Muchas veces los seres humanos tenemos la costumbre de juzgar a nuestros pares por su apariencia, color de piel o el barrio o lugar donde viven, traemos esto a colación para que se entienda lo que significa vivir en una favela (villa de emergencia), de Rio de Janeiro.
Estos asentamientos surgieron a mediados del siglo XIX, con la ocupación del “Morro da Providencia”, cuando el gobierno nacional le prometió a los soldados del litoral fluminenses, que habían combatido en la guerra “Dos Canudos”, (conflicto bélico entre el Ejército Brasilero y miembros de la comunidad socio-religiosa de la ciudad de Canudos en el interior de la Bahía), que si vencían recibirían casas propias, promesa que no fue cumplida y estos, deambulando por Rio de Janeiro, no tuvieron otra opción que la de apropiarse de las tierras del “Morro (colina), de la Providencia”, (centro de Rio), y construir sus propias casillas.
Por otra parte, podemos decir que la ocupación de las favelas más modernas, surgidas en la década de 1970, es motivo del amplio éxodo rural de diversas personas llegadas de otras partes del país en búsqueda de trabajo, y sin lugar donde residir, vieron con buenos ojos desafiar al cerro estableciendo nuevas colonizaciones con vagos recursos y caracterizadas por la autoconstrucción, utilizando maderas, chapas o cuanto elemento sirviese para “capear”, las inclemencias climáticas.
Existe un dato que merece ser destacado, hasta mediados del siglo XX, las favelas eran casi de uso exclusivo de la ciudad de los cariocas, pero a partir de allí se extendieron en todo el Brasil.
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El sistema de vida en una comunidad posee enormes dificultades, en su mayoría estos aglomerados de gente no cuentan con los servicios básicos esenciales, ya que no tienen agua potable, luz eléctrica, no hay sistema de cloacal, ni recolección de residuos, no existen calles proyectadas y menos veredas para transitar cómodamente debido a la densidad poblacional.
En la actualidad, no se puede decir que el morador de favelas es apenas mayoritariamente aquel que no consiguió trabajo viniendo del interior, es también la mala distribución de la renta mensual, el aumento de los alquileres, la dificultad del estado en crear y mantener políticas públicas habitacionales acordes, a esto le sumamos el desempleo y otros factores lo que hace un combo “perfecto”, para que muchas familias tomen la decisión triste de vivir en una favela.
“Diario de Cultura”, tuvo la oportunidad –a través de este corresponsal-, de conversar con una moradora de una comunidad del “Complexo da Maré” (una de las mayores favelas de Rio de Janeiro), Doña Edineuza, quien dice que trabajaba como empleada doméstica, pero un problema de salud no le permitió continuar en la función. Sin tener como pagar alquiler, decidió vivir en esta favela, aquí subsisto -continua-, en el dilema de hacerlo en una casa improvisada con lonas, paños, madera y chapa, o tener que ser una moradora e calle.
Nos decía también que: “el convivir con prostitutas, travestis, marginales y traficantes es una moneda corriente, a lo que tenemos que hacer la vista “gorda”, y oídos sordos para no tener problemas y que nos ayuden con comida o medicamentos cada vez que solicitamos a algún “radinho” (jóvenes que trabajan con radios portátiles en lugares estrategicos para avisar cuando ven movimientos sospechosos de llegada de policía), relacionado con los jefes del tráfico”, Doña Edineuza, con un mirar distante como perdido nos pidió que publiquemos sus palabras, para que se conozca esta realidad que golpea a muchas personas.
Cosa que hacemos y, agradeciendo que nos permitiese conocer directamente este lugar, continuamos nuestra caminata por el lugar.
Pese a que en la mayoría de estos asentamientos existe la Unidad de Policía Pacificadora, que establece un cierto orden, muchos de los jefes de esta fuerza, son comprados por los narcos marcando un territorio donde los marginales siguen siendo amos y señores del lugar, pudiendo establecer sus escondites en estas residencias de difícil acceso, asimismo construyeron edificios clandestinos para alquilar a precios bajos a personas que los ayudan ante incursiones militares, edificios sin estructura ni asesoramiento de profesionales, lo que resulto en la tragedia del 14 de abril último en la comunidad da Muzema, en el barrio de Itanhangá, zona oeste de Rio de Janeiro con el saldo de 24 muertos, producto del derrumbe de varios predios de estas construcciones-.
Esta triste realidad golpea fuertemente a quien eligió sin querer, ser un morador de favela, en una de las ciudades más lindas del mundo, la otra cara de Rio de Janeiro.
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Alberto Antonio Curia es Consultor Turístico y Agente de Viajes.
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