Después de cuatro años al frente del área de artes visuales del Centro Cultural Kirchner (CCK), un espacio tan joven como complejo que supo posicionarse rápidamente como lugar artístico de referencia, Gabriela Urtiaga será, a partir del 3 de septiembre, la curadora en jefe del MOLAA, el Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles. La designación (que llega luego de un proceso de entrevistas y presentación de proyectos) coloca a Urtiaga en un enclave de proyección internacional para el arte de Latinoamérica. Al mismo tiempo, ratifica un singular fenómeno: el de la presencia de curadoras e investigadoras argentinas, trabajando en las más renombradas instituciones artísticas internacionales. Proyecciones y perspectivas, a pocas horas de volar hacia el otro hemisferio.
MOLAA. El Museo donde trabajará Urtiaga.
Antes del CCK, Urtiaga trabajó en el ministerio de Cultura porteño, estuvo al lado de artistas como Marta Minujín y Guillermo Kuitca y fue asesora del programa Art Basel Cities, de la feria internacional Art Basel.
-¿Después de cuatro años, cuál es tu balance sobre el trabajo en el CCK, un espacio desafiante por sus dimensiones (espaciales, culturales, políticas)?
-Nunca pensé el CCK como un espacio vacío que había que llenar sino más bien como un espacio joven, al que había que darle una identidad propia y donde estaba todo por hacer. Y en ese desafío fue muy importante generar propuestas que no solo tuvieran una mirada estética sino que abarcaran temas que nos involucraran a todos como sociedad, a través de los que se pudiera generar debate y discusión. La idea siempre fue trabajar en comunidad y tomar al público como parte de esa comunidad. Democratizar el arte y que no quedara nadie afuera. Ese fue el motor de estos años. El primer gran desafío fue la primera exhibición, porque la gran pregunta era cómo iba a ser el centro cultural. Pero a la vez fue de puro disfrute, porque fue la muestra sobre Borges, a quien admiro. El otro gran desafío fue hacer una muestra en colaboración con la Fundación Cartier. Fue de un gran aprendizaje mutuo, donde pudimos poner en práctica un modo de trabajo en colaboración y a través de redes institucionales, que es como hoy se trabaja. Poder hacerlo me dio gran satisfacción. La actual muestra de Le Parc es, en este sentido, un muy buen cierre de una hermosa etapa.
Muestra sobre Borges en el CCK. En el inicio de la gestión de Urtiaga.
-Un museo como el MOLAA, dedicado a lo latino y latinoamericano en Estados Unidos, en un momento en que lo latino está siendo bastante demonizado también suena desafiante…
-Sí, pero con el arte uno puede hablar mucho más que con las palabras. Por eso mismo es que resulta hoy fundamental. Sabemos además que esa idea sobre lo latino es parte de un discurso y que todo depende de dónde uno se quiera posicionar. El MOLAA es un museo pionero, es el único museo allá especializado en arte latino y latinoamericano. Hay toda una línea de trabajo de muchos años detrás, que es a la que quiero contribuir. En ese sentido creo que el hecho de venir de Sudamérica puede aportar allá algo novedoso, en la construcción de una mirada latinoamericana, si es que es posible. Ese será uno de los desafíos. Trabajar con un patrimonio de más de 1.600 obras, como el que tiene el museo; poder detectar sus posibles falencias y fortalecerlas; poner en diálogo lo moderno y lo contemporáneo. Y siempre trabajar para mantener activas las muestras una vez inauguradas. Un museo vivo es el que se preocupa por quien decide ir a ver sus exposiciones. Así concibo yo la idea de comunidad desde la institución. En el caso del MOLAA se trata de seguir desarrollando esa comunidad, que ya existe, porque es un museo de 23 años.
“Un museo vivo es el que se preocupa por quien decide ir a ver sus exposiciones”
Gabriela Urtiaga
CURADORA
-¿Cómo se construye esa mirada latinoamericana, sin caer en homogeneizaciones que anulen las diferencias de cada cultura particular?
-La verdadera riqueza será lograr no categorizar ni definir, en un momento en que además todo entra en discusión. Me parece importante hacer cruces interdisciplinarios, trabajar con la música, la literatura, la filosofía. Ampliar la mirada para poner en discusión los temas que nos ocupan hoy. Y trabajar la difusión no sólo a partir de muestras, sino también de investigaciones, ampliar el conocimiento también a nuevas audiencias, salir del nicho.
“Nunca pensé el CCK como un espacio vacío que había que llenar sino más bien como un espacio joven, al que había que darle una identidad propia”
Gabriela Urtiaga
CURADORA
-Venís a sumarte a una serie de curadoras argentinas proyectadas al mundo (Ana Longoni en el Museo Reina Sofía de Madrid e Inés Katzenstein en el MoMA serían los otros dos casos más significativos). ¿Creés que eso redundará en más visibilidad y circulación para el arte argentino?
-Es fundamental. Un nuevo puente se abre y hay que estar todo el tiempo actualizándolo. Para nosotros en Argentina es muy importante poder vincularse y trabajar en otros lugares, porque fortalece el circuito del arte en nuestro país, y en el mundo. Siempre me interesó conocer el terreno donde estoy, pero a la vez saber qué está pasando en los otros lugares, estar actualizada. Y bueno, ahora será al revés, estaré allá sabiendo lo que sucede aquí. Pero sin lugar a dudas se abren puentes. Conmigo en California, con Inés en Nueva York, con Longoni en Madrid. Y creo que es muy positivo para el arte argentino.
Juliana Awada, visitó la exposicion de la Fundación Cartier en el CCK.
-¿Evitando caer en categorías que neutralicen diferencias, cómo ves posicionado a nivel internacional el arte latinoamericano contemporáneo?
-En el último tiempo el arte latinoamericano tiene mucha presencia en el mundo y es muy requerido. Si vas a las bienales y las ferias, hay muchos artistas jóvenes contemporáneos de distintos países de Latinoamérica. Es decir que después de muchos años está apareciendo un reconocimiento, debido también al trabajo de muchos artistas pioneros en esa proyección internacional, que abrieron puertas. Hay que seguir trabajando, pero creo que estamos en un muy buen momento. Hay que aprovecharlo.
Cuando pa’ Curitiba me voy
Septiembre será un mes de gran actividad para Gabriela Urtiaga. Además de su inminente nombramiento en el MOLAA, el 21 de septiembre se inaugurará la 14 edición de la Bienal de Curitiba, y la argentina es una de sus cuatro curadoras.
“El tema general de la Bienal es el de las fronteras abiertas –explica- y por eso el resto de los curadores se centraron más en temas como la inmigración. Yo quise trabajar con la idea de lo doméstico, las fronteras que se abren desde lo cotidiano hacia el arte contemporáneo, y cómo esas acciones se politizan”: un traspaso de fronteras en el que las mujeres del siglo XX y XXI somos y seremos especialistas.
Los hilos del ritual es el nombre de la muestra y las artistas participantes (todas argentinas) trabajan, por supuesto, con hilo: Diana Aisenberg, Karina El Azem, Catalina León, Elena Dahn, Marisa Caichiolo, Inés Drangosch, Inés Raiteri y Teresa Pereda serán las ocho mujeres que hilvanarán arte y vida cotidiana en el espacio de la Bienal. “Todas tienen una fuerte intención de hacer participar o involucrar al otro –continúa la curadora-. Hay belleza, pero una que trasciende las barreras de las ideas fijas en torno a lo bello femenino. Es una belleza potenciada”.
Fuente: La Nación