No hay alargue ni penales. Son 90 minutos intensos, divididos en dos tiempos de 45. Suficientes para que la magia, como en un buen partido, gane, guste y golee. La fórmula futbolera de las tres G se puede aplicar tranquilamente, sin eufemismo alguno, a la flamante creación del Cirque du Soleil, que esta semana tuvo en Canadá su último ensayo general. Puro juego bonito se saboreó en la función para familiares y amigos de los miembros de la compañía y para un puñadito de periodistas argentinos. Esta es una presentación en sociedad de Messi10, una exquisita combinación de arte y deporte para retratar al crack rosarino. No es una biopic. Es una maravilla.
Y eso que aún faltan dos meses para el estreno del 10 de octubre, en Barcelona, la ciudad rendida a los pies del jugador que no patea la pelota. La acaricia. Dicen que en los próximos (casi) 60 días se ajustarán detalles, se terminarán algunos vestuarios, se le sacará más punta a este lápiz que dibuja poesía, humor y fantasía. Pero si hubiera que salir a la cancha ya, hay equipo.
El plantel de «Messi10» está formado por 46 artistas provenientes de más de 15 países.
Son 46 artistas en escena, provenientes de más de 15 países. Pero todos hablan el mismo idioma: el de la disciplina y la ilusión. Uno queda abajo, chiquito, boquiabierto, emocionado y agradecido. No es el espejo de un partido, es la pintura de los valores de Lionel Messi. Sin colores estridentes, lo suyo no es la purpurina, se sabe.
¿A quién se le puede ocurrir algo así? A Afo Verde, el hombre que está en la cima de Sony Music Latin Iberia. Cuenta que un día estaba en un hotel de Londres, empezó a tirar de la punta de esa usina creativa que es su cabeza, llamó a la gente de Pop Art, con quien ya había producido Séptimo día (el espectáculo del Cirque du Soleil inspirado en Soda Stereo), y el diálogo empezó a acomodar las piezasdel Tetris que hoy no tiene nada fuera de su sitio. De esa conversación pasaron algo más de tres años. Luego el camino los llevó (nuevamente) a presentarle la idea a la compañía canadiense (fundada en 1984, en Quebec); de ahí a contarles el cuento, con aroma a homenaje, a los familiares de Messi; de ahí al Camp Nou para que la gente del circo sintiera la magia del fútbol, escondida en los botines del diez.
Los dibujos de los principales trajes del show «Messi10», en el departamento de vestuario de la base de operaciones del Cirque. En total, son 175 atuendos diferentes.
Diego Sáenz, productor ejecutivo de este proyecto, está en la platea. Las luces de uno de los estudios del circo (donde se realizó la función especial), en la zona de Saint Michel, están apagadas, pero su orgullo se vuelve visible. Aquello que en 2016 parecía una locura está ocurriendo: un muchacho entra a la “cancha” y sueña con ser Messi. Después de dos tiempos y 18 cuadros escénicos, el mensaje está desparramado debajo de esa lluvia final de papelitos amarillos: todos llevamos un 10 adentro. Por eso el número aparece en la camiseta de muchos de los artistas que hilvanan acrobacia, fútbol, humor… Sería una pena develar todo lo que encierra Messi10, que en junio de 2020 llegará a la Argentina, para montar esta suerte de estadio -con dos tribunas enfrentadas y todos los guiños posibles que ofrece el fútbol- en la Costanera Sur.
Para ver el detrás de escena de esta historia, estuvimos dos días en el mega edificio que el Cirque du Soleil ocupa en un sitio alejado del centro de Montreal. Son 36.600 metros cuadrados en los que el verbo menos transitado es el de descansar. Así y todo, hay una grada de siete escalones con colchonetas para la siesta de los artistas. Hay un comedor, hay salas de maquillaje, un taller de vestuario (con 300 empleados) donde se confeccionaron los 175 trajes del show. Y los 175 de reemplazo. Una pared tapizada de dibujos da cuenta de la precisión: modelo, indicaciones, tipo de tela, todo cuenta. En esa oficina, con fragancia a atelier, la puerta lo dice todo: dos botines dorados colgados de un cartel con la palabra “Ten”. Es un modo, aquí nadie cuelga los botines. Ni cuando el equipo sale al parque (en días soleados como éste), equipado para la pausa, decorado con esculturas preciosas.
Los botines dorados colgando destacan en la puerta del atelier de «Messi10».
Piden que no se toque, que no se filme sin permiso. Hay un reglamento que el que logra entrar debe cumplir a rajatabla. Es un laboratorio de magia. Para donde uno mire, hay creación: en los pies de los que ensayan su cuadro, en los vestuaristas, en los productores, en los que practican sus saltos… Y la lista podría seguir. Claro, cuando uno, unas horas después de una tarde de ensayo, puede ser parte del público, entiende la rigurosidad del Cirque du Soleil. De otro modo no podría haber tenido este año 21 espectáculos en todo el mundo. O haber convocado, a lo largo de su historia, a 200 millones de espectadores.
