Su devastador incendio conmovió al mundo y llovieron las donaciones, hasta llegar a 1.000 millones de euros. Cuando al menos 130 obreros están trabajando para asegurar su frágil estructura, la nueva polémica es quién y cómo se reconstruye la catedral de Notre Dame.
El Senado adoptó un proyecto de ley el martes por la noche, modificado y distinto al de la Asamblea Nacional, para encuadrar una restauración que llevará muchos más de los cinco años prometidos por el presidente Emmanuel Macron la noche al que al icónico monumento histórico y catedral católica lo abrazaban las llamas. Deberá ser “idéntica” al original, incluida su caída flecha.
El objetivo de los senadores fue “encuadrar la restauración para no permitir la precipitación”, frenar la modernización de la catedral sin autorización por decisión del gobierno y que todo termine en lo que los legisladores llaman “Notre Dame del Eliseo”. Una referencia a la capitalización política del presidente Macron del proyecto y su deseo de modernizarla.
Trabajos en la Catedral para proteger la estructura. AFP
En un Senado controlado por la derecha conservadora francesa, la Cámara Alta adoptó -en primera lectura- un texto encuadrando la restauración, tras haber modificado ampliamente el proyecto que les llegó de los diputados. Ahora van a tratar de acordar un proyecto común entre ambas cámaras.
El proyecto de ley del Senado respalda la apertura de una suscripción nacional para manejar las donaciones de particulares, empresas y colectividades, que inmediatamente aportaron cuando vieron que, en la noche del 15 al 16 de abril, el incendio devoraba la flecha, el techo, la “charpente” en madera de ese emblemático monumento del año 1100.
Ellos prevén una aumento de la reducción de impuestos aplicable a las donaciones de particulares, llevado al 75 por ciento en el límite de los 1.000 euros. El senado estableció que se aplique desde el 15 de abril para no penalizar a los primeros donantes, cuando el texto final fijaba el período desde el 16 de abril al 31 de diciembre. En las primeras horas del incendio, la Familia Pinault donó 100 millones de euros y los Arnault, 200 millones de euros. Ambos son los dos grupos económicos más ricos del país. Ante la polémica aseguraron que pagarían completamente los impuestos.
Vista de la Catedral de Notre Dame junto al río Sena, unos días despues del incendio. EFE
En el aspecto más controvertido del proyecto se habilita al gobierno a crear “por ordenanza “ un establecimiento público, destinado a asegurar los estudios y trabajos. Los senadores lo han caracterizado como “un establecimiento público de carácter administrativo”, que colocarán bajo la tutela del ministerio de Cultura.
El ministro de Cultura, Franck Riester, precisó que el gobierno se dirigía “hacia un establecimiento público” y que sería el general Jean Louis Georgellin quien ejercería su presidencia. Es el ex jefe de las fuerzas armadas y fue designado por Macron en las primeras horas.
El artículo del proyecto original autoriza al gobierno a derogar ciertas reglas urbanas, de medio ambiente, preservación del patrimonio y pedidos de obras. Los senadores las borraron, con el apoyo de todos los grupos.
“Nosotros restauraremos Notre Dame de París. El presidente ha fijado un objetivo de cinco años. Es un tiempo ambicioso, voluntarista. En esta misión que nos espera, nosotros no confundiremos velocidad con precipitación”, dijo el ministro de Cultura.
Al menos 1.000 restauradores, especialistas e intelectuales exigieron, en una solicitada al gobierno, que no actuaran con precipitación y escucharan a los especialistas.
“Se trata de construir Notre Dame de París, no Notre Dame del Eliseo”, precisó el senador socialista David Assouline. Pierre Ouzoulias, del grupo comunista republicano, habló de una ”desposesión de las autoridades competentes”, en “beneficio de un dispositivo de control desde las más altas jerarquías del Estado”.
Existen enormes tensiones entre la iglesia, los donantes, el Estado y sus planes para reconstrucción de la catedral en estas horas. Es el escándalo más sordo y sinuoso de Francia porque está la iglesia operándolo y el ministerio de Cultura lo considera un monumento histórico bajo su esfera, en nombre de la ley de la laicidad. Será un duro equilibrio conciliarlo con la fe católica de Notre Dame, que pertenece al estado francés por haberla expropiado en el 1905. Macron quiere controlarla, la iglesia trabaja con los donantes para que no sea modificada su apariencia y puedan continuar las donaciones.
La Fundación del Patrimonio canceló su colecta millonaria de casi 200 millones de euros, furiosa cuando vio las intenciones del gobierno de convertirla en otro Louvre con su nueva pirámide de vidrio. La decisión sorprendió a la iglesia y la reiniciaron para conseguir fondos para reparar las otras iglesias francesas, en necesidad de grandes trabajos y sin fondos. Se han reunido 1.000 millones de euros de donaciones pero con condiciones de los donantes para respetar la reconstrucción original.
“Hay que escuchar a los donantes, a su voluntad. Nadie quiere una Notre Dame moderna y la flecha no es parte de la catedral original”, repiten desde la Fundación de Amigos de Notre Dame, que ha trabajado intensamente para conseguir estas donaciones.
Macron preferiría ver una flecha moderna, que representa la contemporaneidad que cada siglo ha incorporado a la catedral. El dijo el viernes que habrá una “nueva flecha” en Notre Dame , una ”reconstrucción imaginativa”. Los socialistas se oponen firmemente a ese proyecto.
“La obra durará lo que tenga que durar. Es absurdo dejarse alienar en estos cinco años cuando podemos poner en peligro la calidad de la restauración”, dijo Alain Schmitz, senador republicano de Yvelines. Olivier Paccaud, también senador republicano, alertó: ”La palabra del presidente no es una ley”.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que deberá aprobar la catedral efímera de madera frente a Notre Dame para dar misas , apoyó “una restauración idéntica”, y dejó de lado a la flecha,”que solo fue sumada en el siglo XIX”.
Fuente: Clarín