La entrevista terminó, pero ellos siguen debatiendo. El chileno Alberto Fuguet ha dado unos pasos sobre el sereno parque del Museo Juan Martín de Pueyrredón y ofrece respuestas enmarcadas por el río que asoma allá, un poco más adelante de las barrancas de San Isidro, y rodeado de árboles que llevan ahí desde el siglo XIX. Pero en la mesa, el intercambio es intenso: los argentinos residentes en Europa Rodrigo Fresán y Samanta Schweblin protagonizan un ping-pong verbal sobre la literatura en tiempos de feminismo. En apenas unas horas, este fin de semana, los tres serán los protagonistas de la II edición del festival LEER: Literatura en el río, que tendrá lugar en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro.
Bajo el lema Viajeros, Leer reunirá al mundo editorial en una serie de actividades para todos los gustos: ciento veinte empresas podrán vender sus libros, Fresán y Fuguet ofrecerán clases magistrales mientras que Schweblin dialogará con Cecilia Szperling, habrá talleres para los más chicos, un partido de futbol de equipos mixtos de quienes escriben contra quienes editan, una performance poética y audiovisual de Vivi Tellas, y un cierre musical con Julieta Venegas al piano. Todo gratis en ese lugar donde la calle Del Barco Centenera se lanza al río.
Schweblin, Fresán y Fuguet serán los protagonistas del festival Ler junto a 120 editoriales. Foto: Silvana Boemo
Pero ahora, Schweblin, Fresán y Fuguet responden un puñado de preguntas. Y también se interrogan entre ellos y cuentan anécdotas y ríen y hacen bromas. Un diálogo de muchas direcciones, justo antes de que el chileno avance sobre el jardín y los argentinos se queden debatiendo sobre las escritoras y los escritores.
–¿Cómo vivís la expectativa que se genera acá en la Argentina con tu segunda nominación al premio Man Booker Internacional con Pájaros en la boca?
–Schweblin: La primera vez que me nominaron, en 2017, con Distancia de rescate, estaba muy ansiosa porque no terminaba de entender lo que implicaba aquello y qué se supone que había que hacer. Esta vez, me toma más tranquila porque ya entendí lo que esto implica. Pero también porque no es tan fácil ver un libro de cuentos en la long list de ese premio. Esto era algo que realmente no esperaba y tengo una sensación de alivio, de que el verdadero premio es que lo hayan metido entre los candidatos. No espero nada más sinceramente. Pero me alegra que se genere algo en los medios, que eso haga circular los libros y que deje el precedente de un libro de cuentos seleccionado y que casi un cuarto de la lista de nominados esté integrada por autores latinoamericanos
–¿Qué es lo que seduce de la literatura latinoamericana en este momento en el mundo?
–Fresán: Es un fenómeno que tiene varias causa. La primera, que la figura de Trump ha desencadenado una especie de interés por el extranjero que antes no se tenía. Por otra parte, han surgido en los Estados Unidos un montón de libreros independiente que están leyendo mucha literatura extranjera en traducción y eso antes era imposible de pensar.
–Schweblin: De hecho, hay editoriales que sólo publican extranjeros.
Schweblin, Fresán y Fuguet en el parque del Museo Pueyrredón de San Isidro. Foto: Silvana Boemo
–Fresán: Exacto. Que sólo publican extranjeros y, además, me sorprende el entusiasmo de lectores jóvenes que quieren leer algo distinto y que están agotados de la idea del sueño/pesadilla americana. Luego, hay una realidad: a esas editoriales pequeñas comprar nuestros libros les resulta más económico y esa es una apuesta más viable. Aunque, Samanta supongo que no tus libros deben cotizar un poco más (risas). Y por útimo, también hay una especie de espíritu de rebeldía contra la idea de Amazon, esa lucha contra los gigantes, una especie de guerra de guerrillas, tiene un espíritu un poco romántico.
