Un equipo internacional de investigadores ha descubierto en la isla de Luzón, Filipinas, restos fósiles de una especie humana hasta ahora desconocida. Bautizada como Homo luzonensis, vivió hace entre 50.000 y 67.000 años, cuando en el mundo ya deambulaban los neandertales, sus misteriosos primos denisovanos, el diminuto hombre de la isla de Flores y por, supuesto, los sapiens, nuestra propia especie y la única que sigue con vida en el planeta. El nuevo homo era aún más pequeño que su vecino, el «hobbit» de Flores, probablemente aún trepaba a los árboles y presentaba una sorprendente mezcla de rasgos nunca antes vista: mientras sus dientes recuerdan a los nuestros, sus manos y sus pies se parecen a los de los australopitecos, homínidos antiquísimos que vivieron hace millones de años.
Los investigadores desenterraron en la cueva de Callao siete dientes, dos huesos de la mano, tres del pie y un fémur que pertenecen al menos a dos adultos y un niño. Todos son pequeños, por lo que es posible que sus dueños apenas superaran el metro de altura, aún más bajitos que el Homo floresiensis y menos robustos. Los científicos también los comparan con los miembros del pueblo negrito de Filipinas, de un tamaño similar al de los pigmeos, aunque advierten de que con los restos encontrados es difícil precisar su tamaño real. En general, estos fósiles tienen «una extraña combinación de características nunca antes vistas juntas en un solo hominino», explica a ABC Florent Détroit, del Museo Nacional de Historia Natural en París y coatuor del estudio. Por ejemplo, los molares so muy pequeños y muestran una morfología que recuerda mucho a los de Homo sapiens. Pero los premolares se asemejan a los de un austrolopiteco y a los de antiguas especies como Homo erectus o Homo habilis.
Preparados para trepar
Las anatomías del pie y de la mano también son extrañas. Un hueso del pie llamado tercer metatarsiano es completamente diferente a la del resto de las especies de homínidos conocidas, incluida la nuestra. Y el hueso de un dedo del pie es indistinguible del de unAustralopithecus afarensis o un Australopithecus africanus, especies que vivieron al menos de 2 millones a 3 millones de años antes. El hueso del dedo
Finalmente, los huesos de los dedos y los pies del hombre de Luzón son curvos, lo que sugiere que trepar era una parte importante del repertorio de comportamientos de esta especie, como también era el caso de muchos de los primeros homininos pero de ninguno de los que eran sus coetáneos. Détroit cree que el hecho de habitar en una isla pudo haber provocado la reaparición de estas características primitivas.
Origen enigmático
Pero, ¿cuál es el origen de estos extraños individuos? Los primeros fósiles de homínidos en Eurasia tienen aproximadamente 1,8 millones de años y han sido atribuidos a otro miembro de nuestra familia, Homo erectus. La teoría más clásica dice que este intrépido homínido se aventuró fuera de África mientras otras especies, como Homo habilis o los autralopitecos, se quedaban en el continente madre esperando tranquilamente la extinción. Los investigadores contemplan la posibilidad de que tanto el hombre de Flores como el de Luzón evolucionaran de forma separada en sus respectivas islas durante cientos de miles de años a partir de Homo erectus. El pequeño tamaño de ambos podría ser atribuido a la falta de recursos que supone vivir en un habitat isleño. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que su antecesor sea otro homo temprano salido de África de cuya gesta aún no se han documentado evidencias.
Como el de Flores, el de Luzón resulta ser un enigmático y pequeño humano en una isla a la que solo se llega después de una importante travesía marítima. Aunque los intentos por extraer ADN de estos nuevos especímenes no han tenido éxito hasta ahora, los investigadores siguen trabajando en ello. Quizás eso ayude a desentrañar la verdadera identidad de esta nueva especie que viene a complicar aún más nuestro pasado y que sitúa de nuevo a Asia como el lugar donde esperar más sorpresas.
Fuente: abc