Una extraña pelvis fosilizada de un simio que vivió hace diez millones de años en la actual Hungría reveló datos importantes sobre la evolución humana.
Un equipo de investigación internacional dirigido por Carol Ward en la Universidad de Missouri (MU) analizó esta nueva pelvis y descubrió que el modo de andar sobre dos extremidades en el hombre parece tener orígenes ancestrales más profundos de lo que se pensaba anteriormente. Los resultados del trabajo de Ward fueron publicados en Journal of Human Evolution.
La pelvis de Rudapithecus fue descubierta por David Begun, profesor de antropología de la Universidad de Toronto, que invitó a Ward a colaborar con él para estudiar ese fósil. El trabajo de Begun sobre huesos de extremidades, mandíbulas y dientes ha demostrado que el Rudapithecus era pariente de los simios y humanos africanos modernos, una sorpresa dada su ubicación en Europa. Pero la información sobre su postura y locomoción ha sido limitada, por lo que el descubrimiento de una pelvis es importante.
«El Rudapithecus era bastante parecido a un mono y probablemente se movía entre las ramas como lo hacen los simios ahora, sosteniendo su cuerpo en posición vertical y trepando con sus brazos», dijo Ward, profesor de Ciencias Anatómicas en la Facultad de Medicina de la MU. Sin embargo —explica el experto—, habría diferido de los grandes simios modernos al tener una espalda baja más flexible, lo que significaría que cuando el Rudapithecus bajó al suelo, podría haber tenido la capacidad de pararse más como los humanos.
Los simios africanos modernos tienen una pelvis larga y una espalda baja y corta porque son animales grandes, que es una de las razones por las que normalmente caminan a cuatro patas cuando están en el suelo. Los humanos, en cambio, tienen espaldas inferiores más largas y flexibles, lo que les permite pararse erguidos y caminar eficientemente sobre dos piernas, una característica distintiva de la evolución humana. Ward dijo que si los humanos hubieran evolucionado de una estructura corporal similar a un simio africano, se habrían requerido cambios sustanciales para alargar la espalda baja y acortar la pelvis. Si los humanos evolucionaron de un antepasado más como el Rudapithecus, esta transición habría sido mucho más directa.
«Pudimos determinar que el Rudapithecus habría tenido un torso más flexible que los simios africanos de hoy porque era mucho más pequeño, solo del tamaño de un perro mediano», dijo Ward. «Esto es significativo porque nuestro hallazgo respalda la idea sugerida por otra evidencia de que los antepasados humanos podrían no haberse construido como los simios africanos modernos«.
Ward se asoció con Begun para estudiar la pelvis junto con la alumna de la MU Ashley Hammond y con J. Michael Plavcan, profesor de antropología en la Universidad de Arkansas. Como el fósil no estaba 100% completo, el equipo utilizó nuevas técnicas de modelado 3D para completar digitalmente su forma, luego comparó sus modelos con animales modernos. Ward dijo que su próximo paso será llevar a cabo un análisis 3D de otras partes del cuerpo fosilizadas del Rudapithecus para obtener una imagen más completa de cómo se movió, dando una idea más clara de los ancestros de los simios y humanos africanos.
Fuente: Clarín