Sedler: La editorial, Kier, estaba lidiando con esta bisagra de si la música todavía puede ser editada físicamente. Pero yo siempre sentí que este es un proyecto para románticos, y que el romántico de turno seguramente querría tenerlo en sus manos.
Para Santiago Kovadloff y Lucas Sedler, «¿Quién sos?» es uno de los puntos de confluencia que comparten. (Fotos: Emmanuel Fernandez)
-¿Cuáles serían los otros?
Kovadloff: Son muchos, en términos de sensibilidad, de emociones compartidas en el campo de la lectura y de la música… Él es alumno de mis clases de filosofía y, musicalmente hablando, yo soy alumno suyo. Estoy en una banda que él formó, y que dirige; se llama Líricos urbanos. Es un punto de confluencia entre dos generaciones. Quizás tres…
-¿Los poemas fueron escritos al mismo tiempo que la música o existían desde antes?
Sedler: Ya estaban escritos. Cuando él me dio todos sus poemas, lo que hice fue oír cuál era la música que escondía cada uno de los que fui eligiendo. Para Edén, sentí la necesidad de componer un vals; el poema estaba en 3 x 4, a diferencia de Situación, que es un blues/canción, cadencioso… En ese sentido, creo que del mismo modo que a mí me apasiona y me emociona pensar con Santiago lo que conversamos en sus clases de filosofía, o lo que haya en un orden conceptual en sus poemas. A él le atrae mucho la idea de que ellos estén no solamente orientados por el repertorio de contenidos que tratan, sino por la musicalidad a la que responden.
-¿Cuando escuchaste la música que Lucas le puso a tus palabras, era la que te habías imaginado?
Kovadloff: La música de Lucas no es la que imaginaba para mis poemas, pero la que compuso le permitió encontrar la temperatura emocional de mis poemas, donde la conjunción entre lo abismal y lo cotidiano se da permanentemente, no porque me lo proponga, sino porque parece que es así como miro. Durante muchos años concebí el estudio y mi formación filosófica como una disciplina en la cual el rigor analítico se pagaba con cierto grado de sensibilidad personal o de apertura a lo emocional. Pero después comprendí que la filosofía que a mí me importa es una emoción conceptualizada, y que la poesía que me interesa es una en la cual la emoción de pensar es muy grande. Porque creo que es rarísimo pensar. ¡Es infrecuente! En general, uno no tiene ideas. Yo encontré la trascendencia, vivencialmente hablando, en la vida cotidiana: en un atardecer, en el encuentro con un amigo, allí donde el tiempo hace su tarea… Y eso genera un tono medio de voz. Encontrar la voz en un poeta es un trabajo de muchos años. Yo empecé a encontrar la tonalidad o el acento de mi poesía hacia los 42 ó 43 años. Ahí comprendí qué podía decir, y cómo. Y me resigné y celebré, al mismo tiempo, que ese fuera el tono.
«Durante muchos años concebí el estudio y mi formación filosófica como una disciplina en la cual el rigor analítico se pagaba con cierto grado de sensibilidad personal o de apertura a lo emocional. Pero después comprendí que la filosofía que a mí me importa es una emoción conceptualizada, y que la poesía que me interesa es una en la cual la emoción de pensar es muy grande.»
Sedler: Y yo creo que fui detrás de poemas que sostuviesen esta idea de que lo mundano puede ser metafísico, si uno está atento para poder advertirlo. Eso siempre me resultó muy liberador y significativo en la poesía de Santiago, porque nos pone a salvo de la aparente irrelevancia que tiene la literalidad de nuestros días. Poder sentir a través de un poema que lo que tenemos por ordinario puede ser una experiencia excepcional, es uno de los atajos más hermosos para poder estar en contacto con la vida diaria, sin que eso ponga sentimientos significativos del otro lado de lo que nos pasa diariamente.
Kovadloff: Creo que el destino de la poesía al encaminarse por la musicalidad, se completa. Es decir que cuando un poema cae en manos de un músico encuentra su cuerpo final. Total. La melodía, la musicalidad ya no del texto, sino la música, termina de infundirle al poema toda su trascendencia como forma de lenguaje. Porque la palabra tiene un límite. No puede escapar, como decía Borges, al campo del significado. Si lo hace, se pierde el poema, y por no poder hacerlo no termina de ser música. Entonces, cuando el músico interviene en el poema, lo pone a salvo de sí mismo. Es un verdadero enigma potenciado, el de la palabra cuando es musicalizada. Cuando Lucas canta estos poemas, dice algo que la palabra sola no puede decir.
