Cuando alguien dice Harry Potter, todo el mundo sabe de lo que se habla. Hay pocos casos en la literatura que hayan alcanzado semejante magnitud. Sin dudas, apoyado en la industria cinematográfica, pero no deja de ser novedoso una saga de libros tiene tantos fanáticos que, a medida que cada novela iba saliendo corrían a la librería a comprarla.
Al haber tantos fanáticos, las peculiaridades de la historia son buscadas. Ahora, según indica el portal estadounidense The Verge, acaba de ser subasta una primera y rara edición de Harry Potter y la piedra filosofal, primer libro de la saga escrita por J. K. Rowling, ¡a 90 mil dólares!
¿Por qué? Esta edición tiene varias singularidades que, desde luego, lo vuelven única, a tal punto que alguien decidió pagar £ 68.812 (libras esterlinas).
En primer lugar, en la contratapa hay una ilustración de un mago que nunca aparece en ninguno de los libros de Harry Potter. No es Albus Dumbledore, sino más bien un personaje basado en su padre del ilustrador. Luego fue reemplazada. Además, contiene un par de errores tipográficos, incluido uno en la cubierta posterior donde, en vez de decir «philosopher’s», está escrito «philospher’s».
Por último —y este detalle no es mejor, ya que vuelve único a este ejemplar respecto de su edición—, está firmado por J. K. Rowling. Lo hizo en 2003, antes de que se vendiera en una subasta de caridad.
Se podría decir que no es sólo un elemento extraña en el merchadising de Harry Potter. También es un símbolo: Harry Potter y la piedra filosofal es la primera novela de la saga que, luego, se convirtió en un éxito. Comenzó en 1998 imprimiendo una serie de alrededor de 500 copias, y luego vendió más de 120 millones de copias en todo el mundo.
Cuando la autora inglesa terminó su manuscrito, corría el año 1995. Tenía treinta y unas ansias enormes porque se conozca su literatura. Fue la editora Bryony Evans que se mostró entusiasmada al leer los primeros tres capítulos. A partir de ella fue que la agencia Christopher Little Literary Agents aceptó representar a Rowling en su búsqueda de un editor. El libro fue enviado a doce editoriales, todas lo rechazaron. Un año más tarde, y ya con pocas esperanzas, alguien lo aprobó: Barry Cunningham de Bloomsbury, una pequeña editorial británica de Londres. A partir de ahí, todo fue cuesta arriba.
En aquel entonces, la editorial —que pagó a Rowling £ 1.500— no tenía tanto problema por la longitud del libro, sino más bien por su nombre, ya que aseguraban que los varones no solían leer ficción escrita por mujeres. Entonces usó la J, en vez de Joanne, y una K, que viene de Kathleen, nombre de su abuela, no suyo.
Ajustaron algunos tornillos, publicaron y a partir de ahí, del contacto con sus lectores, todo fue cuesta arriba. Hasta llegar a esta actualidad. ¿Hubiese creído Rowling que 24 años después de haber terminado esta novela en una vieja máquina de escribir se subastaría a 90 mil dólares? Probablemente, si alguien le decía eso, ella le hubiese respondido: «Tú estás loco».