Una cápsula, que sólo tenía un maniquí adentro, hizo historia en el capítulo de los viajes espaciales. Pocos recordarán su nombre, Crew Dragon. Algunos, el del muñeco, Ripley, en homenaje a la heroína de las películas «Alien». Pero lo que sí quedará es el hombre que estuvo por detrás: Elon Musk.
El fundador de Tesla, el «excéntrico millonario», el «caprichoso del espacio», como lo llaman en Estados Unidos, que finalmente llevó a Space X -fundada en 2002- a lograr que un vehículo espacial aterrizara con éxito en el océano Atlántico, a 370 kilómetros de las costas de Florida.
Los astronautas de las misiones Apolo regresaban de la misma forma a la Tierra, antes de ser rescatados por barcos. Así se espera que lo hagan los futuros tripulantes que viajen en el Crew Dragon. Este viernes Musk probó que es posible.
Con total seguridad, desarrollado en Estados Unidos y -comparado con los gastos anteriores- este formato de viajes casi es low cost.
La Crew Dragon antes de atravezar la atmósfera para volver a la Tierra (NASA TV via AP)
La cápsula Crew Dragon estuvo seis días en el espacio y cumplió su «misión de demostración» ante la NASA: consiguió probar que el primer vehículo espacial estadounidense habitable desde el final del programa de transbordadores (1981-2011) es fiable y seguro para los astronautas.
Ahora resta el análisis de los datos de vuelo. Desde la NASA, su jefe, Jim Bridenstine, habló de «el inicio de una nueva gran etapa de vuelos espaciales tripulados». Desde la Agencia Espacial Europea, más mensajes de felicitaciones. Pero también desde Rusia.
El jefe de la agencia espacial Roscosmos, Dmitri Rogozin, eligió Twitter para a hablarle a Musk: «Queridos colegas Jim Bridenstine y Elon Musk, en nombre de Roscosmos quisiera felicitarles por el final exitoso del vuelo de prueba de la nueva nave espacial», escribió.
El ex presidente Barack Obama también le recordó al mundo que fue su gobierno el que realmente lanzó la privatización del transporte de astronautas. «Hemos invertido en el programa de transporte privado para fortalecer el programa espacial estadounidense a largo plazo. Es genial ver que esto se concreta», afirmó. Pero debido a los retrasos en el desarrollo, se concretó bajo la presidencia de Donald Trump.
La misión fue un ensayo general, sin humanos, de la primera misión tripulada de Dragon, que se lanzará este año. Si los análisis de daños entran en el margen de lo previsto, en abril la SpaceX llevará a cabo un nuevo test de vuelo para probar un sistema de emergencia y, meses más tarde, probablemente en julio, transportará por primera vez a dos astronautas de la NASA a la Estación Espacial, donde permanecerán dos semanas.
La cápsula tiene 8 metros de largo
La cápsula (tiene 8 metros de largo) había sido lanzada por un cohete Falcon de SpaceX desde el centro espacial Kennedy, en Florida. Luego se había acoplado automáticamente a la Estación Espacial Internacional, convirtiéndose en el primer vehículo tripulable privado en hacerlo.
Dos horas más tarde, los tres miembros de la tripulación de la ISS, la estadounidense Anne McClain, el canadiense David Saint-Jacques y el ruso Oleg Kononenko, abrieron la escotilla de la cápsula y, por primera vez, entraron en la cápsula en el espacio.
El multimillonario Elon Musk, padre de la criatura.
En su interior encontraron a Ripley, instalado en un asiento, y a un pequeño peluche con forma de planeta azul, que SpaceX decidió incluir, con humor, en la cápsula para que sirviera de «indicador de ingravidez super ‘high tech’».
A primera hora de este viernes, la Crew Dragon encendió sus propulsores cuando la ISS pasaba sobre Sudán, a 410 kilómetros de altitud. Se separó de la estación y comenzó la fase más complicada de la misión, la que lo llevó a frenar e iniciar el reingreso en la atmósfera, que hace subir la temperatura bajo el riesgo de «desintegración» de cualquier nave.
Así quedó la cápsula Crew Dragon tras su regreso a la Tierra. (DPA)
El escudo térmico aguantó. Pero la Crew Dragon parecía un «malvavisco a las brasas», según Kate Tice, la ingeniera de SpaceX que comentó la llegada.
La NASA podrá programar el primer vuelo tripulado, «más adelante este año», dijo el viernes Steve Stich, oficial adjunto de programas de la agencia espacial.
Será en junio, cuando se probará el sistema de evacuación de la cápsula en vuelo. El cohete despegará sin humanos y después de unos minutos, simulando un incidente, la cápsula se eyectará con sus propios motores para separarse y regresar de una forma segura a la Tierra.
«No hemos visto nada en esta misión, hasta ahora y en espera del análisis de los datos, que nos impediría lanzar la misión tripulada este año», confirmó.
En este desafío, la fabricante de aviones Boeing también tiene previsto realizar una misión de demostración no tripulada en abril de su cápsula Starliner. Ambos sistemas darán a la NASA dos medios independientes y a un costo menor que el de los transbordadores para acceder a la ISS en 2020. En Estados Unidos se espera ese momento desde 2011.
La NASA ya no es propietaria de naves ni cohetes y compra un servicio por un precio fijo: 2.600 millones de dólares por seis viajes tripulados de ida y vuelta en el caso de SpaceX, según un contrato firmado en 2014, al que se suman los contratos de desarrollo de las naves por 600 millones.
Dragon entonces supone el regreso a un formato «antiguo», porque es la primera cápsula estadounidense diseñada desde Apolo en los años 1960 y 1970. Este tipo de vehículos no tiene alas, así que caen y sólo pueden detenerse con sus paracaídas, como el modelo ruso Soyuz, que aterriza en Kazajistán.
El precedente modelo espacial estadounidense, el transbordador, aterrizaba como un avión. Esas naves llevaron a los astronautas estadounidenses durante 30 años, pero su costo resultó ser demasiado alto, y dos de los cuatro vehículos iniciales tuvieron accidentes catastróficos, en los que murieron 14 miembros de su tripulación, por eso el programa se canceló.
Desde entonces, todos los astronautas estadounidenses enviados al espacio utilizaron la Soyuz. Hasta ahora, que Musk (y quizás luego Boeing) pondrá fin al monopolio ruso de transporte de astronautas.