Luis sabía que el tema encontraría su forma definitiva cuando entrase a la maquinaria creativa que era Almendra en 1969. De todos modos, sentía que pese a lo linda que era su canción –aún no se percataba de su inmensidad– no podía presentársela formalmente al resto de sus compañeros porque tenía cosas que ajustar. Una de ellas era parte de la letra que hablaba de unos “senos de miel”.
“Dejate de joder, Luis: parece una propaganda de corpiños”, le dijo sin media sombra su novia y destinataria de la encendida página, Cristina Bustamante. “Luis compuso Muchacha delante mío –asegura Cristina–. Todo venía bárbaro hasta ‘senos de miel’. Le dije que sonaba a propaganda de corpiño. Ponele pechos.” Tema bien resuelto: pechos tenía una mejor resonancia en la cacofonía de la letra, detalle en el que Luis siempre fue muy insistente. Incluso sonaba más natural y menos llamativa que senos, una palabra impostada, como injertada en pos de evitar las más prosaicas tetas.
“Luis comentó que había compuesto una canción que nos quería hacer escuchar –recuerda Rodolfo García–. Y fue bastante impactante porque era un tema redondo, redondo, redondo, al punto que nosotros, que teníamos una predisposición especial a meterle mano a los temas y transformarlos en otra cosa, decidimos no tocarle nada.”
Una canción redonda
“Siempre que hacía un tema, Luis tenía ganas de mostrarlo –explica Emilio Del Guercio–; cuando trae Muchacha, comienza a tocar ese bordoneo. Lo empieza a cantar y mientras lo canta le ponemos las voces; teníamos mucho entrenamiento vocal no solo con Luis, sino con el resto del grupo con el que habíamos cantado muchos temas de The Byrds, The Beatles y Beach Boys. Naturalmente, cada uno tenía su ubicación en la cuerda. Cuando Luis canta Muchacha, le hacemos unas voces improvisadamente, y Rodolfo le pide que lo toque otra vez. Y en esa segunda pasada, le completamos las armonías vocales y son esas voces las que quedaron grabadas en el disco, y las que se escucharon en el show de Las Bandas Eternas.”
“La primera frase que salió fue la del comienzo –le contó Luis a Emilio en el programa de televisión Cómo hice, décadas más tarde–. Después le agregué una intro porque no sabía cómo entrar; así apareció el juguetito del comienzo.”
“Nosotros escuchábamos un tema por primera vez y ya lo imaginábamos de otra manera –retoma Rodolfo–. Pero a Muchacha no había que tocarle nada, solo ponerle voces. Ni batería, ni bajo, ni nada; hacerlo como lo cantó Luis y voces en el estribillo. Era una tentación meterle cosas: ¡no era fácil renunciar a intervenir en un tema que te gusta mucho! No le toquemos nada, es así.”
Spinetta nació en Buenos Aires el 23 de enero de 1950. En la foto escolar, es el que está junto a la maestra.
El estreno y una reacción inesperada
Esa noche, Almendra estrenó Muchacha (ojos de papel) que, contra lo que hoy se puede suponer, no causó una impresión muy diferente al resto de las canciones, porque mucha gente veía por primera vez al cuarteto y desconocía que se trataba de una incorporación al repertorio. Ni siquiera le hizo mella a la mismísima destinataria del tema, Cristina Bustamante.
“No me daba cuenta para nada de la magnitud de la canción –sostiene Cristina–; honestamente, a mí no me mueve nada que él haya hecho ese tema para mí, porque era una canción más que hizo delante mío. Luis era un artista al cual le bajaba la inspiración, y que podría tranquilamente haber escrito sobre cualquier otra cosa que lo inspirase. Artistas como él no dependen de la musa inspiradora, para mí le bajaba la inspiración, y si estabas sentado delante, por ahí eras vos.”
