Navegará más de 24 horas en velero para llegar al Faro del Fin del Mundo. Irá con once personas, en su mayoría franceses, que lo acompañarán en esta travesía que busca renovar las luces del mítico Faro San Juan de Salvamento.
No es la primera vez que lo hace. Hace 20 años hizo el mismo viaje y descubrió las ruinas del famoso faro, que la novela homónima de Julio Verne le dio fama y apodo. El original fue abandonado y permaneció en ruinas cerca de un siglo. En 1989 con personal del Museo Territorial se hizo un primer relevamiento de la zona.
En 1994 los restos fueron visitados por el navegante francés, que, fascinado por la novela de Jules Verne, partió en busca del «faro del fin del mundo». En esa expedición, “Yul”, originario del puerto francés de La Rochelle, se pierde debido al mal clima. Estuvo 5 días sin saber dónde estaba. Las condiciones atmosféricas particularmente difíciles lo obligaron a renunciar al uso de una carpa. Se refugió en las grutas del lugar. Pero, el humo lo asfixiaba y debió construir una cabaña en un árbol.
En este territorio salvaje, virgen, en esta tierra donde la naturaleza es dueña de todo, asentado en su árbol, Yul contempló el borde del mundo. Siguió atraído y fascinado por el misterio de estas tierras australes. Las ideas se mezclaban en su cabeza : la novela de Julio Verne, la historia de la Argentina, la historia de este lugar mítico. Todo esto lo convenció de lanzarse en una nueva aventura, de realizar un nuevo sueño: decide que volverá para reconstruir el faro.
Volvió a la isla en 1995, donde permaneció 3 meses aislado y sobreviviendo con medios rudimentarios en Bahía Flinders, extremo occidental de la isla. Decidió emprender el proyecto de reconstruir el faro, y con este fin creó el mismo año en el puerto francés de La Rochelle la Asociación del Faro del Fin del Mundo.
Al principio del 98, diez hombres, amigos de Yul, desembarcan en la Isla de los Estados para reconstruir el faro. La expedición se compone de carpinteros, dos pintores, un fotógrafo-camarógrafo, y un músico. Durante seis semanas, estos hombres van a cargar en sus espaldas 15 toneladas de zinc y madera, para reconstruir el faro hexagonal en la punta de San Juan de Salvamento.
El 26 de febrero de ese año, en este fin del mundo austral, donde la tierra esconde todavía en sus entrañas los huesos de los aborígenes, la luz del faro se prendió de nuevo, resucitando estas almas y alumbrado el pasado.
Veinte años después, André junto a la asociación francesa regresará para reparar el monumento, cuyo sistema luminoso está defectuoso. «Vamos a instalar un sistema de iluminación con luces led, que está alimentado por energía solar. El sistema es igual al que está instalado hace 20 años, pero este nuevo precisa cinco veces menos volumen de baterías. Esto reduce los paneles solares de ocho a dos y permite una autonomía de funcionamiento de 75 días sin sol. Su costo es de unos 12 mil euros», dijo el francés.
El Faro del Fin del Mundo había sido construido en 1884 en la Isla de los Estados. Los argentinos lo abandonaron a principios del siglo XX en beneficio del faro Año Nuevo, construido en 1902 en la isla Observatorio, un poco más al norte.
«El faro en sí mismo está en buen estado, pero la mitad de los paneles solares ya no funcionan. Hicimos una reparación improvisada pero ya ni debe funcionar. Hay que cambiarlo todo», agregó André.
Los franceses llevarán una lámpara especial para faros, con LED, que ilumina hasta 10 millas, programada en fabrica con el «paso» del faro San Juan de Salvamento (2 brillos cada 15 segundos). También llevarán paneles solares mucho más eficaces que los anteriores. Y además instalarán en la Isla una pared memorial en madera Douglas, naturalmente resistente a los hongos, para que la gente que visite el faro pueda poner sus placas.
«Vamos estar 15 días en la isla para hacer el trabajo y aguantar el clima. Entre el 17 de marzo y el 1ro. de abril«, cuenta Yul, quien en el 2000 construyó el nuevo Faro del Fin del Mundo en Anjou, en el oeste de Francia, una réplica exacta de la primera construcción: un octógono coronado por una bola de zinc sobre un pequeño promontorio.
«En 2020, el Faro del Fin del Mundo de La Rochelle tendrá 20 años también, como la reconstrucción del original, y vamos a festeja el aniversario con una celebración simultanea en Francia y Argentina», cuenta Bronner ante de volver a su lugar en el mundo.
Fuente: Clarín