El museo de Bellas Artes inaugura una sala con obras del noroeste argentino. Habrá 400 piezas desde el siglo V antes de Cristo. / Prensa Bellas Artes.
Algo (entre lo mucho) que nos separa, tristemente en este caso, como occidentales contemporáneos, de las antiguas civilizaciones que poblaron el territorio americano, es el respeto por los ancestros. Ahí donde ellos practicaban el culto y la veneración de sus ancianos, y de todos aquellos que realizaron un aporte a su legado cultural y social, nosotros ejercitamos la negación, la vergüenza y el olvido, con sorprendente destreza. Por eso Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes, describe la próxima apertura de una nueva sala, destinada a la exposición permanente de la colección de Arte Prehispánico del Museo, como una “reparación histórica y poética”. En esa misma sala donde hasta hace muy poco se encontraban los óleos fundacionales de la plástica argentina, como Sin pan y sin trabajo de Ernesto de la Cárcova, o El despertar de la criada de Eduardo Sívori, la historia se remontará ahora mucho más atrás, y podrá verse un cuantioso conjunto de piezas, pertenecientes a las culturas que habitaron el noroeste argentino varios siglos antes de que los españoles pisaran el continente.
Tablas. A la izquierda: La Conquista de México, tabla XIX, 1696/1715. A la derecha, la tabla XXIII ca. 1696/1715.
La nueva sala quedará inaugurada el próximo viernes, cuando el museo reabra sus puertas después de haber permanecido cerrado debido a una serie de reformas estructurales, que tuvieron al nuevo espacio como uno de sus objetivos, y que ofrecerá nuevas posibilidades de lectura y de recorrido. Para toda esta modificación -incluyendo la nueva circulación- fue necesario un importante esfuerzo de la Asociación Amigos del Museo, que aportó casi siete millones de pesos.
Mientras que hasta hace muy poco el público podía elegir diversos accesos para llegar a las salas de la planta baja, ahora la distribución se concentrará en un solo espacio, a partir del cual cada uno podrá decidir cuál será su recorrido. “Parece una pavada pero es muy importante porque ordena todo –explica Duprat–. El visitante puede ir hacia la izquierda e iniciar un recorrido europeo (a través de las salas de Arte Medieval, de Barroco y la Colección Hirsch) o ir hacia la derecha y realizar un recorrido americano, que es lo que a mí me parece que nos faltaba”.
Sumada a la nueva sala prehispánica, en el espacio contiguo se expondrán las Tablas de la conquista de México, 22 pinturas monumentales (realizadas con una técnica sumamente singular, típica de la Colonia) que datan de principios del siglo XVIII, y en las que su autor, Miguel Gonzales, relata los episodios de la conquista, desde la llegada de Hernán Cortés hasta la caída de Tenochtitlán. No son únicas pero no hay más de cinco en el mundo. Ese espacio conectará, a su vez, con las nuevas salas destinadas al arte argentino del siglo XIX, cuya exposición permanente también está siendo redefinida, y que incorporará nuevas obras a su guión.
La sala de arte prehispánico es ahora parte de un relato que busca integrar las manifestaciones de las culturas del noroeste como parte de un legado común. “Los argentinos –señala Duprat– siempre tuvimos ese estigma de ser, como decía Borges, europeos en el exilio. Es verdad que el museo tiene un patrimonio muy bueno de arte europeo, pero esa es también una posición muy frívola, de un país que alguna vez fue rico. Por otro lado hay toda una vertiente de artistas modernos y contemporáneos que posaron su mirada en ese pasado, no en el de la conquista colonial, sino en el de todas estas culturas antiguas que estaban en el territorio que hoy es Argentina”.
Piezas. El Museo de Bellas Artes inaugura una sala con obras ancestrales. / Prensa Bellas Artes
Entre las 1.144 piezas, provenientes de dos colecciones, que en la actualidad conserva el museo, la investigadora María Alba Bovisio –curadora del nuevo espacio– realizó una selección de cerca de 400, pertenecientes a las culturas Aguada, Candelaria, Ciénaga y Condorhuasi, entre otras, y realizadas entre los siglos V a.C. y XV de esta era. A eso se sumaron otras tantas piezas (en su mayoría metales) provenientes de la colección conservada por la cancillería, y que también fueron puestas a disposición de la curadora para su selección.
“Al igual que la de todo el continente americano –señala Bovisio- esta producción presenta una notable riqueza, variedad y complejidad técnica, plástica e iconográfica. En términos generales, su origen se vincula con la organización de prácticas rituales. Elaboradas en diversos materiales, estas piezas se distinguen de otros objetos de uso doméstico, ya sea por su funcionalidad (como las pipas para consumo ritual de alucinógenos) o por la excelencia de su factura”.
Propias de civilizaciones donde el valor estético no se separa del utilitario, entre las piezas que podrán verse hay vasos, morteros, máscaras, pipas, jarras y escudillas, organizados en cuatro núcleos temáticos. Dado el carácter “agro-alfarero” de todas estas culturas, el destinado a la producción cerámica será sin dudas el más numeroso. El amplio repertorio permitirá organizarlas según sus características estilísticas y formales, al mismo tiempo que desplegar un desarrollo cronológico a lo largo del tiempo.
Una manera de ver el mundo. Mortero con forma de camélido 100 a. C.-400 d. C.
En La piedra y los ancestros, por otro lado, el foco estará puesto en la importancia de ese material como símbolo de la montaña –fuente de agua y metales, y por ende elemento fundamental para el desarrollo de las diferentes culturas del NOA–. Miniaturas y miniaturización concentra pequeñas piezas (urnas, figurinas antropomorfas, piezas de vestir) halladas en contextos ceremoniales y funerarios, que reproducen objetos rituales en variados materiales (metal, piedra y cerámica, pero también hueso y fibras) y una menor escala. Por último, Textiles y metales reúne diversos objetos asociados a cierto estatus que tanto las tecnologías del tejido como la metalurgia implicaban para las culturas andinas.
Pero cuando el viernes el museo se reabra, la sala prehispánica no será la única novedad para el público. Quedarán también inauguradasPaisajes insumisos, muestra que reúne las pinturas que realizó Diana Dowek en la década del 70 –curada por Mariana Marchesi-, Ninfas, serpientes y constelaciones, en la que José Emilio Burucúa explicará, a través de un conjunto de obras, las teorías artísticas del historiador Aby Warburg, y la hermosa retrospectiva de Carlos Alonso, ubicada en el pabellón de muestras temporarias. Para ir al museo con tiempo, y pupilas sedientas de una diversidad de historias, colores y culturas.
Para ver la sala
La inauguración será este viernes, a las 18.
Entrada gratuita para residentes en el país.
El ingreso al pabellón de muestras temporarias tiene un costo de $ 100 para argentinos.-
El ingreso al museo vale $200 para extranjeros.
Los martes de 11 a 20, y todos los días de 18.45 a 20, la entrada es gratuita.
Mar. a Vier., de 11 a 20. Sáb. y Dom., de 10 a 20. Av. del Libertador 1473.
Fuente: Clarín