1. Teatro Argentino
Una historia marcada a fuego
2. Teatro Odeón
Un faro cultural
Esmeralda 367
El viejo Teatro Odeón, inaugurado en 1892, cambió varias veces de nombre. Fue Varietés, Ba-Ta-Clan, Theatre Français y Edén hasta que el empresario cervecero Emilio Bieckert lo compró y dio vida a uno de los más bellos templos porteños. En su subsuelo, en el bar Royal Keller, se reunía, entre 1925 y 1926, el grupo Martín Fierro, por el que pasaron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal, Xul Solar y Emilio Pettoruti, entre muchos otros. Por su escenario actuaron las más importantes figuras de la escena nacional, además de Carlos Gardel, Ástor Piazzolla, Margarita Xirgu, Lola Membrives, Luigi Pirandello, Vittorio Gassman y hasta Pescado Rabioso, la banda liderada por Luis Alberto Spinetta.En 1937 la actriz exiliada Margarita Xirgu representó Yerma y Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca entre otras obras.
Por aquellos años, el hotel pasó a llamarse Gran Hotel Roi y su ochava fue modificada para ampliar la entrada al establecimiento. Allí se estrenó, en 1944, Una viuda difícil de Conrado Nalé Roxlo, con Paulina Singerman. En la temporada de 1945, subió otro éxito: La novia de arena, de Homero Manzi, con Orestes Caviglia y Delia Garcés. El mismo año Mecha Ortiz estrenaba L a señora Ana luce sus medallas.La compañía argentina de comedias de Amelia Bence y Alberto Closas actuó en 1951 con La estrella cayó en el mar, de Eduardo Borrás. Y en 1952 Lola Membrives arrasó la taquilla con Las tres perfectas casadas. El Odeón también fue el escenario para el estreno mundial de La tercera palabra, de Alejandro Casona.Sin embargo, para fines del siglo XX, el hotel había dejado de funcionar y la fachada presentaba un gran deterioro. En 1985 fue declarado inmueble protegido por su interés cultural y arquitectónico. Sin embargo, esa protección fue revocada durante la intendencia de Carlos Grosso y en 1991 el edificio fue demolido.
3. Teatro Casino
A la vanguardia tecnológica
Maipú 326
En el solar funcionó una fábrica de coches hasta 1885, cuando se levantó el teatro Casino, una sala dedicada a conciertos y variedades sin gran despliegue arquitectónico. El segundo edificio contó con el proyecto del arquitecto José Arnavat y el tercero, de 1905, con la intervención del ingeniero Domingo Selva. Fue uno de los primeros teatros que no suspendió sus funciones durante las etapas de obra. Y la primera sala del país en utilizar el sistema de cinemascope. Muchas veces mentado «el Folies Bergères de Buenos Aires» funcionaba por las noches durante todo el año y los espectáculos eran casi siempre muy variados, figurando en sus programas bailes -como el can-can como pieza principal-, chansonettes, vaudeville, malabaristas, magos, ilusionistas, acróbatas, entre otros. Su primera versión presentaba una fachada de estilo morisco (arquitectura islámica) y además de la sala para 700 espectadores contaba con galerías, salones y confitería. Durante los 50, en los pisos superiores, funcionó una discoteca. Y en los 60 corrió la misma suerte que el conjunto de teatros demolidos.
4. Ópera
Gran orgullo local
Corrientes 860
Surgió en 1872 en Corrientes entre Suipacha y Esmeralda, en el terrero de Carmen Díaz Vélez de Cano que ocupaba la cochería de Vicente Collini. El empresario Antonio Pestalardo convenció a su amigo Roberto Cano -hijo de Carmen e inversor del teatro Alegría- de que esa calle angosta resurgiría con la presencia de un teatro. La primera versión fue modesta: tenía una fachada italianizante que remataba en un frontispicio griego, y se retiraba con respecto a la línea municipal, generando un pequeño atrio sin marquesina. Fue, sin embargo, pionero en ofrecer antepalcos «para guardar abrigos y sombreros».
