Era septiembre de 2016. Yo dictaba un workshop de fotografía en la escuela dirigida por mi amigo Jonas Papier. Fue él quien me presentó y puso de asistente, para que me diera una mano, a Pablo Ferraudi. Hablando entre clase y clase, Pablo me contó que había trabajado ayudando al marido de su madre, Olga, un músico que había fallecido hacía ya un tiempo. Cuando le pregunté el nombre del músico, me respondió con simpleza (y como si fuera un dato sin mayor relevancia): “Roberto Sánchez”. Resultó ser que la mamá de Pablo es Olga Garaventa, viuda del mismísimo Sandro.
Nos fuimos conociendo con Pablo y entablando una amistad. Un día me llevó a Banfield, a conocer la mística y mítica “mansión” del gran ídolo musical. Recorrimos la casa entera, y terminamos tomando un café con Olga en la cocina. Sentados a la misma mesa donde había pasado la mayor parte de sus horas junto a Sandro, en la intimidad. Tomamos de unos pocillos que tienen una gran imagen de una rosa roja. Hablamos sobre el lugar y sobre “Roberto”. Porque, allí, él nunca había sido otro que el hombre simple nacido el 19 de agosto de 1945 en Valentín Alsina.
La entrada principal. Da al living por un lado y a la escalera por el otro. Ya se nota el estilo rococó. Foto: Hernán Churba.
Mientras volvíamos, le dije a Pablo que esa casa había que contarla en imágenes, que ahí había un proyecto, una historia, un tremendo lugar (con energía mística) que no había sido nunca abierto y que persistía en el imaginario colectivo de la gente. Le encantó la idea y Olga nos dio luz verde. Fue un período de casi dos años de ir a fotografiar todos los ambientes, de complementar planos y de ensayar diferentes tomas.
Puertas adentro
Llegando a la casa, se ve el gran muro exterior que preserva su intimidad. El paredón tiene una puerta de acceso peatonal y otra de vehículos. Accediendo por la puerta peatonal, inmediatamente está el locutorio, el espacio que Sandro utilizaba para recibir tanto a sus “nenas” (admiradoras), cuando lo visitaban multitudinariamente en sus cumpleaños, como también a la prensa.
Hay dos sillas separadas por una mesita, donde reposa una Virgen de la Medalla Milagrosa. Hay muchas figuras religiosas en la casa. Esto habla de lo creyente que era Roberto. Durante sus últimos años, mientras luchaba con su enfermedad (murió el 4 de enero de 2010, luego de un doble trasplante de corazón y de pulmones), la fe resultó un sostén muy importante tanto para él como para su familiares.
En la casona de Banfield hay muchas imágenes religiosas. Foto: Hernán Churba.
Entrando por el portón de vehículos, hay un sector de transición con un segundo portón interno de herrajes, del que surge el camino de lajas que rodea el parque con piscina que enmarca la casa, hasta llegar al estacionamiento exterior que separa la casa principal de la casa de huéspedes.
El estacionamiento cerrado es el lugar de los dos autos que aún se conservan. Uno es el Rambler Presidencial que utilizaba Roberto para trasladarse. Si bajás el apoyabrazos del asiento trasero, se desliza desde el baúl un pequeño bar que contiene tres vasos de whisky y tres licoreras. El otro, es un Mercedes Benz convertible que Sandro usó en las películas Siempre te Amaré, Operación Rosa Rosa y Tú me enloqueces , junto a Susana Giménez.
Pisicina y jardín. Foto: Hernán Churba.
Palacio
La casa tiene dos plantas. En la puerta principal hay un dressoire que sostiene una biblia abierta. También, varias estatuillas. La casa transmite una energía especial, agradable, que fluye desde sus espacios grandes, con techos altos, donde el silencio vence a cualquier sonido, que es absorbido por muebles, obras de arte, telas decorativas y el piso alfombrado.
El living. Es el lugar donde se casaron Roberto Sánchez y Olga Garaventa. Impresionante araña de cristal. Foto: Hernán Churba.
En la planta baja, el espacio más imponente: el living, separado en dos sectores por pesados cortinados abiertos hacia los lados. Los ventanales que dan al parque son inmensos. La luz que tiene este espacio es especial: cálida y suavemente pareja; sea de día con su luz natural o de noche, iluminado por dos impresionantes arañas que cuelgan, una en cada sector, y que a través de sus cristales aportan reflejos y desenfoques exquisitos al momento de fotografiar.
El ambiente se completa con sillones y un tremendo hogar a leña de mármol y bronce que supone una réplica al del Palacio de Versalles. En la pared frente al hogar hay un gran espejo y, a su lado, cuelgan unos retratos de los padres de Roberto. En este espacio se armó el altar donde se casaron Olga y Roberto.
El comedor diario de la cocina. El corazón de la casa, donde la pareja pasaba más tiempo. Exclusivo VIVA. Foto: Hernán Churba.
En el sector de comedor hay una gran mesa redonda rodeada de sillas de respaldos altos, muebles y pinturas. Todo muy rococó. Desde aquí sale un pequeño pasillo –que comunica con la cocina– vestido con cuadros. Destacan una pintura de Roberto con su madre y una foto de Olga joven.
Otro espacio importante en la planta baja es la biblioteca, con hogar a leña, una obra de Marta Minujín y dos sillones Chesterfield enfrentados. Las estanterías están cubiertas de libros de arte, historia, cultura gitana y música.
La biblioteca. Tiene un hogar a leña y una obra de Marta Minujín. Foto: Hernán Churba
También hay una colección de campanitas de mano. Roberto se las traía a su madre como regalo de viaje en los tiempos en los que vivían juntos. Ella sufría de esclerosis múltiple y las utilizaba para llamar cuando necesitaba algo.
Cruzando la biblioteca se llega directamente a la oficina de Roberto, un espacio más formal, con su propio e infaltable bar y un estudio de grabación musical. Desde otra gran ventana se puede ver el jardín.Las dos plantas de la casa se comunican por una hermosa escalera de mármol con una alfombra roja y barandales torneados de madera. Arriba se destaca la suite con una cama imponente y dos sillones blancos con las infaltables rosas rojas.
El pianobar, lugar de encuentro de Sandro con sus amigos, tiene una puerta secreta que comunica con las habitaciones de la casa de huéspedes.
Rincón especial
El piano bar tiene su propia historia. Se llama así porque el piano de cola termina en una barra de tragos. Para instalarlo tuvieron que quitar los marcos completos de la ventana y luego rearmar la pared. Este era el espacio de distensión donde Roberto recibía a sus amistades.
Con otro gran hogar a leña, tiene sillones, mesa de pool, obras de arte y paredes cubiertas de fotos de Sandro junto a distintos famosos. Quizá el dato más curioso sea la puerta secreta –camuflada en una de las paredes– que comunica con las habitaciones de la casa de huéspedes.
El pianobar: rincón de Sandro y sus amigos. Foto: Hernán Churba.
El proyecto está contado desde los planos: detalles con grandes desenfoques, para luego descubrir los ambientes en planos abiertos. Esperamos próximamente poder concretar una muestra fotográfica, la edición de un libro y sobre todo lograr que este espacio pueda ser visitado por el público.
El proyecto completo de Hernán Churba sobre la casa de Sandro puede verse en www.hernanchurba.com/banfield
Fuente: Clarín