Esa fue exactamente la posición de Cristina en el Coliseo: sentada delante de Luis cuando comenzó a cantar Muchacha (ojos de papel) por primera vez frente al público. En el medio del tema, Cristina se levantó de su butaca y dejó el teatro. “¿Adónde vas, muchacha?”, le gritó Luis Alberto desde el escenario. Algunos dicen que Luis lloraba, otros que la que lloraba era Cristina, emocionada por su canción.
El Flaco, con Patricia Sosa y Baglietto.
“No recuerdo el episodio –confiesa Cristina–, pero salí corriendo indignada muchas veces. Supongo que esa noche me había metido los cuernos con alguien, con Pajarito o alguna de esas. Con Luis tenía una intuición… Llegaba con él a algún lugar, miraba un poco alrededor, y yo ya sabía con cuál se iba a quedar o a enganchar. Entonces, seguro que si yo salí corriendo y llorando del Coliseo es porque él me había hecho alguna trastada. Nada de emoción.”
El ojo clínico del productor
Almendra en pleno había ido al sello discográfico para cumplir con un trámite que les era requerido para publicar el LP. Faltaba muy poquito para que saliera: era el último papelito. Se les ocurrió llegar a la una de la tarde a las oficinas de RCA en la calle Paroissien, a un par de cuadras del Parque Saavedra. Mala idea: todo el mundo se había ido a almorzar. Buscando hacer tiempo los Almendra fueron al buffet a tomar algo. Se sentaron y a los pocos minutos se acercó el presidente de la compañía, Adolfo Pino, a saludarlos y tirarles buena onda.
–¿Qué tal muchachos? ¿Contentos con el disco? Ya nos están haciendo pedidos, sobre todo de la Costa Atlántica. Ese tema, Muchacha (ojos de papel) va a caminar muy bien. Lo tenemos que sacar en simple. Agarramos un tema del disco y lo ponemos del lado B.
–Mejor pongamos algo distinto en el lado B –sugirieron los Almendra con algo de ingenuidad. Tenían muchos temas y los querían utilizar.
–¿Tienen algún tema? –los semblanteó el ejecutivo que prefería seguir la norma y que el simple tuviera alguna canción del LP.
–Tenemos uno que puede andar –aseguró Luis Alberto–: Hermano perro.
–¿Y cuánto dura?
–Nunca lo medimos, pero no más de cinco minutos.
El tipo sonrió con cancha y le dijo a Luis:
–Hacémelo de dos minutos y medio.
Casi se desmayan. Otra vez sopa. A poco de publicar el LP, la compañía editó en simple Muchacha (ojos de papel) con Ana no duerme en la cara B.
Spinetta murió el 8 de febrero de 2012.
«Venderse», el fantasma
Era verdad, la canción prendió por su frescura, por su singularidad, por la belleza sin atenuantes de la voz de Luis Alberto y por lo bien que acompañaba las imágenes que se deslizaban por la pantalla. Pero lo que hubiera sido maná del cielo para cualquier compositor, el éxito rotundo de una canción, para Luis Alberto Spinetta se fue convirtiendo en una relación dificilísima que lo acompañaría casi como una condena por el resto de su vida.
No me mueve nada que él haya hecho ese tema para mí. Artistas como él no dependen de la musa inspiradora.Cristina Bustamente, ex novia de Spinetta
Más allá del recuerdo de la tormentosa relación que lo unía con su novia, Cristina Bustamante, Muchacha (ojos de papel) instaló a Spinetta bajo la potente luz del reflector de la popularidad que casi lo calcina.
Esa relación neurótica y contradictoria se puede analizar desde distintas ópticas, pero es imposible encontrar el foco justo. Por un lado, el tema sonó tanto y tuvo tantos elogios que Almendra quedó al filo de ser un conjunto comercial, y en aquel tiempo se dirimía la cuestión de lo progresivo contra lo complaciente. No había dudas, y el tiempo lo ratificó una y otra vez, de que Almendra era quizás el más avanzado y atrevido exponente del rock, pero la ternura de una balada como Muchacha (ojos de papel), por más poesía que tuviera, quedaba de la vereda de enfrente de los rugidos urbanos de Manal, la aspereza del Rock de la mujer perdida de Los Gatos o incluso de la estridencia de Presente (El momento en que estás) de Vox Dei, que se volvería también un clásico.