–Fuguet: Además, antes ese conocimiento de lo que sucede dependía de un solo medio, el New York Times. Y ahora, en cambio, un librero de Houston puede saber lo que está pasando en Montevideo porque justo sigue alguien en Twitter. Hoy es más fácil enterarse. Lo malo es que no hay un García Márquez. Lo bueno es que hay miles.
–¿Qué es lo que encuentran esos lectores cuando leen estas traducciones: hay algo que hermane a autores como Fresán, Schweblin, Fuguet?
–Fresán: Lo que los atrae es, justamente, la incapacidad para hermanarnos porque toda la literatura norteamericana es inmediatamente hermana y reproduce esos cuatro modelos o temas que se vienen repitiendo desde que nació.
–Schweblin: También es cierto que Estados Unidos es un país mientras que Latinoamérica es una cantidad de comunidades, de tradiciones, de pasados distintos, de climas distintos, de geografía y toda esa diversidad la encontrás ahí, incluso, en una misma ciudad. Pero sí hay más vasos comunicantes que antes, nos leemos más rápido entre nosotros, nos vemos más. En lo personal, yo no escribía literatura latinoamericana cuando vivía en la Argentina. Si pasaba por una librería, estaba el sector de escritores argentinos y otro para los latinoamericanos. Ahora, cuando me muevo por el resto de la región y vivo en Berlín, soy yo la que está en ese sector de literatura latinoamericana. Eso hizo que empezara a leerla de otra manera.
«En la Argentina siempre se leyó y se escribió mucho y aún en las condiciones más adversas», dice Fresán. Foto: Silvana Boemo
–Ven en la Argentina algún fenómeno parecido al de ese circuito de libreros y editoriales independientes de los Estados Unidos?
–Fresán: Aquí siempre hubo eso. En la Argentina siempre se leyó y se escribió mucho y aún en las condiciones más adversas. Creo que es algo que, por suerte, está en nuestro ADN a perpetuidad y es una de las cosas de las cuales nos podemos sentir legítimamente orgullosos. Acá siempre se lee y se escribe mucho y hay una especie de compulsión por contar.
–Schweblin: ¿Puedo hacer yo una pregunta: por qué pensás que es así?
–Fresán: Tiene que ver con una cosa findemundista, con estar tan lejos de todo. Quiero decir que hay una idea de distancia y de lejanía geográfica y mental que se expresa muy bien en uno de los cuentos más famosos de la literatura argentina que es «El aleph»: esa idea de que en el bajo de una escalera de un sótano de San Telmo esté todo el universo. El mismo Borges lo dice: “Puesto que tenemos que resignarnos a la fatalidad de ser argentinos, consolémonos pensando que nuestro tema es el universo”.
–Schweblin: Y también se lee de una manera universal: la argentina es una literatura que se refleja por todas partes, no está localizada como otras latinoamericanas.
–Cuando llegan a la Argentina, ¿sienten que vuelven a casa o que vienen de paso?
–Fresán: Yo siento que vengo, no que esté volviendo a mi casa.
–Schweblin: A mí me pasa algo extraño y es que mi familia –salvo mi papá– se mudó al sur. Entonces, Buenos Aires cambió un montón: ya no siento que vuelvo a casa porque la sensación de hogar acá puede estar en algunas personas, algunos amigos, pero no tengo una casa. Y eso es muy angustiante. La vez anterior que vine, no había nadie de mi familia en ese momento y me fue a buscar un señor al aeropuerto con un cartel que decía Samanta Schweblin. ¡En mi ciudad! Además, me hospedé en un hotel por primera vez en mi vida y ¡me pidieron el documento! Tenía una angustia tal que me temblaban las rodillas. Era algo muy fuerte.
«La vez anterior que vine, no había nadie de mi familia en ese momento y me fue a buscar un señor al aeropuerto con un cartel que decía Samanta Schweblin. ¡En mi ciudad!», dice Schweblin. Foto: Silvana Boemo.
–Fresán: A mí me pasa lo mismo, aquí está mi madre, pero nunca viví con ella. Por otra parte, estoy casado con una extranjera y vivimos ambos en una ciudad que no está en ninguno de nuestros países de origen. Pero cuando te cambia mucho la vida es cuando tenés un hijo que no nació en tu país.
