¿Cómo murió Rembrandt? Si consideramos que se trata de uno de los nombres más importantes de la historia del arte, puede resultar sorprendente que no lo sepamos.
Tenía 63 años cuando partió, pero los estudiosos dicen que no hay registros de ninguna enfermedad. Los poetas podrían decir quemurió de pena más o menos un año después de que muriera el único de sus hijos que había sobrevivido la infancia, Titus.
Aunque Rembrandt gozó en vida del reconocimiento mundial, gastaba más de lo que tenía y al final entró en bancarrota, llegando a vivir en la pobreza sus últimos años. Fue enterrado en una tumba alquilada, sin señales que lo identificaran. Más tarde, sus restos fueron exhumados y destruidos y no hay ninguna marca del lugar de su descanso.
Tomémonos un momento para considerar la muerte de Rembrandt, ocurrida hace 350 años, en octubre de 1669. Este 2019 habrá muestras en museos de todo el mundo, desde Amsterdam hasta el Golfo Pérsico, conmemorando su extraordinario legado artístico y una vida que no fue exactamente una obra maestra.
Con todas las miradas puestas de nuevo en este pintor, grabadista, impresor, dibujante, amante, luchador, genio y deudor, es justo preguntar: ¿quién es Rembrandt ahora? ¿Cómo interpretamos la vida y la obra del maestro del Siglo de oro holandés, que conoció la fama pero luego pasó de moda, y que ha vuelto a la vida una y otra vez para distintas generaciones de amantes del arte que encontraron nuevos sentidos en su obra?
La ronda nocturna. El cuadro que Rembrandt pintó tras la muerte de su esposa. /AFP
“Muy poca gente conoce la historia de vida de Rembrandt”, dice Taco Dibbits, director del Rijksmuseum, el museo nacional de Holanda, que alberga la muestra central de la celebración, Todos los Rembrandts, hasta el 10 de junio. Todas las piezas de Rembrandt que posee el museo -22 cuadros, 60 dibujos y 300 grabados- están exhibidas. La muestra está acompañada por el relanzamiento de una nueva biografía escrita por Jonathan Bicker, Rembrandt: vida de un rebelde, que por ahora no está en castellano.
El pintor se casó con la prima de su marchante, Saskia van Uylenburgh, una mujer rica, y tuvieron cuatro hijos, de los cuales sólo uno sobreviviría la infancia. Después de que su hijo Titus naciera, Saskia enfermó y murió a los pocos meses; Rembrandt entregó su obra más grande y conocida, La ronda nocturna, apenas un mes más tarde.
Saskia. Rembrandt hizo cuatro copias de un retrato de su esposa. /EFE
Conociendo su debilidad por las mujeres y su prodigalidad con el dinero, Saskia había estipulado que Rembrandt sólo podría heredar su fortuna si no se volvía a casar. Sus dos relaciones subsiguientes —con Geertje Dircx, la niñera de su hijo, y con Hendrickje Stoffels, madre de otra hija, Cornelia— terminaron ambas mal.
Cuando la dejó, probablemente por su nueva amante, Dircx lo acusó de «ruptura de promesas», un eufemismo para decir que la sedujo con una falsa intención de casarse con ella. Rembrandt aceptó pagarle cierto estipendio pero ella no lo aceptó y volvió a demandarla. El la señaló por insana y ella terminó encerrada en un asilo cinco años, hasta que sus amigos consiguieron rescatarla. Cuando salió ella volvió a la carga y terminó convirtiéndose en una de sus principales acreedores.
Hendrickje, Un cuadro de 1660. /AP
Hendrickje, por su parte, fue la amante del pintor por muchos años. Entró a trabajar en la casa de Rembrandt y se supone que fue por ella que el artista dejó a Dircx. En 1654, cuando estaba embarazada, tuvo que testificar ante la Iglesia por vivir en pecado y admitió haber «cometido actos de prostituta con Rembrandt el pintor» y le impidieron tomar la comunión. Rembrandt no podía casarse con ella para no perder la herencia pero años después, cuando su hijo creció y estuvo en condiciones de heredar, le hizo escribir un testamento en el que sólo el artista recibía el dinero. Con esto sorteaba la voluntad de su primera mujer, pero tampoco se casó.
Ahora, un rebelde
“Cada generación tiene su propio Rembrandt,” dice Gregor J.M. Weber, que lidera el departamento de Bellas Artes y Artes Decorativas en el Rijksmuseum. “Hace ochenta años la gente adoraba al viejo Rembrandt del alma, al hombre solitario que alcanzaba el punto más alto del arte,” dice. “Ahora nosotros pensamos que fue un rebelde, que siempre se reinventó a sí mismo, que siempre cambió su manera de hacer las cosas. Peleaba consigo mismo y a su vez con los estándares de la época”.
Todos los Rembrandts no es una exhibición biográfica, pero registra el progreso del artista desde la primera etapa de su carrera en Leiden, Holanda, hasta sus últimas pinturas, realizadas apenas días antes de su muerte. Empieza con una sala de 30 autorretratos que nos permiten ver al artista a los ojos, mientras va envejeciendo, desde que es un joven de pelo enrulado, a los 22 años, hasta que se convierte en un canoso y preocupado hombre de 55. Vemos cómo los bocetos y grabados tempranos de vagabundos, mujeres semidesnudas y músicos callejeros se convierten más tarde en figuras que pueblan sus escenas bíblicas. Y podemos tomar aquellos pequeños retratos de ciudadanos comunes que realizaba en placas metálicas y compararlos con sus grandes pinturas al óleo de mercaderes y burgueses de Amsterdam con los que se ganó la vida después.
