Museo Larco: la colección erótica de memoria inca más grande de Perú

Coronas de plata de la cultura Chimu. Una casona virreinal del siglo XVII alberga la colección de huacos prehispánicos más grande del mundo. Son 45.000 piezas de barro, y otras tantas de orfebrería en oro, plata y cobre.

El conjunto permite acercarse a la cosmovisión de los antiguos peruanos y su relación con la naturaleza. También, su vínculo con la sexualidad. En la famosa Sala Erótica, la cerámica dibuja las más variadas posiciones y formas del amor compartidas por mujeres, hombres y animales. ¡Y entre los muertos!

La colección fue fundada en 1926 por Rafael Larco Hoyle, uno de los pioneros de la arqueología peruana. Nació en su hacienda de Trujillo, Chiclín, a partir de un primer ceramio que le regaló su padre, Rafael Larco Herrera, y allí creció hasta que él decidió trasladarla a la capital del Perú para que fuera más accesible al público. Nadie debería perderse este museo, considerado el número 1 en Sudamérica y 20 del mundo según el ranking de TripAdvisor.

Para la cultura Moche, el arte de amar se relacionaba con la tierra, la prosperidad y la fecundidad.
Para la cultura Moche, el arte de amar se relacionaba con la tierra, la prosperidad y la fecundidad. Fuente: Lugares – Crédito: Mariana Roveda

Las piezas nos van contando su propia historia y de ellas se desprende este fascinante modo de ver la vida. Difícil de comprender para nuestra cultura actual, pero no imposible.

Los tres mundos

Los cerámicos de la Sala Erótica muestran el sexo explícito sin tapujos en un sinfín de posiciones sexuales que hacen ruborizar a más de uno. Pero no es lo que pensamos: para la cultura Moche, que vivió en el norte del país andino del siglo I al VIII d. C. aproximádamente -y a la cual pertenecen la mayoría de los huacos eróticos-, el arte de amar se relacionaba con la tierra, la prosperidad y la fecundidad. Su representación tenía que ver más con ritos que con el placer en sí: propiciar la lluvia o detenerla, lograr una buena cosecha, detener una desgracia, lograr un buen nacimiento…

¿Cómo podemos explicar esto? Para el antiguo Perú, a grandes rasgos, existían tres mundos: el mundo de arriba o de los dioses, representado por las aves; el mundo terrenal o de los vivos, caracterizado por los felinos; y el mundo de abajo o de los muertos, a partir de las serpientes. Había interacciones entre los tres mundos: incluso, había actividad sexual en el mundo de abajo; esa cosmogonía se recompuso a través de estas artesanías.

Vasija expuesta en una de las salas del museo.
Vasija expuesta en una de las salas del museo. Fuente: Lugares – Crédito: Mariana Roveda

Las uniones sexuales se pueden entender como intercambios en donde hay entrega de fuerzas y fluídos entre seres que pertenecen a géneros o mundos distintos.

En las vasijas se plasmó la vida ritual, la mitología, el cuerpo femenino y la maternidad (lo que hoy llamaríamos partos humanizados), la unión sexual, la fertilidad y el mundo de abajo. También hay representaciones detalladas de órganos genitales masculinos y femeninos que hacen alusión a la dualidad: la unión de fuerzas opuestas pero complementarias que hacen posible la vida.

Los cerámicos de la Sala Erótica muestran el sexo explícito sin tapujos.
Los cerámicos de la Sala Erótica muestran el sexo explícito sin tapujos. Fuente: Lugares – Crédito: Mariana Roveda

Pero aún es mucho más compleja su forma de ver el universo. Isabel Collazos, curadora de las colecciones del museo, lo describe de esta manera: «a partir de estas representaciones sexuales en los huacos podemos acercarnos a la cosmovisión Mochica, pues están vinculadas a los rituales de fertilidad, sacrificio y culto a los ancestros.

Entre las representaciones mitológicas más destacadas tenemos la unión sexual primigenia entre Ai Apaec –la deidad suprema, también llamado el degollador-, y la madre tierra. El fruto de esta unión es el inicio de la vida, representado por el árbol. Por otra parte, las representaciones de unión sexual entre hombre y mujer, simbolizan la unión de opuestos complementarios que generan vida. Finalmente, la fertilidad de la tierra es asegurada por los ancestros, quienes son representados sexualmente activos y masturbándose, propiciando la emisión del semen, líquido fertilizador».

Orejeras de la cultura Moche expuestas en el museo.
Orejeras de la cultura Moche expuestas en el museo. Fuente: Lugares – Crédito: Mariana Roveda

Dentro del sector hay una sala dedicada a los ritos de unión sexual no reproductiva de formas no tradicionales. Todo es bastante explícito, no apto para mojigatos. La cerámica muestra también otros actos que no llevan a la fecundación, como masturbaciones y felaciones: estas tres prácticas, en general, vinculan simbólicamente el mundo de los vivos con el de los muertos.

Por último, hay una sala de propiciación sexual y cuerpo masculino donde este se representa como fertilizador: toca, acaricia y besa pero también recibe lo mismo.

Para concluir, estas son algunas pautas a la hora de visitar este museo imperdible:

1) Al ingresar, un video introductorio hace que todo sea mucho más interesante. Conviene verlo, y también reservar una visita guiada, aunque cueste un poco más de dinero.

2) La experiencia completa consiste en conocer la colección permanente, los depósitos visitables –uno de los pocos museos del mundo que los tiene, con más de 30 mil piezas clasificadas–, la Sala Erótica y los jardines.

3) El 100% de la colección se encuentra disponible en el catálogo en línea.

4) Las principales obras han sido exhibidas en los más prestigiosos museos y son consideradas íconos del arte precolombino a nivel mundial.

5) El museo cuenta con un exquisito café-restaurante entre los jardines: se puede tomar algo o almorzar.

6) Curiosidades de otras épocas: hasta 1960, los niños tenían prohibida la entrada a la Sala Erótica.

Obra en cerámica que se expone en la sala erótica del museo.
Obra en cerámica que se expone en la sala erótica del museo. Fuente: Lugares – Crédito: Mariana Roveda

Si pensás visitar el museo…

Av. Bolívar 1515, Pueblo Libre, Lima, Perú. T: 051 1 461-1312

Abre todos los días incluidos feriados de 9 a 22. (solo 4 días del año cierra a las 18 hs: 24, 25, 31 de diciembre y 1 de enero).

Fuente: Silvina Beccar Varela, La Nación