–¿Tu hijo habla el castellano rioplatense?
–Fresán: ¡No! Nunca vivó en Buenos Aires.
–Pero habla con vos a diario.
–Fresán: Yo ahora hablo con un poco más de acento argentino porque se me empieza a pegar en el intercambio con ustedes. Pero en España, no hablo así. Allá uso un idioma un poco raro, un español algo neutro.
–¿Es un cambio que opera en tu escritura.
–Fresán: No. Jamás. Aunque, salvo en Historia argentina y Esperanto, mis libros no son excesivamente argentinos. Incluso me pasa algo curioso con el inglés: leo tanta literatura norteamericana en ese idioma, que cuando me han traducido, me dijeron que hay algo de la matriz del inglés en mis textos.
–Schweblin: En Alemania, vivo en una pequeña burbuja que funciona en español, pero es un español muy raro porque es muchísimos españoles al mismo tiempo. De hecho, estamos todo el tiempo neutralizando las palabras raras para que el otro nos entienda o tomando una palabra del otro que nos encanta y no podemos abandonar. Todo eso, va modificando mi propio porteño que después se traduce en la escritura.
–Fresán: ¿Puedo hacer una pregunta sobre eso que me da curiosidad? En estos días, Alan Pauls se fue a vivir por un año a Berlín. ¿Esa comunidad va a empezar a escribirle para atraerlo o nadie va a escribirle o el debe hacer algo especial para ser recibido? (risas)
–Schweblin: Es una comunidad demasiado grande y que está creciendo demasiado rápido. Lógicamente, están muy pendientes de cada visita de un escritor argentino y saben quienes son los invitados de la beca DAAD, que es la que lleva a Pauls. También está el Instituto Cervantes de Berlín que crea bastantes eventos y, quizá, lo más importante sea la Biblioteca Iberoamericana que es la más grande de toda Europa y donde se consiguen todos los libros y revistas que se puedan imaginar.
–La última pregunta vuelve hacia la Argentina. Esta semana, se conocieron algunos casos de abuso y acoso en el mundo editorial. ¿Les parece que la literatura también reproduce las estructuras del patriarcado o es un universo menos atravesado por esa matriz?
–Fresán: No sabría qué decir. No lo pensé, la verdad.
«Cuando miramos en perspectiva la historia del feminismo, vemos que se suceden ciclos: por momentos, se abren un par de puertas; y luego, pasa ese impulso y algunas se vuelven a cerrar. Entonces, hay que aprovechar lo que pasa», dice Schweblin. Foto. Silvana Boemo.
–Schweblin: Sí, réplica esas estructuras y, como todo el resto, está en crisis en este momento. Por otra parte, lo que también está pasando es que se están abriendo un montón de puertas nuevas y todo este fenómeno está generando que la literatura escrita por mujeres ocupe nuevos espacios. Esto se agradece. Ahora, cuando miramos en perspectiva la historia del feminismo, vemos que se suceden ciclos: por momentos, se abren un par de puertas; y luego, pasa ese impulso y algunas se vuelven a cerrar. Entonces, hay que aprovechar lo que pasa.
–Fuguet: Para mí también se replica la estructura del patriarcado, pero curiosamente en el mundo literario yo creo que han sido justamente las mujeres las que tenían cargos de toma de decisión sobre edición. Y eran épocas en las que se publicaban pocas mujeres…
–Fresán: ¿Se publicaban pocas mujeres realmente?
–Fuguet: Sí, dos o tres que vendía mucho, eso sí. Pero recuerdo que las editoras y las agentes no publicaban a otras mujeres.
–Schweblin: ¿Te parece que es responsabilidad del lado femenino o de la directiva mayor de esas empresas que era masculina?
–Fuguet: Las editoriales fueron cambiando mucho, pero deduzco que, al final, debía pesar la opinión de los dueños que eran hombres.
