Rojo, azul, amarillo, verde. Los colores volvieron a brillar en uno de los accesos al tradicional pasaje Caminito, tal como Benito Quinquela Martín los había plasmado a fines de la década del 50. La Fundación Proa, en conjunto con especialistas del museo creado en honor al reconocido pintor de La Boca, pusieron en valor dos muros del inmueble situado en la esquina de Magallanes y Del Valle Iberlucea, uno de los puntos más fotografiados por los miles de turistas que a diario transitan por allí. También se limpiaron una serie de esculturas y bajorrelieves del tradicional paseo porteño.
«Más allá de la evidente mejoría, se recuperó la primera apariencia de Caminito que Quinquela y sus amigos le dieron al paseo», dijo, conforme, Víctor Fernández, director del Museo Benito Quinquela Martín. Basta dar los primeros pasos desde el Riachuelo hacia las entrañas del histórico pasaje para «encandilarse» con una pared donde los colores brillan por sí mismos. No hay dudas.
Si bien Caminito y la zona de Vuelta de Rocha fueron puestos en valor dos años atrás por el gobierno porteño, esos últimos muros no habían sido alcanzados por esa obra y mostraban un avanzado grado de deterioro. Habían sido vandalizados, presentaban algunas grietas y vegetación que asomaba entre el material. Elizabeth Torres, secretaria de la Dirección General de la Fundación Proa, recordó que fue la entidad la que presentó la idea a American Express Internacional, que, a través de Resources Foundation, aprobó el proyecto de restauración. No se trataba solo de pintar, sino que antes debieron realizarse tareas de restauración y tratamiento contra la humedad.
Una foto que facilitó el museo, que databa de los 60, sirvió de modelo para reconstruir la originalidad de aquella paleta de pigmentos que había utilizado en su momento el pintor y que dejó importantes huellas en el barrio. «Le devolvimos el color a la entrada de Caminito», resaltó Torres. De acuerdo con datos que obtuvo la mujer del Observatorio de Turismo de la Ciudad, disfrutarán de esta renovación las 9000 personas que a diario transitan por la zona. Vinicius Gama es uno de ellos: cámara en mano, el visitante brasileño no dejaba ayer de tomarse fotos, aunque no era la primera vez que recorría el lugar. «Es un ambiente muy colorido. Me agrada mucho», explicó.
Una de las paredes intervenidas tiene un mural que los feriantes de la zona habían encargado tiempo atrás a distintos artistas del barrio. «Refleja nuestra identidad, por lo que acordamos que continuara pintado en la pared recuperada», contó Sebastián Arrache, conforme con el diálogo establecido. Pablo Lara miraba con atención esa pintura en particular. No recordaba haberla visto dos años atrás, cuando llegó a la Argentina, desde Costa Rica, como turista. «Caminito está muy lindo. Muy limpio, también», destacó.
El inmueble de esa esquina de Magallanes e Iberlucea tiene actualmente cuatro propietarios, relató Fernández. Funcionan allí el Museo de Cera de La Boca y el Club Zárate; los otros dos dueños son particulares. Cuenta la historia que el muro de ese edificio que mira a Caminito, y que se asoma por detrás de un monumento a San Martín, fue la última parte que se incorporó al pintoresco pasaje; por mucho tiempo había sido una porción de terreno en conflicto. Además del tratamiento aplicado a los muros, se acondicionaron esculturas y bajorrelieves que configuran el Museo al Aire Libre, creado por Benito Quinquela Martín. Entre aquellas, la citada en honor a San Martín y las llamadas La erosión de las aguas y El sembrador espiritual.
Juan Carlos Pacu, vendedor en el barrio, está satisfecho con la obra: «La pared estaba muy abandonada. Era una lástima», opinó. Y Betsi Cruz, vecina de La Boca, afirmó: «Quedó bonito, colorido».
Fuente: Valeria Musse, La Nación