Los argentinos decimos desde hace décadas que una propuesta puede ser re buena, aunque su ejecución sea re difícil; hoy, si nuestro interlocutor coincide, responde re. Sin embargo, ese prefijo no existía en ningún diccionario. Hasta ahora.
El flamante Diccionario de la lengua de la Argentina, producido por la Academia Argentina de Letras, lo incorporó junto a otras 5928 palabras del español utilizadas preferentemente en el país. Sus autores prestaron especial atención al lenguaje de las redes sociales: se recogieron más de 650 millones de formas lingüísticas utilizadas en Twitter por usuarios argentinos.
Entre esas expresiones hay algunas muy conocidas como metejón, berreta, prepaga, abarajar; o la acepción de asado, común en la región de Cuyo para indicar lo mismo que implica quemado: exhausto. El uso de asado con ese sentido es uno de los hallazgos propiciados por Twitter. «Es como si saliéramos a pescar palabras, pero en vez de ir a buscarlas al mar, con Twitter las sacamos de una Pelopincho», dijo a LA NACION Santiago Kalinowski, jefe del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la AAL.
Un acuerdo con el área de Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Buenos Aires permitió el registro de los términos de esa red social, que, al estar geolocalizados, se pudieron jerarquizar en listas con una especie de ranking de palabras, según la frecuencia de su uso en las distintas regiones. Además de Cuyo, las demás son noreste, noroeste, Pampa-Patagonia, centro y norte. «Nos impactó mucho ver encabezando las listas del noreste el término angá, un guaranismo que usan muchos hablantes nativos de español y nosotros no teníamos ni idea de que existía», comenta el lexicólogo. En el DILA se lee que ese término viene del guaraní y es un adjetivo coloquial que significa «pobre, que genera compasión o tristeza». Le sigue otro, del mismo origen y también de uso generalizado en el noreste argentino: angaú, que significa «falso o ficcional».
«El diccionario que pretende representar el léxico de los hablantes del territorio de la Argentina tenía un vacío en la palabra angá que muchos, por contacto con el guaraní, lo usan en su vida cotidiana», comenta Kalinowski. Y agrega que en sus ediciones anteriores, en 2003 y 2008, los diccionarios de la AAL, que aspiraron a compendiar las palabras del español usadas en el país, carecieron de las herramientas tecnológicas disponibles hoy.
También por Twitter se identificó el uso de manso como otro intensificador de las cualidades del sustantivo al que se antepone y similar a re y a alto. Además del sentido tradicional de un animal o persona tranquilo, manso en la zona de Cuyo se concibe para reafirmar algo. Implica lo mismo que alto, que es una de las voces incorporadas en el DILA.
» Re es una palabra que viene de muchas generaciones, sin embargo, todavía era considerada parte de un fenómeno efímero. De hecho, no llegó al diccionario hasta ahora cuando ya debería haber estado en 2003 porque para entonces ya habían pasado dos o tres generaciones que la usaban permanentemente y, además, no tiene absolutamente ninguna posibilidad de dejar de usarse», especificó el experto.
De ahí que sin pudor alguien podría afirmar que fue «a una alta fiesta, pero el DJ era de terror y se pegó un manso aburrimiento y se re emboló«. Términos todos del trato coloquial que figuran en el diccionario; también embolar, que es descripto como «molestar, fastidiar, aburrir» y de terror, que es una de las 1361 subentradas, es decir, palabras que asociadas a otras tienen su propio significado. De terror se describe como algo de pésima calidad o condición.
Otras expresiones que podrían despistar a un extranjero, o argentino distraído, y que transparentan su sentido en las 700 páginas del DILA son escupir el asado, para decir que alguien o algo echó a perder el proyecto de otro, o sapo de otro pozo, para describir a alguien que pertenece a distinta clase, medio social o esfera de actividad.
Si uno está en una provincia del noroeste y alguien le dice que vio puntear a otro puede no querer decir que lo vio remover la tierra con una pala o marchar a la cabeza de un grupo de personas o animales, sino que lo vio en algún lugar comenzar a embriagarse.