El ensayista y poeta Santiago Kovadloff aporta las palabras; Lucas Sedler su guitarra y la música; y ambos soman sus voces para darle forma al gesto contracultural de editar libro-disco de formato físico, en tiempos de hegemonía digital. (Fotos: Emmanuel Fernandez)
-Estoy pensando en Por, una canción del disco Artaud, de Spinetta. Son palabras aparentemente sueltas, que sin la música tendrían un significado acotado.
Kovadloff: ¡Por mejor que lo entones! Porque, además, un poema no puede sino ser bien leído. Si lo leés mal lo destruís. Pero aún así, pertenece al reino del significado. Y está muy bien que sea eso. Pero, con la música, el poema queda a salvo de ese mismo límite que no pierde.
-En ese caso, el track 5, Las cosas, que no tiene música, estaría incompleto.
Sedler: Para mí, Santiago es un verdadero cantante cuando lee. Y me interesó mucho que existiese en el disco un momento en el que uno pueda detectarlo. Que un poema leído fuese musical a punto que no necesite una cortina instrumental detrás para decir que eso también es una canción. Un poema leído es música.
-Hay más de una diferencia entre una cortina y una canción, y la música puede destrozar una poesía tanto como una mala lectura. ¿Qué tan difícil es componer sin interferir en la significación y la sensibilidad del poema?
Sedler: De algún modo, creo ir de a poco reconociendo cuáles son las progresiones armónicas que me dirigen hacia tal universo o atmósfera. Todo lo demás responde a algo mucho más enigmático que discernible. Y ahí voy… Lo que sí sé es que la música con la que me formé es muy conciliable con la poesía de Santiago. Me parece que intenta darle una voz a lo que se agota en lo indecible. Si de algo se encargó, es de hacer sentir que está lidiando con ideas que te permiten explorar aquello que excede al pensamiento. Y creo que el blues, que es la música que más profundamente amo, también se encargó de eso.
«De algún modo, creo ir de a poco reconociendo cuáles son las progresiones armónicas que me dirigen hacia tal universo o atmósfera. Todo lo demás responde a algo mucho más enigmático que discernible. Y ahí voy…»
Kovadloff: Después, hay un aspecto de juego muy lindo. Nos reuníamos acá, en el estudio, y él venía con su guitarra, su mic, su tecnología básica, leíamos y escuchábamos el destino que habían corrido los poemas que le había dado antes; y leíamos los nuevos, descartábamos muchos, otros los volvíamos a considerar… En el plazo, a veces, de dos días, él reaparecía con una canción. Y se empezaba a dar esa posibilidad extraordinaria de ir más allá de la empatía que entre nosotros generaba el estudio de la filosofía y de las afinidades literarias o musicales, para ingresar en un terreno de comunión, que es el que genera la composición, donde los dos nos quedábamos sin edad. Yo no sé qué edad tienen mis poemas en su música.
-¿Hasta qué punto el ensayista y el hombre político impregna tu poesía? ¿O la poesía es un espacio que te refugia de esa faceta tuya?
Kovadloff: Están juntos. Cuando me ocupo de política lo hago desde la misma situación en la que compongo mis poemas. Por eso he fracasado políticamente. Mis ensayos no sólo son políticos, sino también filosóficos. Pero todos los registros responden a una vivencia poética. Que es el otro significado alternativo que guardan las cosas, más allá de aquel que en apariencia está en el primer plano.
Así es la tapa del nuevo trabajo de Santiago Kovadloff y Lucas Sedler, ilustrado por Juan Sáenz Valiente, y en el que participaron Luciano Peralta (contrabajo), Fernando Pugliese (teclado), Lucas Nervi (batería), Andrea Soares (voces), Pablo Wajncymer (saxo tenor) y Cristian Teran (trompeta).
-¿Hoy no está casi anulada esa capacidad de abstracción para acceder más allá de la literalidad?