–Schweblin: Porque las mujeres poderosas no eran tantas: Carmen Balcells y no se me ocurre casi nadie más. Eso demuestra que no era un gran número…
–Fresán: Bueno, estaban las hermanas Ocampo. Es algo que me pregunto, no lo sé… De todos modos, las mujeres son cuantitativamente y cualitativamente mejores escritoras. Cuentan mejor.
–Schweblin: ¿Por qué?
–Fresán: Debe haber algo atávico que viene de que le cuentan los cuentos a los chicos desde el principio… Me parece que los hombres tienen que desarrollar alguna parte narradora del cerebro que las mujeres ya tienen resuelta.
«Me parece que los hombres tienen que desarrollar alguna parte narradora del cerebro que las mujeres ya tienen resuelta», opina Fresán. Foto: Silvina Boemo.
–Schweblin: A mí me parece que, hoy por hoy, la literatura escrita por mujeres es muy interesante, pero no creo que sea interesante porque es mejor que la de los hombres: yo creo que es interesante porque es una literatura que es de minorías.
–Fresán: …pero cuando digo mejor digo que como lector me parece que tiene una intensidad, una intencionalidad, y muchísimas veces un riesgo, muchísimo más grandes.
–Schweblin: Pero porque es de minorías. Yo creo que es por eso…
La entrevista terminó, pero ellos siguen debatiendo. El chileno Alberto Fuguet ha dado unos pasos sobre el parque del Museo Juan Martín de Pueyrredón donde cae la tarde. Pero ahora es sábado y donde la calle Del Barco Centenera se lanza al río, hay una fiesta a la que todos están invitados.
Una agenda para no perderse nada
“Leer es una gran fiesta que fomenta el contacto muy próximo con grandes escritores, con editores que estarán al frente de sus stands y con nuevas experiencias en torno del libro y la escritura en las que todos seremos protagonistas”, explicó la subsecretaria general de Cultura de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry, organizadora del festival LEER junto con el editor y librero Fernando Pérez Morales, del sello Notanpuan.
Un punto de partida audaz será la mesa Los relatos de viajeros: de Sarmiento a Mirko Marley.
Un punto de partida audaz serán las mesas Los relatos de viajeros: de Sarmiento a Mirko Marley, Pasado y futuro de las cartas, Escritores viajeros en la Argentina y El viaje idiomático: traficantes de palabras, animadas por Christian Kupchik, Liliana Villanueva, María Sonia Cristoff, Marcial Gala, Cynthia Rimsky, Gabriel Payares y muchos otros. A ellas se suman la conversación entre Schweblin y Cecilia Szperling, hoy sábado, a las 15.30, y dos clases magistrales, la de Fuguet, este mismo día, a las 18.30, y la de Fresán, mañana domingo, a las 18.
Los famosos y omnipresentes memes serán el tema en el Espacio Novela Gráfica: para personas de 14 a 120 años, se construirá un mural taller de collage mutante y otro de historietas para los más chicos, que tendrán otro sector pensado sólo para ellos con talleres de mapas literarios y de máscaras, con un cuento clásico africano a modo de disparador, Teatro Kamishibai, una invitación a inventar personajes históricos imaginarios a través de un libro álbum y una divertida y didáctica Oficina de Correos atendida por el programa municipal Abuelos de Cuento en San Isidro.
Los famosos y omnipresentes memes serán el tema en el Espacio Novela Gráfica: para personas de 14 a 120 años.
Un clásico es el partido de futbol entre editores y escritores. El año pasado, se impusieron los editores gracias al destacado talento de una poetisa que como arquera se llevó todos los aplausos. Para cerrar, Vivi Tellas echará mano a las cartas enviadas por los vecinos antes del evento para hacer una performance poética y audiovisual y la cantante mexicana Julieta Venegas, que se radicó en Buenos Aires y también sabe, y mucho, de letras, viajes y migraciones, ofrecerá un recital con la sola compañía de su piano.
La programación completa se puede consultar en cultura.sanisidro.gob.ar
Fuente: La Nación