La maqueta de lo que será realidad en dos meses se impone en uno de los pasillos. En otro, hay once cajas con formatos de baúles gigantes que tienen ropa y calzados listos para viajar en barco hacia Europa. Mientras esta nota sea leída, los artistas estarán en medio de sus dos semanas de vacaciones, para luego retomar los ensayos directamente en Barcelona. Por eso se respira un aire de prueba de fin de año.
La maqueta permite proyectar cómo será la estructura de la puesta en escena de «Messi10».
Y el grito de desahogo, de celebración, de camaradería llega cuando terminan esos dos tiempos de 45 minutos (con un intervalo de media hora), apenas después de que la pelota pasara, en el centro de la escena, del chico que no sabía si podría ser Messi a un niño cualquiera. Algo así como un legado, como una certeza de que nadie en esta vida es dueño de la pelota. Algo así como una invitación a seguir jugando.
Y hablando de jugar, uno de los animadores de esta fiesta es el referí, un encanto de personaje que abre la gala con un dominó de bromas, sostenido más por los gestos que por las palabras. Saca tarjetas, sugiere, a cuento de un sorteo, que haya mudanzas de platea, arenga, pone la cuota justa de gracia y complicidad con la hinchada. Si uno entró al mundo de Messi10, ya no es público. Enseguida tiene la camiseta puesta.
La destreza de los artistas del Cirque, desplegada a pleno al servicio de «Messi10».
Antes de que se pudiera entrar a ese universo de “la otra noche del 10”, la información que llegaba de todas las áreas ayudaba a imaginar lo que se vería luego, entre la precisión de una equilibrista sobre un monociclo apenas apoyado en una cuerda, o la impresionante habilidad de un contorsionista, o la magia de una pelota que va donde quiere (vaya uno saber cómo, que se sabe pero no se cuenta), o la aparición de un león (juego de palabras con el nombre y la garra) que abraza a dos acróbatas que saltan sobre 19 pilares en los que no debe entrar mucho más que un pie.
Por eso, en una de las oficinas de esta suerte de NASA artística, Sean McKeown –director de creación del show- explica las claves de esta obra que le demandó un año y medio de trabajo. Con un inglés que cada tanto coquetea con el español –cuando puede se instala en un departamento en Congreso, barrio al que llegó a propósito de un amor- resume que “la idea fue reflejar diez valores principales de Messi, en una atmósfera futbolera”. Desde distintas disciplinas se abordan entonces los conceptos de familia, de equilibrio, de fuerza, de perfección, de dedicación.
Sin lugar para el azar. Cada detalle, en «Messi10», es supervisado por especialistas, con un tratamiento estético exquisito. Como el fútbol que regala Lio.
McKeown se apoya en un video, como el mejor del tráilers que uno pudiera ver, que grafica el alma del show. Eso mismo vio Messi en Barcelona. Y, salvo mínimas acotaciones, dicen que celebró el espíritu de esta obra que lo tributa. Primera vez, por cierto, que la compañía canadiense le dedica un proyecto a un deportista. Ya lo hizo con Michael Jackson, Los Beatles y Soda. Y ahora se anima a bucear en un mundo que al principio podía parecerle ajeno. Pero aceptó el desafío, y, por lo visto en la despedida de Canadá, las tres G quedan en cancha. Y en la memoria de los que fuimos testigos.
Nacho Ricci, el argentino que cumplió el sueño del pibe
Tiene un decir que por momentos lo lleva a hablar en neutro, cada tanto se le escapa alguna tonada española, podría ser de aquí o de allá. Pero Nacho Ricci es argentino. El único del staff de Messi10. Tiene 32 años y el sueño del pibe cumplido.
Con formación circense y teatral, reconoce que “más de una vez pasó por mi cabeza el deseo de estar en el Cirque du Soleil, obvio. Y lo logré, pero juro que no había soñado tanto… Es medio insólito y maravilloso formar parte de un espectáculo sobre Lionel. Una locura, digamos”.
-¿Cómo fue el camino para llegar hasta acá?
-No lo diseñé, de verdad. Estas cosas pasan. Estaba trabajando en Alemania, recibí un mensaje que decía algo así como “Nos interesa tu perfil, nos gustaría saber más de vos”. Luego llegó un mail contando esta idea y yo no caía. Seguí leyendo como pude, mandé videos y me quedé esperando.
Nacho Ricchi es el único argentino en el staff de «Messi10». Para él, haber llegado a ser parte del espectáculo del Cirque es un sueño cumplido.