Kovadloff: Creo que sí. Está anulada y es disfuncional, desde el punto de vista de las respuestas necesarias para la coyuntura y el debate por el poder mismo. Pero mi interés por la política y por la filosofía van juntos, así como mi poesía no está filtrada por la cuestión política del modo que ocurría con la de los ’60, la generación de Juan (Gelman), donde lo político ingresaba en el terreno de la enunciación poética.
-Y la poesía era una herramienta de transmisión política.
Kovadloff: Claro. Sólo escribí dos poemas que advertí que tenían una fuerte connotación política, y no están aquí. Uno, durante los años de la última Dictadura Militar, y el otro, en pleno auge de la catástrofe de la lucha con la guerrilla y la represión militar.
Sedler: De todas formas, creo que aunque no de un modo explícito, la poesía de Santiago es política en el sentido de que le devuelve la libertad al lenguaje. La poesía se encarga de recordarnos que las palabras son flexibles.
Kovadloff: Que no son las cosas.
Sedler: Que aluden a ellas, pero nunca terminan de abarcarlas por completo.
-¿Cambia mucho lo que sentís cuando leés tu poesías, cada vez que lo hacés?
Kovadloff: Mucho. Siempre se trata de una primera lectura. Es exactamente como en una actuación. No hay segunda vez. Nunca tenés la apoyatura en la certeza; siempre en el deseo y en una experiencia que habrá que ver si te acompaña en el momento de la puesta.
Sedler: Lo cierto es que si hay algo que promueve el blues, la música afroamericana, es esa errancia. Y si hay algo que quise aprender a hacer es a improvisar. Creo que fui descubriendo que los guitarristas que más me apasionaban eran quienes se atrevían a tocar sin saber adonde iban, y sin perder transparencia al expresarlo. Y eso es el blues.
La filosofía, la poesía y la política: los tres universos inseparables de Santiago Kovadloff
-¿Sentís que tu posicionamiento político puede condicionar la escucha de quien podría disfrutar un trabajo como éste pero no lo hace porque vos sos el autor?
Kovadloff: Si el otro es pobre en su mirada, sí. No va a poder escuchar lo que le propongo porque va a pensar que yo me agoto en aquello con lo cual él disiente, pero yo le estoy haciendo lugar a él, aunque disienta conmigo, en un orden donde la dimensión de lo ideológico y lo político no es lo predominante. En general, a mí nunca se me ocurriría decirle a un adversario político que es mi enemigo.
«Si el otro es pobre en su mirada, sí. No va a poder escuchar lo que le propongo porque va a pensar que yo me agoto en aquello con lo cual él disiente», dice Kovadloff.
Sedler: Yo no me canso de sentir que está lleno de gente que piensa de un modo radicalmente opuesto a otra, pero que buscan lo mismo. Es curioso cómo a veces un pensamiento o un posicionamiento, sea en el área que fuere, te aleja de alguien que tiene mucho más que ver con vos que lo que crees superficialmente. A mí me parece que algo muy valioso de la poesía de Santiago, y del disco, es que habla del modo en el que él vive algo que en general nos pasa a todos, como sucede en el tema Algo dice que no. La lluvia nos pasa a todos. Al igual que me sucedió con el blues, en sus versos siento que puedo oírme.
Kovadloff: Esa incapacidad de entendernos y aceptarnos tiene que ver con algo que nos llena de tristeza. Si viviéramos dentro de un sistema político cuyos valores compartimos, por ejemplo el republicanismo, las disidencias serían maravillosas. Porque el patrimonio de valores compartidos, o lo que se llama el bien común, tendría una izquierda democrática y una derecha democrática. Entonces, las disidencias enriquecerían las diferencias entre nosotros. Sin embargo, como no vivimos dentro de un mismo sistema, de hecho ni siquiera está constituido, entonces, la idea es que la confrontación se transforma en una guerra de exclusiones: el otro ‘no tiene lugar, no puede tener lugar, no debe tener lugar’. Y cuando vos creés eso, la autosuficiencia y el fanatismo terminan por envenenar tu comprensión de la realidad.
Santiago Kovadloff y Lucas Sedler presentan «¿Quién sos?» el 15 de junio, a las 20, en la cúpula del CCK, Sarmiento 151, con entrada libre y gratuita.
Fuente: Eduardo Slusarczuk – Clarín