En la historia occidental, el pecado está atado directamente a la idea que de él se tiene por la tradición judeocristiana. Pero aplicar ese concepto a cualquier época o pueblo, dice Ana María Shua en el prólogo de Tradición y deseo (IndieLibros), sería tan limitado como negar que toda cultura tiene su propio código ético. En este nuevo volumen, la autora de Los amores de Laurita y Todos los universos posibles compila una serie de leyendas y cuentos tradicionales de distintos lugares del mundo, que giran en torno a las conductas sexuales: el adulterio, la homosexualidad, la lujuria, el incesto, la virginidad.
Con estos relatos —de una tribu africana, de indígenas colombianos y chaqueños, de judíos, griegos, navajos, etc.— se pone en evidencia cómo la cultura se manifiesta a través de saberes populares para imponer límites o habilitar permisos al deseo y el sexo. Así, mientras el adulterio es una falta gravísima para nuestra sociedad, los nupé la consideran apenas un desliz reprobable. Mientras en Occidente recién en los últimos años la homosexualidad ha comenzado a librarse del estigma de enfermedad o desvío, en la Antigua Grecia no sólo se aprobaba sino que hasta se estimulaba que los soldados establecieran relaciones de amor como una manera de asegurar que se defendieran mutuamente en la batalla. El tabú del incesto existe en todas las culturas, pero no se manifiesta de la misma manera.
En diálogo con Grandes Libros, Ana María Shua habla de Tradición y deseo y señala que «cuando uno se mete a fondo con la idea de pecado, vicio y virtud para diferentes sociedades, llega a la conclusión de que hay una especie de paraguas que todas tienen en común: de la única manera que el ser humano se convierte en un ser cultural es a partir de los límites que su propia cultura le impone, si no queda fuera de su cultura y es pura naturaleza».
Pero ¿es posible, a pesar de las diferentes concepciones, encontrar un núcleo común que subyace en todas las sociedades y culturas? «En todas», sigue Shua, «la idea que predomina es la del imperativo categórico de Kant, que no es tan diferente de la que aparece en el Talmud de los judíos, que no es tan diferente del ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’. Finalmente de eso se trata: de no hacerle al prójimo lo que no le gustaría a uno que los demás le hagan. Creo que esa es la base sencilla y profunda de la ética».
Hay algo maravilloso en cómo Ana María Shua entiende la literatura: con más de 70 libros publicados, siempre, siempre, pero siempre se pone en manos del lector.
¿De qué manera se pueden interpretar hoy en día los antiguos relatos que compila en este volumen? «De la manera que se le dé la gana al lector», responde, «eso es la lectura. Por suerte.»
Fuente: Infobae