Era casi imposible que aquella nave dibujada con trazos desprolijos despegara de la servilleta de papel, cruzara todo el espacio y llegara a la Luna. Pero lejos de frustrase, los tres amigos pagaron la cuenta, salieron del bar y caminaron hasta sus casas para poner manos a la obra.
El ingeniero Diego Saikin es el único argentino involucrado y anuncia la misión con entusiasmo: «Esta noche, a las 22, lanzaremos al espacio la sonda Bereshit, desde Cabo Cañaveral, en Estados Unidos. En ocho semanas llegará a destino y si todo sale bien, Israel será el cuarto país en alunizar».
Crédito: Diego SaikinSakin, que hace dos décadas vive en Tel Aviv, diseñó el software de simulación de la nave para conocer las posibles reacciones de la nave y realizó una plataforma virtual para analizar los datos de la nave.
Según le explicó a LA NACION, la sonda espacial partirá a bordo del cohete Falcón 9, de la compañía Space X. «El alunizaje será autónomo, no se operará desde la Tierra porque existe una diferencia de dos segundos con respecto al tiempo lunar», indicó el ingeniero.
«Esta sonda no tiene equipos de redundancia. Es decir, que si falla un motor no hay otro que lo reemplace. Es por eso que advertimos que el plan puede fallar, pero seguimos sin perder las esperanzas», dijo.
Crédito: Diego Saikin
«No creemos en los milagros, pero los hay»
El diplomático argentino Leo Vinovezky, miembro de la Agencia Espacial Israelí, le contó a LA NACION que el proyecto genera mucha expectativa en toda la comunidad israelí, que estará siguiendo en vivo la transmisión por televisión e internet.
-¿Qué significa Bereshit?
-En hebreo quiere decir «en el comienzo», así empieza la Biblia. Desde el comienzo de este plan no tuvimos muchas esperanzas en que prospere, pero como dice un poeta israelí: «No creemos en los milagros, pero que los hay los hay».
-¿Por qué es histórica?
-Porque se trata de la primera misión financiada con aportes privados y construida con solo 100 millones de dólares. Es la más barata, pequeña y liviana. También esta hecha en un país que no es una superpotencia. Ser la cuarta nación en alunizar después de Estados Unidos, Rusia y China nos llena de orgullo y demuestra lo que se puede lograr cuando se reúnen esfuerzos y buenas ideas.
-¿Cuál es la misión?
-El primer objetivo es alunizar, eso ya es mucho. Luego queremos medir los campos magnéticos de la Luna para estudiar cómo surgieron y cuáles son los efectos que tienen sobre la Tierra.
-¿Quién financia la operación?
-El gobierno de Israel otorgó un subsidio que ronda los dos millones de dólares. El resto se financió con aportes de filántropos judíos y con una importante donación del magnate sudafricano Morris Kahn.
-¿Cómo fue el proceso de creación?
-Con el tiempo, el proyecto sumó 40 trabajadores fulltime y 200 voluntarios. Hubo varias etapas, pero al boceto inicial se le hicieron varias modificaciones hasta que se llegó al modelo final, un aparato de cuatro patas que pesa 160 kilos sin combustible.
-¿Cuál es el mensaje que van a dar al mundo?
-En realidad, el mensaje es para los jóvenes de nuestro país. Buscamos dar el efecto que dio el Apolo 11 hace 50 años, con el alunizaje de Neil Armstrong. Queremos que después de esta misión muchos jóvenes estudien ingeniería y ciencias. Esta operación es sin fines de lucro. Nadie está pensando en ganar dinero, solo en avanzar como país.
-¿Un plan así es impensado que se realice en la Argentina?
-Para nada. Los argentinos tienen mucha calidad. De hecho, mantuvimos un encuentro el año pasado con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) porque creemos que sería bueno que ambos países trabajen en conjunto en temas espaciales y con temas relacionados desde el punto de vista académico o de investigación.
Llevan una cápsula del tiempo
Como la sonda no volverá a la Tierra, lleva incorporada una cápsula que guarda varios poemas de escritores israelíes, dibujos de niños, un testimonio de un sobreviviente del Holocausto, una nota del fallecido expresidente Shimon Peres, planos de la sonda e información sobre toda la humanidad.
«Trabajamos mucho en esa nave, estamos ansiosos para que llegue y nos brinde mucha información. Después quedará ahí, sola. Tenemos la esperanza que en algún momento sea encontrada por otros exploradores. O por algún extraterrestre», dice Diego Sakin, y se ríe.