Fotografía, con el artista, de un mural de 1938 luego destruido, en la piscina del Tiro Federal. En la muestra se ven los bocetos de este trabajo. /MBQM
Circo, en La Boca. El dibujo que retrata parte de la vida del barrio. / MBQM
Hay una curiosidad, dentro del conjunto de imágenes: aparecen temas que no se sospechaba que el artista hubiera tratado. A Quinquela siempre se lo reconoció como el pintor de los obreros; el pintor de las faenas del puerto del sur de la Ciudad. Y es verdad que el artista siempre intentó comunicar un mensaje moral, ético si se quiere, a través de sus pinturas del puerto de La Boca, llenas de trabajadores: estas obras ensalzan el esfuerzo y el trabajo como medios para salir adelante, para lograr cambios sociales y vitales. Sin embargo, algunas de las piezas que podremos ver ahora dan cuenta de otras cosas, de otras vivencias dentro del barrio portuario: aparece el circo, sus personajes, los animales, la alegría (bocetos que fueron realizados entre los años 30 y 40). Y este circo existía, se ubicaba en la esquina en que actualmente funciona el Hospital Odontológico creado por el artista.
Algunas de las obras ahora en exposición. / Silvana Boemo
Surgen también, en estos bocetos inéditos, otras imágenes muy curiosas: una fantástica vida submarina que Quinquela imaginaba repleta de pulpos interactuando con buzos. Y esto es maravilloso, en el mejor sentido de la palabra: en estas obras se sale del registro de la comunidad boquense sufrida y esforzada para mostrar que también, esa misma población, reía, festejaba e imaginaba: por ejemplo, pulpos gigantes por debajo de las aguas del Riachuelo. ¿Verdad? ¿Mentira? ¡Qué importa! Lo destacable aquí es todo lo que provoca la figura de Quinquela, aún a más de 40 años de su muerte.
Escenas de la vida boquense. / Silvana Boemo
El artista ayudó a construir un imaginario de La Boca; y esas obras ya las conocemos. Pero esta exposición se trata de algo más. De cómo se hacen aguafuertes, sí; de qué prensa usaba el artista, cómo era su procedimiento de trabajo al hacer grabados (la prensa que se expone ahora usualmente se ubica en el tercer piso de la casa-museo Quinquela Martín).
Pero lo más interesante es aquello que se sale del pintor conocido. El pulpo raptando a un hombre con uno de sus tentáculos gigantes y un buzo intentando rescatarlo. Otro pulpo gigantesco en el medio de una composición repleta de tiburones, corales, aguas vivas y buzos luchando contra el gigantesco animal en el fondo del… ¿mar? ¿Río? Llamémosle “agua”: luchando en las profundidades acuáticas. Lo real, lo imaginario y lo simbólico (algunos llaman a esto el “registro de lo psíquico”) que suscita el barrio en Quinquela puede contemplarse en detalle.
Respecto de los bocetos de murales, acá hay un tema bien importante para Quinquela: porque así como le interesaban los grabados por su capacidad de reproducirse infinitamente y de llegar, por lo tanto, fácilmente a un público mayor (recordemos su relación con el Grupo de Artistas del Pueblo, en especial con Guillermo Facio Hebequer), de igual manera le interesa al artista el arte mural: por su carácter público, su capacidad de volverse observable para cualquiera que transite por la calle, como pasa, por ejemplo, con el mural de Quinquela que está ubicado en la estación de subte Plaza Italia, línea D.
Los salones del museo de La Boca. / Silvana Boemo
“Iba pintando los murales a medida que se iban construyendo los edificios en donde se ubicaban”, comenta Fernández. “Pintaba directamente sobre el muro. Hay murales suyos en el estadio de River, en el de Racing; y en la escuela primaria que el mismo artista creó (ubicada al lado de su museo) hay alrededor de 12: uno en cada aula”. De grandes tamaños (pueden llegar a medir hasta 7 metros de largo), creados con técnicas diferentes –silicatos, óleo y cera sobre celotec, cerámicos, cemento policromado–, estos trabajos murales de Quinquela muestran hombres trabajando y celebraciones.
Una perspectiva de La Boca distinta, plena de bocetos rápidos, dibujos inusuales, grabados y espacios de taller se puede apreciar ahora, buena oportunidad para la visita a la institución que preserva sus trabajos y conocer el otro lado de un artista: ese que imagina, activa y transforma.
Tangos en su honor
Como parte de la apertura de la muestra, este sábado a las 13, se presentarán tangos inéditos que le fueron dedicados a Quinquela. Las partituras se encontraban en el archivo del museo pero muchas de estas piezas –de Celedonio Flores, Argentino Valle–, jamás fueron interpretadas ni grabadas. Con Eduardo Felenbok en piano y Marcela Viziano como cantante, será la oportunidad de escuchar por primera vez el sentimiento que distintos compositores le dedicaron al gran pintor boquense. El museo se ubica en avenida Pedro de Mendoza 1843. Martes a viernes, de 10 a 18. Sábados, domingos y feriados, de 11.15 a 18. Entrada gratuita.
Fuente: Por Mercedes Pérez Bergliaffa – Clarín