En 1889, Cano y su nuevo socio, Rufino Varela, aprovecharon la oportunidad que dejaba la clausura del Colón y decidieron reformar por completo su teatro, para convertirlo en lo que fue durante años: el coliseo más elegante de la capital. Convocaron a Julio Dormal, quien le dio un aspecto francés estilo beaux arts, con un frente mucho más recargado que el anterior, molduras muy elaboradas y abundantes texturas. El foyer era opulento, al igual que la sala, con cinco bandejas de palcos, una inmensa araña de luz y una cúpula pintada con frescos. La Ópera (así se la llamaba) contaba con usina propia. Tan importante fue su capacidad, que en 1889 facilitó cables a la intendencia municipal para que por primera vez el pueblo celebrara las fechas patrias a la luz de lámparas eléctricas.
Cuando reabrió el Colón en 1908, el Ópera inició un período de competencia que duró pocos años. Luego le llegó la decadencia como escenario lírico y se abocó a los géneros más livianos. En 1935, Cano vendió la sala a Clemente Lococo. En un récord de nueve meses el arquitecto belga Alberto Bourdon levantó el edificio Art Déco que llegó hasta nuestros días como cine y teatro Ópera. Abrió en 1936, justo cuando Corrientes se estrenaba como avenida.
5. Coliseo
Un nombre para la confusión
Marcelo T. de Alvear 1125
La sala actual, frente a la Plaza Libertad, es obra de Mario Bigongiari, quien recién pudo concluirla en 1959 (una vez superadas las dificultades que atravesó Italia con la posguerra). El proyecto original, de 1942, había sido comisionado al arquitecto José Molinari, y contemplaba un edificio de nueve pisos. El consulado se instaló allí en 1944, y las obras quedaron detenidas con motivo de la Segunda Guerra, cuando recién se había alcanzado el quinto. Siguiendo con la historia hacia atrás, el terreno fue adquirido por el gobierno de Italia en 1937, gracias a la donación del conde Felice Lora, quien legó los fondos para la construcción de un gran complejo que, además de albergar el consulado, fomentase el encuentro entre los inmigrantes y la difusión de la cultura italiana.
Antes, allí había estado, entre 1905 y 1938 el espléndido Teatro Coliseo que el empresario Charles Seguin (el mismo del Chantecler, el teatro Casino, el Maipo y tantos otros) encomendó al gran arquitecto Carlos Nordmann. El solar ya guardaba relación con el entretenimiento: había sido la Columbia Skating Ring, muy popular en la ciudad. La fachada del Teatro Circo Coliseo Argentino (como se llamó originalmente) destacaba por su estilo art Nouveau, con un amplio arco de hierro y vidrio. Tenía una pista móvil para ejercicios acrobáticos, un subsuelo para el traslado de animales del escenario que tenía salida hacia la calle Santa Fe, un restaurante, y localidades para dos mil personas sentadas en los palcos y 500 de pie. En 1907, el gusto de los porteños por el teatro lírico hizo que se volcara hacia ese tipo de presentaciones, y la sala se adaptara a esos fines.
6. San Martín
Teatro, patinaje y cine
Esmeralda 247
Mucho antes de que el San Martín fuera el teatro municipal que es hoy sobre Av. Corrientes, el señor Tauban D’Etienne construyó, a finales de la década de 1870, un pequeño teatro para compañías francesas de varieté y baile. Le fue mal y tuvo que venderlo a Ghiglione, quien a su vez lo convirtió en un salón de patinaje al que llamó Skating Ring. En 1879, los dueños del Coliseum también transformaron su sala en una pista de patinaje, y como era más grande y mejor que esta, el empresario la configuró como sala de circo. Así fue que llegó el famoso payaso Frank Brown con sus palomas amaestradas y el elefante Don Bosco. Por fin dio en la tecla Ghiglione: Brown era un clown consagrado y exitoso, y al cabo de unas cuantas funciones, Ghiglione logró construir un teatro con capacidad para 3.500 personas, inaugurándolo -claro- con un show de Brown el 4 de julio de 1887. Las cosas marchaban relativamente bien hasta que un incendio, el 2 de septiembre de 1891, causó la muerte de un corista y la pérdida de 300.000 pesos. Ghiglione no se amilanó, reconstruyó el teatro y lo reabrió el 25 de mayo de 1892. Por su escenario pasaron el transformista Frégoli y el concertista Kubelik; Regina Pacini debutó con El Barbero de Sevilla en 1901, y Angelina Pagano estrenó La Gringa de Florencio Sánchez la noche del 21 de noviembre de 1904. Terminó sus días como cine. Fue demolido a mediados de los 60.
