El silo La Metódica que aparece en «La Odisea de los Giles» -el filme protagonizado por Ricardo Darín y Luis Brandoni que se estrenó el último jueves- tiene una historia muy distinta a la que cuenta la película. Empezando con el nombre. El verdadero es Cooperativa Agrícola de Baradero. Y el único parecido con el silo que parece en la historia dirigida por Sebastián Borensztein es que los dos quebraron en algún momento. Pero lo hicieron épocas distintas. El verdadero dejó de funcionar hace una década, ocho años después que el de la ficción, que tuvo que cerrar por los devastadores efectos de la crisis del 2001.
El silo que ahora todos vemos en la gran pantalla está ubicado en un pequeño pueblo, de no más de 18 cuadras de largo, del interior de Buenos Aires que se llama Alsina, en Baradero. Ahí viven 2.500 personas, que trabajan en su mayoría en la única planta de embalaje de frutas que hay en la zona. El resto es campo, con cultivos de frutas y algunas oleaginosas.
Los vecinos tienen la ciudad de Baradero a unos 25 kilómetros de distancia; Capital Federal, a 150; y Zárate, a 60. Esta última es la ciudad donde los «jovenes con estudio», como dicen los propios pobladores, van a trabajar las plantas de Toyota y Quilmes. «Las empresas los pasan a buscar en micro, los llevan y los traen… todos los días», cuenta José Luis Cóceres, un productor local de 57 años, que aparece en la película y es el encargado de la cooperativa.
El silo en el que se filmó «La odisea de los giles» está ubicado en Alsina, cerca de Baradero.
El silo en el que se filmó «La odisea de los giles» está ubicado en Alsina, cerca de Baradero.
Cóceres cuenta que «hará un año» que unas productoras llegaron al pueblo para buscar locaciones para la película. Dice que encontraron el silo, les gustó y se contactaron con él para pedirle permiso para filmar ahí. Él entonces se metió en la producción y les arrendó la maquinaria que aparece en el filme: unas cosechadoras, un tractor y un camión.
José recuerda que estuvieron varios meses filmando. Que cada día era un show en el pueblo, pero «este tipo de cosas, acá llaman mucho la atención. Todos los días estaba todo el pueblo viendo cómo filmaban la películas, saludando a las actores y ayudando a la producción«, comenta Cóceres, que arrenda 150 hectáreas en la zona, donde produce maíz, trigo y soja.
Cuando se estrenó, José se fue con su mujer y sus dos hijos hasta San Pedro para verla. «El cine de Alsina estaba cerrado porque lo estaban arreglando». Ese fue el momento de la verdad para él, ya que no sólo actuó en la película (aparece trabajando en un camión mientras cargan semillas de maíz), sino que también se cuenta en parte la historia del silo que él manejó y vio cerrar.
A José le gustó mucho la película y también dice que cuando se vió en la pantalla grande no sintió «ningún calor» porque ya había «trabajado en otras filmaciones», como en «eventos agropecuarios». También se acordó que para hacer una escena «tuvimos que filmarla varias veces». «Hacíamos lo mismo una y otra vez», comenta.
Cóceres tiene fresco el recuerdo de cuando la cooperativa cerró. Fue en 2009 y él lo atribuye «malos manejos». Hoy, dice, el «silo está abandonado y a nadie le interesa». Porque, según cuenta, hay que «invertir mucho dinero para ponerlo a trabajar de nuevo».
La cooperativa de Alsina es en realidad una de las tres sucursales de la Cooperativa Agrícola Baradero, cuya central se encuentra en la ciudad municipal. Las tres quebraron al mismo tiempo y hace poco la central la compró la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), la más grande del país. «Pero no les interesa recuperar la sucursal de Alsina porque es muy pequeña», dice José.
El silo en el que se filmó «La odisea de los giles» está ubicado en Alsina, cerca de Baradero.
La Cooperativa de Alsina se creó en 1967. En el 76, Cóceres con apenas 18 años, comenzó a trabajar ahí. Con los años, después de llevarle muchas mercadería, empezó a formar parte de la empresa. «Son muy útiles las cooperativas porque si no tenés plata, ellos te dan a préstamo semillas o agroquímicos para trabajar, que después devolvés con más semillas (es decir le daban 1.000 kilos y tenía que de volver 1.500) o con productos».
Hoy los silos de Alsina descansan en silencio. A pesar de que por sus puertas pasa el tren de carga Mitre, hace años que la formación ya no para ahí, porque ya no tienen nada que cargar. Las chapas de la enorme estructura lentamente van oxidándose y el eco dentro de los galpones es lo único que se escucha.
«La película de este país, con sus consecutivas crisis, ya lo vimos muchas veces. No sé dónde vamos a ir a parar. Lo único que sé es que me tengo que levantar a trabajar todos los días», concluye José.
Fuente: Clarín