Almendra: la mítica banda que Spinetta tuvo con Emilio Del Guercio, Rodolfo García y Edelmiro Molinari entre el ‘67 y el ‘69.
“Luis tenía miedo de que lo encasillaran como un cantor de canciones de amor”, señala Emilio, que también recuerda que la compañía grabadora propuso que hiciera una versión en italiano y fueran a competir al Festival de San Remo. A ellos les pareció una aberración hacer eso.
“Eramos muchachos prejuiciosos –reconoce Emilio–, nos sonaba que ir allá era un poco como venderse.” Y ese era el fantasma que más aterraba a Luis Alberto, y viendo cómo se relamían los ejecutivos de RCA ante las enormes posibilidades de la canción, se negó de cuajo a cualquier paso hacia esa dirección.
Otra cosa que encendió su alarma fue ver la enorme reacción que comenzó a despertar Muchacha (ojos de papel) en la audiencia, ya más mezclado el rockero con el adolescente simple. “Claro –explica Emilio–, tocábamos Muchacha… y estaba todo bien, pero cuando hacíamos las otras canciones la gente no entendía nada.”
La contradicción que el suceso de Muchacha despertó en la cabeza de Luis fue enorme, y a partir de allí se generó una relación de amor-odio con su canción más conocida, rebelándose de todos los modos que se le ocurrieron, pero nunca negándola por completo o cortando todos los lazos. Sí, después de Almendra, rechazaría interpretarla en vivo mientras el público se empecinaba en pedírselo. También comenzó a referirse despectivamente a ella como Mucama (ojos de mantel). La reservaría solamente para tocarla en momentos muy especiales.
Spinetta ya enfermo. Sufría cáncer de pulmón.
Aquel show de 2009
“Cuando cantamos Muchacha (en el show Spinetta y las bandas eternas, de 2009) fue algo tremendo –resume Emilio–, ahí nosotros éramos los cuatro pibes en la sala de ensayo. Cada vez que hemos cantado ese tema, volvíamos a un lugar que era como si fuera la casa familiar. ¿Viste que la casa familiar, aunque vuelvas al lugar físico, el lugar está dentro tuyo? Especialmente Muchacha, y algún otro tema más, pero por la trascendencia que tuvo, ese siempre fue un generador de energía y de cariño muy fuerte entre los cuatro.”
“Yo pensé que Luis iba a llegar con el garguero hecho mierda a la hora de Almendra, y llegó muy bien –reconoce Rodolfo García–. Viví todo con una emoción impresionante. He visto muchos festivales y los comentarios son chascarrillos, boludeces, marcar a alguien del público. Esa noche los músicos estaban todos en silencio.”
En las últimas notas de Muchacha, Emilio le pasó un brazo a Luis por la espalda propiciando el abrazo. Luego se sumó Edelmiro y el último –y el más fuerte– fue el abrazo de Luis y Rodolfo. Ellos dos sabían lo difícil que había sido llegar hasta ahí. “¡Qué lindo que salió!”, dijo Molinari.
Spinetta desarmó la emotividad de aquel instante con un chiste. “Esta gente es una biblia –dijo al micrófono–, por lo viejo digo, incluyéndome a mí.” Luego puso su mejor voz de anciano italiano y exclamó: “¡Hace ochenta años que no nos juntamos! ¿Qué quieren que le hagamos? ¿Son felices o no son felices?”, enfatizando el cocoliche en el acento. Y sí, había felicidad en todos. Una de esas felicidades abrumadoras que nadie sabía muy bien cómo manejar. Pero el show todavía tenía resto.
Fuente: Clarín