Apenas se traspasan los portones de hierro forjado del taller de restauración del MOA (Monumentos y Obras de Arte de la Ciudad), la obra Familia de ciervos, del escultor francés Georges Gardet, sobresale no solo por sus dimensiones, sino también por ser una de las esculturas de bronce más significativas e icónicas de la Ciudad. A su lado, y en el denominado Patio de las Esculturas, una veintena de figuras esperan su turno para ser reparadas y restauradas en esta especie de “hospital de estatuas”, único en su tipo en la Ciudad de Buenos Aires.
En otro costado del playón, otra decena de bustos también esperan su restauración y puesta en valor. Entre ellos se destacan los del general Juan Domingo Perón y Evita, el del perito Moreno, los de Juan Manuel de Rosas y Juan Bautista Alberdi, y los del doctor Raúl Matera, Pablo Neruda y Evaristo Carriego, entre otros. En otro costado, la estatua a Luis Alberto Spinetta parece mirar todo de frente desde su pedestal. Si bien la mayoría de las obras están para ser reparadas, varias otras se encuentran en tránsito, ya que el espacio público en el que se encontraban fue modificado o se decidió cambiar de lugar la obra.
El MOA funciona en un predio lindero al Jardín Japonés, en medio de los bosques de Palermo. Allí, unos quince escultores y restauradores realizan un trabajo artesanal para devolverles su fisonomía original. El taller recibe una o dos obras por mes de las 2.500 que están emplazadas en la Ciudad para ser reparadas. Entre estas se cuentan estatuas, bustos, placas, mástiles, fuentes y monolitos que conforman el patrimonio escultórico porteño. Según datos del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, el Gobierno invierte unos cinco millones de pesos mensuales en reparar las esculturas que fueron vandalizadas ya sea en su estructura, mobiliario, equipamiento, parquización, o fuentes.
Entre las esculturas que allí se encuentran y a las que les faltan algunas de sus partes aparecen dos figuras de Diana Cazadora, la Cazadora de Aguilas, el Segador de los Bosques de Palermo y hasta el Monumento a España que se encontraba en Costanera Sur y cuyos brazos y pies fueron cortados. Otra obra que se encuentra en el taller desde hace ocho años es el Monumento al Izamiento de la Bandera, escultura de Julio César Vergottini, que se encontraba en la Plaza Colombia de Barracas.
Actualmente en el predio se está llevando a cabo la reparación del conjunto escultórico de Gardet. No solo se le reparará la pata que fue seccionada a la hembra y la ornamenta del macho, sino que se está reconstruyendo el cervatillo, que fue robado de la escultura que se erigía frente al Museo Sívori, en Palermo. “Estamos en el proceso de modelado de la figura con plastilina. Luego se hará el moldeo y más tarde se la llevará a la fundición para que se le haga la pátina de bronce. Estimamos que a fin de año la escultura volverá a estar en su emplazamiento original”, aseguró Gabriel Ramírez, escultor y con 22 años de trabajo en el lugar. Por su parte, el artista Damián Scalerandi agregó: “Es la primera vez que se hace un trabajo de este tipo en el taller. La reconstrucción la hicimos a partir de fotos que teníamos en nuestro archivo”. También se está reparando una vasija original del ex Zoo, que será reinstalada en el futuro museo del Ecoparque.
Artesanos. Además de reparar y limpiar las obras, sobre todo de grafitis, allí también se organizan trabajos de mantenimiento que requieren los monumentos que presentan diferentes grados de deterioro y que por su envergadura no conviene moverlos de sus pedestales. Entre ellos figuran, por ejemplo, el monumento al General Alvear, en Recoleta, y el Monumento a la Carta Magna y a las Cuatro Regiones de la Argentina (de los Españoles, en Sarmiento y avenida del Libertador), cuyo trabajos de puesta en valor comenzarán en los próximos días.
“El principal problema es la vandalización de las esculturas, que se presenta tanto como un problema social como cultural. Muchos roban partes de obras de bronce para venderlo pero muchos otros rompen las piezas solo para tener un souvenir. Se llevan dedos, cuernos o espadas de las obras”, explicó Jorge Grimaz, coordinador operativo del MOA. “De todas maneras, el patrimonio escultórico de la Ciudad es muy bueno y está en muy buenas condiciones, al punto que se lo considera un verdadero museo a cielo abierto. Así y todo, estamos tratando de concientizar a los vecinos de la calidad de las obras que tienen en los parques y plazas porteños”, agregó.
El procedimiento para denuncias por esculturas rotas o vandalizadas llega por diferentes vías. Uno de ellos es a través de los reclamos vecinales u ONG patrimonialistas. En este caso, una vez recibido el reclamo se hace un relevamiento del daño en el lugar para luego continuar con el proceso. Si la pieza debe trasladarse al MOA, allí se realiza la documentación, el modelado, el moldeado, la reproducción y la instalación.
En el taller existe un archivo con la información de cómo era la pieza faltante para su reinstalación. “Los artistas rastrean la historia de cada pieza para poder restaurarla de manera más fehaciente posible. Muchas veces trabajan en el lugar, subidos a andamios y en altura, y otras veces en el MOA”, aseguró, por último, Eduardo Macchiavelli, titular de la cartera.
Fuente: Perfil