-¿Seguías en Alemania cuando llegó el sí?
-Estaba en Europa, seguro, pero no recuerdo bien dónde.
Nació en Buenos Aires y con sus oficios y su especialización en cuerda hizo escala en muchos puntos del mapa. “De chico tenía pasión por todo, después busqué por el lado del teatro, de la magia, del deporte… Hasta que un día apareció el circo”, comparte una de las figuras de este show que lo tiene por el aire, en más de un sentido.
Hincha del Atlas de México y de Newell’s, confiesa que le gusta estar adelante. «Pero no te hablo desde el ego, sino desde el resultado de la disciplina. ¿Viste eso que hace Messi en la cancha? Bueno, yo intento marcar la diferencia en todo lo que hago. Por eso me cuido en la comida, no hago cosas peligrosas… El circo es trabajar con el riesgo permanentemente”. Lo dice abajo, el hombre que suele estar colgado a nueve metros del piso.
Catalina Vega, crack con la pelota en los pies, el cuello, en donde quiera
Tiene la pelota atada, dicho esto con toda la jerga futbolera posible. Con un pasado como lateral por la derecha en la Selección sub 20 de su país, la chilena Catalina Vega se luce en Messi10 con su dominio del freestyle (conocido como el arte del «jueguito»). Con 24 años, se convierte en centro de la escena cada vez que sale a la flamante cancha del Cirque du Soleil.
-¿Te sentís más deportista que artista?
-Sí, pero aquí complemento todo. Se combina bastante fácil, porque las dos cosas requieren de disciplina y concentración. Y las dos me permiten disfrutar. No puedo pedir más.
-¿Extrañás el fútbol?
-No, me gustó mucho jugar en equipo, pero es una etapa que dejé atrás. El desafío es más grande ahora, porque te entrenas sola, todo depende de ti. Si quieres ser la mejor tienes que entrenar permanentemente, porque los trucos se olvidan.
La crack chilena, que está en el top 8 de ‘freestyle’ y es bicampeona latinoamericana de la disciplina, dice que estar en «Messi10» es como un premio mayor.
Hace cuatro años cambió el juego colectivo por el solitario, decisión que finalmente la trajo hasta Montreal: “Estoy en el top 8 de freestyle, soy bicampeona latinoamericana, siempre me fue bien, pero esto es como un premio mayor. Una de mis amigas estaba en otro show y me recomendó, me llamaron, audicioné, pasó como un mes y yo pensé que no había quedado. Y llegó un mail diciendo que me habían seleccionado. Estaba en mi casa, llamé a mi mamá llorando y ella pensó que me pasaba algo muy feo. ‘Quedé’, le dije. ‘No te entiendo hija’. Le expliqué como pude que era en el circo, pegó un grito tremendo. Ella iba al shopping y se volvió para darme el mejor abrazo del mundo”. La distancia y la memoria le dibujan un divino pucherito en la cara.
Mukhtar, el director estudiaba para médico forense y terminó en el circo
Histriónico, artista, se entrega a una charla -con traductora mediante- que lo lleva a confesarse “excitado, entusiasmado, un poquito nervioso. Y también orgulloso”. Nacido en Araba Saudita –ahora vive en Londres-, Mukhtar O.S. Mukhtar es el director de Messi10. Desde esa silla conceptual reconoce: “Hacer una biopic hubiera sido sencillo. Pero nosotros teníamos que mostrar otra cosa: qué es lo que hace que Messi sea diferente. Hay muchísimos número 10 en la historia del fútbol… Pero él es distinto”.
Admirador del argentino, desea que “cuando el público se vaya del show recuerde no sólo lo que vio, sino, fundamentalmente, qué sintió mientras lo veía. Qué inspiración tuvo. Algo así como lo que logra el propio Messi cuando hace una jugada de las suyas. Quiero trasladar esa experiencia del estadio al circo. No quiero que sólo se queden con la pirueta”.
El director de «Messi10», el árabe Mukhtar O.S.Mukhtar cuenta que la idea no fue hacer una biopic, sino rescatar los valores que hacen que el astro argentino sea diferente a los demás.
-¿Podrías hacer algo de lo que le pedís a los artistas?
-No, fui bailarín antes de ser coreógrafo. Los números de baile sí podría, pero las acrobacias, imposible.
A los 37 años tiene un nombre ganado en la compañía del Cirque du Soleil. Y un presente que jamás imaginó. Mucho menos cuando estudiaba para ser médico forense.
Las cifras de un fenómeno
15 millones de tiques vende anualmente el Cirque du Soleil
1.200 pares de zapatos se fabrican por año para sus distintos espectáculos
4.500 empleados trabajan en la compañía canadiense, con sede en Montreal
Fuente: Clarín