7. Variedades
Un teatro sin medianeras
Lima 1615
Fue construido por el arquitecto Carlos Nordmann por encargo de Ana Irazusta de Santamarina. Se inauguró el 11 de mayo de 1909, con el espaldarazo del bautismo de la actriz Emma Gramatica que representó la comedia Divorciémonos de Sardou. El Variedades fue, junto con el Colón, el único teatro sin medianeras: se destacaba allí, solo, frente a la plaza Constitución. Fue demolido en 1961.8.
8. Electric Palace
Un gran espacio para los conciertos
Lavalle 836
Surgió como Coliseum el 29 de noviembre 1865 en la calle del Parque, frente a la casa de Dardo Rocha. Construido para los conciertos de Sociedad Alemana de Canto por Hunt & Schroeder, tenía capacidad para 500 personas y estaba iluminado con tres grandes arañas a gas. A pesar de sus pretensiones como sala dramática -decía en el frente en latín «Artibus et Musis»- terminó siendo un salón de baile y luego pista de patinaje, deporte introducido por Guillermo H. Huntley, que fue arrendatario de la sala. Fue adquirido por Francisco Borrazás hasta que, en 1913, el empresario Max Glücksmann lo sumó a su imperio (el Palace Theatre de Corrientes 757, el Petit Palace de Libertad 976, el cine Ópera -que luego sería Porteño, al lado del teatro homónimo- en Corrientes 846), y este, al que bautizó cine Electric Palace.
9. Teatro de la Comedia
La sala del género chico
Carlos Pellegrini 248
Nació el 21 de abril de 1891 con buena estrella. Las calles Artes (Carlos Pellegrini) y Corrientes eran las de los noctámbulos, las del teatro alegre, el Montmartre porteño. Allí se estrenó, en 1903 y con gran suceso, M’hijo el dotor de Florencio Sánchez, y, al año siguiente, Jetattore de Gregorio Laferrére. Se consagró como escenario de las grandes figuras del género chico español: Julio Ruiz, Enrique Gil, Rogelio Juárez, Félix Mesa y Abelardo Lastra. Estaba en el mismo terreno que ocupó el colegio Rollin, justo frente al Mercado del Plata. Al igual que el Teatro del Pueblo (Carlos Pellegrini 340), el Sarmiento (Cangallo 1040) y el Buenos Aires (Cangallo 1053), fue demolido cuando se abrió la Av. 9 de Julio.
10. Doria/Marconi
El teatro plebeyo de los italianos
Rivadavia 2330
Bien de barrio, fue el primer teatro de la periferia. Lo llamaban «el Colón del Oeste». Nació como Doria en 1887, en un simple barracón de madera. Jerónimo Bonomi encomendó al ingeniero J.B. Arnaldi el Marconi en 1903. Mucho más elegante y sólido que su predecesor, fue un teatro familiar, de inmigrantes italianos que llenaban la sala para escuchar la música de su tierra natal, las melodías de Verdi, Puccini, Rossini, Bellini. Durante años representó aquí Andrés Cordero Don Juan Tenorio y el drama sacro La Pasión. En 1908 lanzó allí, a sala llena, su candidatura Alfredo Palacios. A mediados de los 50, la actividad lírica se fue diluyendo: el auge del cine y del teatro hizo que las representaciones se limitaran a los fines de semana. Fue demolido en 1967.
Buscá más información sobre teatros y otros edificios demolidos de Buenos Aires en la edición de Lugares Buenos Aires Ausente.
Fuente: La Nación