Cuando la cantante murió, el año pasado, su familia pensó que no había dejado nada escrito con su última voluntad, al igual que el cantante Prince, que tampoco había dejado un testamento escrito. Pero en los últimos días su sobrina y actual albacea, Sabrina Owens, consignó la aparición de una serie de documentos en la casa de la reina del soul -uno en un cuaderno de espiral debajo de los cojines de su sofá y los otros, en un gabinete cerrado con llave- y le pidió a un juez de sucesiones de Michigan que decidiera si alguno de ellos era un testamento válido.
En esos documentos, Aretha detalla un plan específico sobre cómo distribuir su patrimonio: regalías de sus discos, bienes raíces, joyas e incluso un equipo de piano y estéreo. Hasta la aparición de estos escritos, los activos e ingresos del patrimonio de Aretha Franklin se dividirían por igual entre sus cuatro hijos: Clarence, Kecalf, Edward y Ted White Jr., de acuerdo con la ley de Michigan.
El descubrimiento este mes de esta suerte de testamento escrito de puño y letra podría alterar significativamente el manejo del patrimonio, reemplazar al ejecutor de los bienes y cambiar la herencia de cada hijo.
Todavía no se sabe si tendrán validez para el juez de sucesión, ya que varios de los documentos están garabateados y son apenas legibles, con tachas, notas marginales o espacios en blanco sin llenar.
Los representantes legales de los cuatro hijos de Aretha esperan la resolución del juez. Reconocen que nadie quiere un litigio porque demandaría tiempo y dinero. Prefieren que todo se mantenga como hasta ahora con una distribución igualitaria. Caso contrario, llegarán a un acuerdo a través de una mediación.
Fuente: La Nación.