A medida que pasan los años, envejecer trae aparejado un abanico de emociones negativas (Shutterstock.com)
El culto a la juventud es una de las obsesiones más recurrentes de la sociedad actual, sin importar lugar de origen ni edad. De hecho, la lucha contra el envejecimiento se materializa en una industria que mueve millones año a año. Y aunque crecer es parte de la vida y se traduce en experiencia, envejecer es sinónimo de un abanico de emociones negativas.
En este contexto, el periodista y analista social Carl Honoré propuso en su nuevo libro, Elogio de la experiencia, defender el envejecimiento sin estereotipos ni complejos con el fin de revalorizar la experiencia, dignificar el cumplir años y apostar por disfrutar de las nuevas etapas de la vida de una forma más saludable.
“Todos mis libros nacen de la chispa de una crisis existencial que tengo. Todo surgió porque estaba jugando en un torneo de hockey cuando me dijeron que era el más viejo del equipo. El hecho de enterarme que era el más grande activó automáticamente más de 1000 preguntas que me rondaban así como de sensaciones encontradas. En este contexto, me di cuenta de que el peso de la edad cronológica me aplastó. Con el tiempo también empecé a preguntarme por qué le daba tanta importancia al tema. Sentía que algo no encajaba, ya que es algo que les ocurre a todos, y llegué a una conclusión: el hecho de envejecer nos provoca un abanico de emociones negativas”, dijo a Infobae Honoré.
“Comencé a preguntarme si parecía fuera de lugar, si la gente se reía de mí, si debería dedicarme a un pasatiempo más amable, como el bingo. Me hizo pensar en cómo nos sentimos avergonzados y temerosos de envejecer. Cómo imaginamos que se trata de pérdida, declive, decrepitud y tristeza. Quería saber si había otra historia más feliz que contar sobre el envejecimiento”, explicó Honoré.
De este modo, el escritor comenzó a investigar a qué se debía esta constante relación entre envejecer y una sensación de nostalgia anticipada: “¿Cuándo fue la última vez que conocimos a alguien con ganas de llegar a los 40 o a los 50 años? Es cierto que sobrevivir pasados los 80 o 90 años puede convertirse en motivo de orgullo, pero hasta entonces la propia idea de envejecer suele evocar miedo, angustia, desprecio, entre otros. Nos aferramos a la idea de que envejecer es una maldición, nos hace menos atractivos, menos enérgicos, menos felices, en suma, menos nosotros mismos. Sin embargo, me di cuenta de que era todo lo contrario a lo que la sociedad emana. A medida que vamos creciendo, nos sentimos más orgullosos de nosotros mismos, menos juzgados por las expectativas de los demás y también sentimos un poco más de libertad que viene de la mano con la seguridad”.
El envejecimiento tiene, según el escritor, un grave problema de imagen. Y es que el mundo se encuentra obsesionado por la juventud, casi como un mensaje concreto: envejecer es desaparecer. Los rostros sin arrugas y los cuerpos jóvenes monopolizan el paisaje visual, desde la publicidad y las redes sociales hasta el cine y la televisión. “Un escenario muy común es la persona que tiene 30 años y está preocupado porque en 10 años va a cumplir los 40 años y ahí es cuando empiezan las angustias. Es una aceptación constante que se agravó con la aparición de las redes sociales, ya que este elemento amplificó todos los sentimientos y las apariencias”, apuntó Honoré.
El momento de aceptar el envejecimiento
Hay muchas sorpresas que depara el envejecimiento y es que envejecer es un proceso de poder: “Yo tenía la visión de que envejecer era algo negativo; luego me di cuenta de que aceptarlo era una de las decisiones más felices que podía hacer. Es la vida que uno transita, es redefinir el envejecimiento del siglo XXI. Yo lo que busco es tener un punto de vista positivo. Y es que de otra manera, nos hace daño. La edad cronológica está perdiendo su poder cronológico; lo que cuentan son las elecciones no los años. Una cosa que realmente me dejó perplejo es que las personas generalmente están más contentas en la edad adulta. En todo el mundo, la felicidad parece seguir una curva en forma de U, que toca fondo en la mediana edad y luego se eleva nuevamente”.
“Podríamos seguir esa ruta retrospectiva negando nuestra edad e intentando engañarnos a nosotros mismos pensando que somos más jóvenes de lo que somos. O podríamos hacer lo más sensato: abordar la raíz del problema adoptando una visión más favorable del envejecimiento en sí. Pero no nos dejemos llevar. Nuestro objetivo no debe ser reemplazar el culto a la juventud por el culto a los ancianos. No hay que venerar ninguna edad, porque cada una de ellas comporta sus propias aflicciones y consuelos. Es decir, no tiene nada de malo superar los 30, 40 o 50. Cada edad puede valer la pena vivirse. Y todas ellas deben celebrarse”, enfatizó.
De este modo, el autor enumeró 12 reglas para envejecer audazmente. Estas son:
1. Seguir aprendiendo y experimentando: el adagio de que no se puede enseñarle a un perro viejo nuevos trucos ni siquiera es cierto para los perros. La novedad te mantiene energizado y comprometido.
2. Cultivar relaciones fuertes.
3. Inspirarse en modelos a seguir.
4. Mantener el cerebro y el cuerpo en forma haciendo ejercicio y comiendo bien.
5. Canal Marie Kondo. Si algo, un trabajo, una amistad, ya no genera alegría, hay que dejarlo.
6. Encuentrar un propósito que brinde un sentido a la vida.
7. Ser honesto acerca de la edad. Mentir le da al número un poder que no merece, y refuerza el mito de que más joven siempre es mejor. Reconocer la edad es el primer paso para aprovecharla al máximo.
8. Permanecer flexible y abierto al cambio, crecimiento y evolución.
9. Ignorar a los traficantes de fatalidades que dicen que el sexo, el amor y el romance pertenecen a los jóvenes: no lo hacen.
10. Ser positivo y concentrarse en las ventajas del envejecimiento: sentirse más a gusto en la propia piel; relaciones más profundas; Más felicidad, altruismo, creatividad, conocimiento, experiencia.
11. Cultivar un sentido del humor. La risa aumenta la salud y la longevidad.
12. Pensar en la muerte. La conciencia de que el tiempo no es infinito le da forma y significado a la vida, y lo estimula a aprovechar al máximo aquí y ahora.