Un incendiario show de Jimi Hendrix, quien interpretó «The Star-Spangled Banner», el himno local, en señal de protesta por la Guerra de Vietnam, y culminó su actuación con su guitarra literalmente en llamas; la presencia del supergrupo Crosby, Stills, Nash & Young; la consagración de Santana y Joe Cocker; y la imagen de Pete Townshend, líder de The Who, pegándole un guitarrazo en la cabeza a un activista político, son algunas de las imágenes que aún perduran en la memoria colectiva.
También trascendieron en el tiempo las escenas de miles de jóvenes semidesnudos, bañándose en un lago, realizando danzas tribales y con los ojos desorbitados por el consumo de drogas alucinógenas, las cuales resumían la denominada «Era de Acuario», designación utilizada para graficar los años de gloria del movimiento hippie, iniciado dos años atrás; aunque también permitía vislumbrar su futura decadencia.
Más allá de distintos detalles y posible lecturas, lo cierto es que el Festival de Woodstock inscribió un capítulo en la historia en futuros encuentros musicales y quedó establecido como uno de los más fieles retrato de una época convulsionada en la que la juventud pareció marcar el pulso de los acontecimientos.
En el plano artístico, si bien el festival no contó con la presencia de The Beatles, The Rolling Stones y Bob Dylan, los tres números más importantes del rock de la década del ’60; en las tres jornadas hubo un incesante desfile de los más encumbrados artistas de aquellos años.
En el plano artístico, si bien el festival no contó con la presencia de The Beatles, The Rolling Stones y Bob Dylan, los tres números más importantes del rock de la década del ’60; en las tres jornadas hubo un incesante desfile de los más encumbrados artistas de aquellos años.
Creedence Clearwater Revival, The Grateful Dead, Janis Joplin, Joan Baez, Richie Havens, Jefferson’s Airplane, Sly and The Family Stone, Johnny Winter, Blood Sweet & Tears y Canned Heat fueron algunos de los shows que pudieron verse en aquellas jornadas.
Sin embargo, como se mencionó antes, fue Hendrix prendiendo fuego su guitarra; la sentida versión de «With a little help from my friends» en la desgarrada voz de Joe Cocker; la combinación de rock y ritmos latinos mostrada por un lisérgico Santana y el desparpajo festivo de Sha-Na-Na se lucieron como los grandes íconos del encuentro.
El festival surgió de la mente de un joven llamado Michael Lang, quien pretendía realizar el encuentro en la localidad de Woodstock, pero que al no contar con los permisos necesarios lo trasladó a una granja ubicada en Bethel. Los fines filantrópicos del organizador quedaron de manifiesto cuando ante la presión de muchos jóvenes por ingresar al predio, decidió liberar la entrada.
Pero así como este encuentro marcó el punto culminante del movimiento hippie, una mirada retrospectiva realizada hoy permite avizorar algunos indicios de la decadencia que se iniciaría en los meses siguientes.
Las imágenes de jóvenes deambulando como zombies por el consumo excesivo de drogas en el festival, que en cierta forma relegaría a un segundo plano el ideal hippie, se convertiría en una escena preponderate en las calles de San Francisco en los meses siguientes, como así también la creciente tensión entre el estilo de vida libertario y el activismo político urgía en esos convulsionados días.
La foto de Pete Townshend partiendo su guitarra en la cabeza de Abbie Hoffman, líder de los Yippies (Partido Internacional de la Juventud), cuando intentó interrumpir el show de The Who para protestar por el encarcelamiento de John Sinclair, cabecilla del grupo radical Las Panteras Blancas, resultó la máxima expresión de esta tensión.
Meses más tarde, el asesinato de un joven negro en manos de los Hell’s Angels en un concierto gratuito de los Rolling Stones en Altamont; la muerte de referentes como Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison; los detalles de los asesinatos del Clan Manson, una secta que vivía como una comunidad hippie; entre otros acontecimientos, escribieron el epitafio de la «Era de Acuario».