Otra de las novedades de esta edición del diccionario de los argentinos son las enmiendas aplicadas al contenido sexista en definiciones de las ediciones anteriores. «Las definiciones de contenido sexual se expresaban por medio de eufemismos que resultan más violentos que expresiones neutrales», comenta el lexicólogo y entre los cambios menciona el de promiscua en vez de mujer fácil.
También se agregaron desinencias de género a roles laborales o sociales que estaban dados solo como masculinos como tachera, colectivera, choricera. Aun cuando no se conozca ningún caso, potencialmente el hablante de 2019 incluye el femenino de un modo que un hablante del 2008 tal vez no lo hacía, dicen.
También se agregó, como marca de uso coloquial, el despectivo. «Todos sabemos quetrabajar como un negro es ofensivo, pero eso no quiere decir que no deba estar en el repertorio léxico compartido. En las abreviaturas se marca que esa es una expresión despectiva. A veces el problema es que la gente no lee las abreviaturas», advierte Kalinowski.
Josefina Raffo, otra de las lexicólogas de la AAL, destacó que el diccionario no excluye los usos despectivos porque debe reflejar la realidad del habla de la Argentina. «El objetivo es que si el hablante decide ser ofensivo, al menos que sepa el alcance de las palabras» que elige.
Marca de identidad
El DILA es el resultado de diez años de trabajo de los lexicólogos y académicos de la AAL. En realidad estaba casi terminado desde hace unos cuatro años y desde entonces se buscó una editorial. Colihue fue la que asumió ese desafío.
Frente a la posible objeción sobre la representatividad de Twitter, Kalinowski recuerda que «todo corpus lingüístico tiene sesgos. El sesgo de Twitter es hacia la lengua coloquial y hacia lo juvenil porque usuarios de twitter adultos, mayores de 60 o 70 años de edad son menos». El otro corpus lingüístico que sirvió de fuente para completar y actualizar este diccionario es el Corpe XXI de la Real Academia Española, que aspira a representar a todo el español. «Ese corpus tiene el sesgo hacia la lengua profesional. Es un muy mal lugar para buscar coloquialismos y para nosotros eso es fundamental porque normalmente es en la lengua coloquial donde más diferencias hay entre una y otras regiones», acota el experto. No obstante ello, precisa que en el DILA el 40% de las palabras son de uso coloquial. El resto son de registro neutro o formal, es decir, lo primero que diría hoy un argentino en cualquier situación.
Para la presidente de la AAL, Alicia Zorrilla, el DILA «no es solo un repertorio de términos ordenados alfabéticamente. Es el símbolo de nuestra cultura lingüística, de nuestros sentimientos y de nuestra espiritualidad. Las palabras constituyen nuestra identidad. Legitiman el silencio y, al mismo tiempo, ¡cuánto dicen! Un diccionario es la alfa de nuestra vida lingüística».
Su antecesor, actual vicepresidente de la AAL a cuya gestión tocó acompañar el desarrollo del DILA, José Luis Moure, «el DILA contiene vocablos cuya argentinidad es conocida así como desconocida. No solo tiene el léxico de la lengua popular o vulgar, sino también el de uso cotidiano, neutro o instalado en el habla común de la gente, cuya argentinidad, su uso preponderante o único en la Argentina, se ignora».
Los expertos tienen en observación voces o acepciones que, de afianzarse, podrían incorporar en una futura edición del DILA. Entre ellas figuran la expresión ah re, como negación de lo que se acaba de afirmar, y el término Mafalda para designar, en Córdoba, a las medialunas con jamón y queso. El lenguaje es vida y los diccionarios también.
¿Qué decimos cuando hablamos?
Re
Úsase para intensificar determinadas cualidades del sustantivo que modifica
De terror
De pésima calidad o condición
Nuevas voces
Diccionario de la lengua de la Argentina
Autor: Academia Argentina de Letras
Editorial: Colihue
Páginas: 718