Otras muestras en otros lugares del mundo muestran su carrera de manera fragmentada: su desarrollo temprano aparece en la muestra El joven Rembrandt 1624-1634 en el Museo Lakenhal, en Leiden (que después se trasladará al Museo Ashmolean, en Oxford, Inglaterra), mientras que su éxito de juventud será explorado en Leiden Circa 1630: Rembrandt emerge, en el Agnes Etherington Art Center, en Ontario, Canadá.
Rembrandt. Por su fama de mujeriego, su mujer le puso una traba en el testamento.
En el Museo de la Casa de Rembrandt, en Amsterdam, descubrimos las conexiones personales del artista en Las redes sociales de Rembrandt: familia, amigos y conocidos, y en el Fries Museum en Leeuwarden, Holanda, se nos muestra su vida romántica en Rembrandt y Saskia: amor y matrimonio en el Siglo de oro neerlandés. También habrá muestras durante todo el año en el Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid, el British Museum en Londres, el Mauritshuis en la Haya y en el Louvre Abu Dabi, entre otros.
Que tantas exhibiciones puedan realizarse al mismo tiempo es posible sólo porque la impresionante producción de Rembrandt durante una carrera de casi 50 años ha resultado en cerca de 350 pinturas, 300 grabados y más de 100 dibujos.
Thomas Kaplan, un hombre de negocios estadounidense que posee diecisiete Rembrandts como parte de su colección de Leiden, que ahora se encuentra en el Louvre de Abu Dabi, dijo en una entrevista que para él Rembrandt “era el artista universal” que “permitió que otros artistas tuvieran la libertad para volverse expresionistas, cubistas, o lo que quisieran ser”, y a su vez “mostrar la belleza que veían sus propios ojos, incluso si esa belleza no se correspondía con las convenciones sociales.”
¿Qué hace a Rembrant tan especial?
Hasta el siglo XVII, la mayoría de los artistas europeos seguía la tradición del Renacimiento Italiano, y creía que el trabajo del artista no era sencillamente imitar la naturaleza, sino alcanzar los aspectos más bellos de cada tema y mejorarlos, según explica Bicker, el biógrafo de Rembrandt.
Judith en el banquete de Holofernes. Rembrandt pintaba personajes religiosos como personas reales.
“Una de las razones por las que se lo acusaba de romper las reglas del arte era que no idealizaba”, dice. “En lugar de pintar o hacer un grabado de una mujer hermosa, empleaba una mujer común, o representaba una mujer mayor con muchas arrugas o celulitis”.
El poeta y dramaturgo del siglo XVII Andries Pels rechazó a Rembrandt como “el más hereje del arte” porque “no escogió una Venus griega como modelo, sino una lavandera o vendedora de turba”, como escribió en 1681, de acuerdo a la biografía de Bicker. “Los pechos flácidos, las manos arrugadas, sí, hasta las marcas de las cintas del corset en la panza y de las medias en las piernas,” continuó con sarcasmo, “todo eso debía ser imitado porque de otro modo no se satisfacía a la naturaleza”.
Para Bicker, ésta es precisamente la razón por la cual Rembrandt sigue siendo tan atractivo. “Trataba de mostrar la verdad y no adhería a las leyes del arte”, dice. Tomaba riesgos sin preocuparse por ofender a alguien.
La novia judía. Otro cuadro de Rembrandt, de 1665. /AP
Weber, del Rijksmuseum, comparte esta perspectiva. Rembrandt “miraba al modelo muy de cerca”, explica, “y esa es la razón por la cual uno siente que el hombre o la mujer representada está cerca de uno; parece que los ha hecho para uno”. Eso no es válido solamente para los retratos, continua Weber: “Si uno mira las escenas bíblicas, advierte que está haciendo lo mismo: representando a Cristo y a sus discípulos como gente normal de su barrio. Parece un artista que se dirige a uno de manera personal”.
Dibbits, el director del museo, dice: “Rembrandt no trata de impresionar: trata de hacerte sentir, vivir ese momento. Es una perspectiva retórica completamente diferente de la que empleaban los pintores anteriores. No hace gestos monumentales; vuelve íntimo el relato y le permite a uno sentirlo. Sus dioses son personas, al final”.
Un origen humilde
Segun pasan los años. Un autorretrato de Rembrandt. /AP
Si Rembrandt bajó la pintura a la Tierra, es posible que esto se deba a sus orígenes relativamente humildes. Era el quinto de diez hijos de un molinero de Leiden. El mayor heredaría el molino y Rembrandt se convertiría en aprendiz de pintor a la edad de 15 años, siendo rápidamente reconocido como un prodigio por uno de los comerciantes de arte más importantes de Holanda, Constantijn Huygens. En el invierno de 1631, con 26 años, se mudó a Amsterdam para dirigir un estudio de pintura.
“Mucha gente sigue viendo a Rembrandt como un genio, algo que por supuesto era, pero una de las cosas que advertimos en el museo es que la gente quiere saber quién era él como persona”, dice Liderwij de Koekkoek, director del Museo de la Casa de Rembrandt. “La gente se puede sentir identificada porque tuvo sus altos y bajos en la vida y no era una persona de trato fácil”.
Dibbits dice que lo que la gente va a entender con todas estas muestras a lo largo del año es que Rembrandt estuvo toda su vida “completamente obsesionado con describir el mundo que lo rodeaba como este era”.
“Va mejorando a medida que se hace mayor”, agrega. “Por eso sus retratos tardíos nos resultan tan convincentes: es porque sentimos que estamos mirando a la persona directamente. Su obra es un homenaje a la humanidad y a nosotros como seres humanos”.
Fuente: Clarin, P.K.