam, como acreditado en el Congreso de la Nación. Colaboró con los diarios El Cronista y La Razón y con el diario digital Ciudad 1. En televisión, fue cronista de América TV. Además fue movilero de Radio Municipal de Buenos Aires, Libertad y El Mundo. Es autor de los libros biográficos y de investigación periodística Diez años de democracia (1993), Entretiempo (2003), Hipólito Yrigoyen (2013) y El creador (2014), entre otros.
@camarrero1