El 4 de septiembre de 2014 cayó jueves. Ese era un día más en mi vida. O pensé que iba a ser un día más. Pero no lo fue. Había llegado a la redacción a las 6:00 de la mañana, como todos los días, y me había puesto a trabajar normalmente.
Recuerdo que por esos días tenía un blog en este medio -se llamaba #GraciasTotales-, en el que narraba historias relacionadas a la música de Gustavo Cerati y Soda Stereo. Aún no escribía de música en el sitio. Sólo lo hacía a través de esta plataforma, que me permitía conectarme con la gente, conocer fans de toda América y hacer amigos que mantengo y aprecio.
A eso de las 9:00, un colega me envía un mensaje que dice: «En redes están diciendo que murió Cerati. ¿Sabés algo?«. Creo que me parelicé por unos segundos pero inmediatamente me quise autoconvencer de que se trataba de una nueva fake news -ya había corrido el falso rumor de la muerte de Gus varias veces- y seguí adelante con mi tarea cotidiana. Sin embargo, a los pocos minutos, volví a ingresar a Twitter y eran cada vez más los usuarios que se preguntaban si la noticia era cierta o no.
Como sucede en estos casos, comencé a hacer llamadas, enviar mensajes, averiguar por diferentes lados si era verdad que mi ídolo había muerto. Nadie atendía o nadie sabía. Estábamos todos en la misma. Fueron minutos de angustia e incertidumbre, de empezar a dudar en serio si esta vez era verdad. Igualmente seguía tratando de pensar que no era cierto y me aferraba a eso, a que sea otro rumor malintencionado.
Mientras seguía averiguando, dejé las redes sociales de Gustavo abiertas en mi computadora para ver si en algún momento había algún tipo de información oficial. Recordé que alguna vez se publicó un comunicado que desmentía una información. Rogaba que pasara lo mismo ahora. Pero en esta ocasión no fue así, sino todo lo contrario. A las 13:48, la familia Cerati, a través de la cuenta oficial del músico en Facebook, informó:
Me quedé helado. Ahora sí había ocurrido lo que tanto temía. «Tanto le temés que al fin sucede«, dijo alguna vez el propio Gus. Una vez más me estaba dando una lección.
Mi propia tarea periodística me impulsó a ponerme rápidamente a trabajar sin tiempo a lamentos pero a medida que iba escribiendo no podía dejar de sentir una gran angustia, un gran dolor.
Luego llegó el turno de hacer un perfil de Gustavo, una nota sobre su influencia en la música latinoamericana y, también, de atender llamados de colegas de la región que querían saber cómo había sido recibida la triste noticia en la Argentina.
Así fue como me contactaron de una radio de Miami, de otra de Venezuela y del canal colombiano NTN24, además de distintos medios de comunicación del interior de nuestro país y alguno que otro de Buenos Aires.
La jornada en la redacción se extendió hasta pasadas las 18:00 y siguió en la Legislatura Porteña, lugar que había elegido la familia del líder de Soda para despedirlo. A las 21:00 se abrieron las puertas de ese emblemático sitio y ya había una multitud esperando para ingresar.
Los colegas de NTN24 me habían pedido si podía hacer dos salidas en vivo para Colombia desde la Legislatura y, otra vez, debía tratar de abstraerme y ser profesional. Difícil en esta situación.
Las horas pasaron, los fans también y yo, ya vencido por mi cansancio, retorné a mi casa. Eran las 2 de la mañana cuando me fui a dormir sabiendo que a las 5:00 debía estar despierto nuevamente para otro día de trabajo y para, pasadas las 14:00, despedir a Gustavo en el cementerio de Chacarita.
Miles y miles de personas acompañaron el féretro por toda la ciudad, SU CIUDAD, en un homenaje conmovedor, como muy pocas veces se vio a un artista en la Argentina. Un homenaje más que merecido para una persona que le cambió la vida a muchas otras. Y a mí también.
Fuente: Gastón Calvo, Infobae.